Mis s¨¢banas sucias
Se nos manipula con la trampa de la maternidad, y en pro del altruismo y del amor incondicional por nuestra descendencia, cientos de mujeres acaban cediendo sus cuerpos para gestar hijos ajenos
No soy madre, pero he sentido el deseo de querer serlo. Dos abortos espont¨¢neos me hicieron ver lo err¨®neo de hablar solo de la belleza de una experiencia que muchas veces tambi¨¦n es desagradable. Con la noticia del segundo legrado todav¨ªa por digerir, abr¨ª la puerta del ascensor y me vi en el espejo: me apart¨¦ la chaqueta y me tom¨¦ una foto con un embri¨®n muerto en las entra?as. Pens¨¦ que en aquel momento muchas otras mujeres deb¨ªan estar mir¨¢ndose las tripas-mortaja en otros espejos sintiendo el mismo desamparo que yo sent¨ªa, que en nuestro estado no merec¨ªamos soportar tanta soledad.
¡°La maternidad no es un derecho ni una obligaci¨®n, es un deseo¡± es la frase que durante aquellos meses me repet¨ª a diario. La escup¨ªa con rabia si me enteraba de que Jessica Chastain, Sarah Jessica Parker o Nicole Kidman hab¨ªan recurrido a un vientre de alquiler para ser madres sin deformar sus cuerpos, o que Albert Rivera pensaba que tener que gastarse 150.000 d¨®lares en Estados Unidos para poder formar una familia era injusto, tambi¨¦n cuando escuchaba que qu¨¦ tragedia, que Pilarita, la hija de Amparo, nunca podr¨ªa darle hijos a su marido.
Le¨ª a Lina Meruane, a las doctoras Maria Teresa Pi-Sunyer y Sara Berbel, a Annie Ernaux, a Dacia Maraini, a Mary Shelley. Buscaba saber c¨®mo enfrentarme al hecho de haber perdido tan pronto a la que iba a ser mi hija. Leer sobre experiencias que se alejaban de la historia de siempre ¡ªla que nos pregunta ya de bien peque?as cu¨¢ntos hijos querremos tener y nos explica c¨®mo quedarnos embarazadas y ser las mejores madres del mundo¡ª y no nos la presenta como lo mejor que puede sucedernos en la vida, me hizo ver que las que dejamos a los cr¨ªos a medio hacer, las que gestamos seres incompatibles con la vida y somos incapaces de infantilizar nuestra experiencia o alardear de ella, tambi¨¦n ten¨ªamos un lugar en el mundo. Nuestras formas de maternidad estaban enterradas a m¨¢s profundidad que nuestros hijos muertos, pero nosotras continu¨¢bamos vivas para darles voz.
La vida de siempre desfila a ojos del mundo mientras nosotras gestionamos la relaci¨®n con las n¨¢useas, la sangre y las s¨¢banas sucias. Tienes que mirar, de la rusa Anna Starobinets (Ed. Impedimenta), una novela que aborda la toma de una decisi¨®n compleja con respecto a un aborto y se aleja del plastiquito dorado con el que se viste a las madres, me ayud¨® a gestionar mi duelo. Le¨ª tambi¨¦n la historia de una mujer que hab¨ªa parido a un ni?o muerto y no hab¨ªa podido dejar de hablarle hasta cumplir casi 80 a?os. Y la de una de 40 que controlaba sus ciclos, regulaba su alimentaci¨®n, se somet¨ªa a m¨²ltiples anal¨ªticas, inseminaciones artificiales, inseminaciones in vitro, ovo donaciones. Segu¨ªa a aquella mujer en su calvario y entend¨ªa su empe?o, pero aquella mujer era lo opuesto a la mujer que yo quer¨ªa ser.
Se nos manipula con la trampa de la maternidad, nos hipotecamos para que nuestro embri¨®n fecundado pueda desarrollarse sano en nuestros vientres, y en pro del altruismo y del amor incondicional por nuestra descendencia en un mundo sobrepoblado, cientos de mujeres acaban cediendo sus cuerpos para gestar hijos ajenos. Viendo Shelley, del iran¨ª Ali Abbasi, acab¨¦ de entender qui¨¦n era yo, y c¨®mo tambi¨¦n yo hab¨ªa ca¨ªdo en la trampa de querer lucir tripita, c¨®mo tambi¨¦n yo no ve¨ªa un futuro si no era con hijos propios. Entrad en Filmin y contemplad el terror en la mirada de un personaje capaz de ver la tragedia en quien tuvo la necesidad de ofrecer su cuerpo a una mujer rica sin ¨²tero que se avanz¨® a su desgracia y congel¨® embriones. El personaje de la gestante es el depositario del m¨¢s profundo dolor de la mujer est¨¦ril, que enloquece para que su ni?a llegue a este mundo, aunque para ello, todo lo que ama tenga que desaparecer de ¨¦l con violencia, entre n¨¢useas, sangre y s¨¢banas sucias.
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