Acelgas

¡°Fulano dirige una compa?¨ªa el¨¦ctrica porque antes fue ministro de Industria¡±. He ah¨ª una oraci¨®n compuesta cuya subordinada (¡°porque antes fue ministro de Industria¡±) parece principal, pues Fulano no habr¨ªa alcanzado ese chollo en la empresa privada de no haber hecho alg¨²n favor desde la esfera p¨²blica. Las subordinadas, pese a su inferioridad formal, poseen con frecuencia un gran valor desde el punto de vista del sentido. Estas oraciones se relacionan con la principal gracias a un artilugio llamado ¡°conjunci¨®n¡±. Las hay de varias clases: la del ejemplo citado m¨¢s arriba, ¡°porque¡±, es causal.

La conjunci¨®n est¨¢ muy bien inventada. No sabemos qu¨¦ se descubri¨® antes, si la conjunci¨®n o la bisagra, pero quiz¨¢ aquella se inspir¨® en esta o viceversa. Por cierto, que hay casi tantas clases de bisagras como de conjunciones, algunas, como las que unen las puertas batientes a su marco nos maravillan por su versatilidad. Otras, como las de los armarios de cocina, por su complejidad mec¨¢nica. Las de las puertas giratorias, en cambio, son sencillas, baratas y apenas tienen coste pol¨ªtico.

Las conjunciones que m¨¢s han influido en mi vida son las que introducen una subordinada de car¨¢cter premonitorio. Pongamos que ¡°pero¡±. La frase preferida de mis mayores era esta: ¡°Haz lo que te d¨¦ la gana, pero atente a las consecuencias¡±. Dado que los padres, a largo plazo, suelen tener raz¨®n, las consecuencias sol¨ªan ser devastadoras. Mi progenitora empleaba otra conjunci¨®n que tampoco estaba mal: ¡°Te comes las acelgas ahora o te las vuelvo a poner, fr¨ªas, para la cena¡±. Esa ¡°o¡± era evidentemente una bisagra disyuntiva. Repaso, en fin, mi vida mientras intento colocar las bisagras de un mueble prefabricado y adquirido por piezas. Pero no encajan. De un tiempo a esta parte nada encaja, salvo la dif¨ªcil gram¨¢tica del desconcierto.