Bolsonaro y Moro, ?dos caras de la misma moneda?
Mientras el presidente es un aprendiz del fascismo, sin cultura, imprevisible, mal hablado y hasta soez; el exjuez es contenido y refinado pero puede acabar siendo m¨¢s peligroso en autoritarismo
La pol¨ªtica brasile?a est¨¢ en plena ebullici¨®n y mientras se multiplica el n¨²mero de personas con hambre que acuden a recoger restos de comida en los basureros, todos los ojos est¨¢n puestos en las pr¨®ximas elecciones presidenciales. Curiosamente, mientras cada d¨ªa se multiplica el n¨²mero de pretendientes al trono, se van estrechando las posibilidades de victoria y la incertidumbre sobre el nuevo Brasil que pueda resultar de las urnas.
Toda una serie de imponderables se han ido cruzando las ¨²ltimas semanas y han enturbiado m¨¢s si cave las aguas ya agitadas de los candidatos a la presidencia. Si por una parte cada d¨ªa aparecen nuevos pretendientes a la sucesi¨®n de Bolsonaro, por otra, las posibilidades reales se van estrechando.
Dos novedades recientes han tra¨ªdo nuevas inc¨®gnitas. La aparici¨®n en la vida pol¨ªtica del discutido y enigm¨¢tico exjuez del caso Lava Jato, S¨¦rgio Moro y la victoria en S?o Paulo de Jo?o Doria en las primarias del PSDB que lo convierte en un candidato fuerte y ambicioso llamado a agitar las aguas pol¨ªticas.
Mientras crece la caravana de los que pretenden disputar las elecciones, los candidatos con fuerza y posibilidad de victoria se van estrechando. En este momento, si tuviera que explicarlo a un extranjero, dir¨ªa que los candidatos hoy indiscutibles con posibilidades de disputar las presidenciales de la docena de pretendientes con posibilidades de ¨¦xito se reducen a los dedos de una mano y quiz¨¢s, menos.
La pugna se est¨¢ haciendo cada d¨ªa m¨¢s estrecha porque los sondeos van anunciando que la fuerza de Bolsonaro a la reelecci¨®n se est¨¢ desmoronando con una aprobaci¨®n cada d¨ªa menor y un rechazo mayor a su Gobierno. Al mismo tiempo, el ¨²nico que se mantiene firme como vencedor en todas las encuestas es el expresidente Lula que podr¨ªa ganarle hasta en la primera vuelta. Lula, podr¨ªa escoger como vicepresidente suyo a Alckmin, una de las figuras hist¨®ricas del PSDB hoy en crisis de identidad, y convertirse as¨ª al mismo tiempo en un candidato del centro que tranquilice a quienes a¨²n le ven como amigo de las dictaduras de izquierda.
Todo ello sin contar la llegada que asusta a todos del ex juez Moro que aparece, como en la historia del dios Jano de los romanos, el de las dos caras y dos puertas, como un doble de Bolsonaro en la sustancia, aunque totalmente diferente en la forma, lo que podr¨ªa hacer que recogiera la herencia hu¨¦rfana del bolsonarismo menos fan¨¢tico, incluso del mundo empresarial cansado de la forma burda de gobernar del capit¨¢n.
El presidente y Moro son hoy dos personajes curiosos, porque en apariencia no podr¨ªan ser m¨¢s diferentes y en la sustancia podr¨ªan parecerse m¨¢s de lo que se pueda pensar. Ambos son de una extrema derecha dura pero aparecen como dos extremos lo que puede confundir a no pocos. Mientras Bolsonaro es un aprendiz del fascismo, desparramado, sin cultura, imprevisible, mal hablado y hasta soez en sus expresiones todas ellas marcadas por un fuerte acento sexual de bar de periferia; Moro, al rev¨¦s, desde su modo de vestir hasta sus movimientos y palabras es contenido, m¨¢s bien refinado, le cuesta re¨ªr, esconde m¨¢s de lo que revela, pero puede acabar siendo tanto o m¨¢s peligroso en materia de autoritarismo y de aparente falta de sentimientos.
No acaso, el partido Podemos, que lo ha acogido pol¨ªticamente en su seno est¨¢ intentando hacer de ¨¦l una metamorfosis que va desde el vestir, abandonando la corbata y los trajes oscuros y apareciendo sonriendo. M¨¢s a¨²n, cada d¨ªa revela m¨¢s que intenta suplantar a Bolsonaro como mito, incluso como un llamado por Dios. Como ¨¦l mismo ha confesado su entrada en la pol¨ªtica ha sido ¡°una misi¨®n¡±, algo que equivale a una llamada divina para acabar con los dos extremos que hoy se disputan el poder: la extrema izquierda y la extrema derecha.
Si la personalidad desparramada e histri¨®nica del capit¨¢n retirado ya es conocida y hasta rechazada cada d¨ªa m¨¢s por sus excesos de mal gusto y su vocaci¨®n al autoritarismo y la violencia, la de Moro est¨¢ a¨²n por descubrirse. Al rev¨¦s de Bolsonaro que no esconde nada y hasta confiesa que se encierra solo en el ba?o para llorar o hace alarde de que algunas noches hace un regalo a su esposa, Moro es cerrado como una ostra. Es enigm¨¢tico. Quiz¨¢s m¨¢s duro y autoritario que el capit¨¢n, pero tambi¨¦n m¨¢s racional, m¨¢s disfrazado, capaz de esconder m¨¢s sorpresas.
Quiz¨¢ por todo ello y a la vista de sus primeras reacciones como pol¨ªtico empieza a imponerse como una ficha peligrosa y compleja llamada a remover las aguas m¨¢s de lo que muchos se esperaban.
Hoy Brasil conoce al Moro juez implacable, casi insensible, al que no le tembl¨® la mano a la hora de llevar a la c¨¢rcel y de mantenerlo en ella casi dos a?os al expresidente m¨¢s popular de la historia de Brasil con gran proyecci¨®n mundial. Lo que a¨²n resulta desconocido y se podr¨¢ observar solo en los pr¨®ximos meses es su fuerza pol¨ªtica. Si ser¨¢ capaz de aparecer duro, como lo es, y al mismo tiempo m¨¢s confiable que Bolsonaro en el mantenimiento de la democracia. Si ser¨¢ o no apreciado sea por las clases m¨¢s favorecidas que saben muy bien que es un liberal en econom¨ªa y un derechista convencido, que por las masas populares que hoy pasan hambre a las que ya ha empezado a presentarse como portador de una ¡°misi¨®n¡±. Misi¨®n que no es dif¨ªcil interpretar que se trata de algo de cu?o religioso y un primer gui?o a la masa de evang¨¦licos que creyeron en que Bolsonaro era un enviado por Dios, salvado de la muerte en el a¨²n oscuro atentado durante la campa?a electoral que le dio el triunfo.
Si en un inicio la llegada de Moro a la pol¨ªtica se ve¨ªa como una broma que acabar¨ªa reventando como una pompa de jab¨®n, hoy, a pocas semanas ya empieza a verse como una ficha clave en el ajedrez de las presidenciales. Hay quien intenta minimizar su presencia pol¨ªtica que acabar¨¢ apag¨¢ndose por s¨ª sola. Otros sin embargo, de la vieja pol¨ªtica, acostumbrados a navegar en las aguas oscuras y revueltas de la vida p¨²blica empiezan a temer que la llegada del exjuez, al que nunca le tembl¨® la mano a la hora de condenar, pueda acabar como m¨ªnimo levantando una tormenta peligrosa en el mar cada semana m¨¢s agitado del pa¨ªs.
Lo que este pa¨ªs necesita es de alguien con capacidad de salvarlo con las armas de la democracia y de la ilusi¨®n, del infierno al que lo ha arrastrado la extrema derecha fascista de un presidente, no solo desacreditado internacionalmente, sino considerado como incapaz ps¨ªquicamente de conducir a un pa¨ªs de la envergadura econ¨®mica, pol¨ªtica y social de Brasil.
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