S¨¢nchez en el tablero EEUU-Rusia
El Gobierno es soberano para establecer alianzas o firmar indultos, pero no puede ignorar su impacto en la escena internacional
D¨ªas atr¨¢s, Biden hizo cuatro llamadas europeas antes de dialogar con Putin con ecos de la guerra fr¨ªa: Alemania, Francia, Reino Unido e Italia. No tard¨® en circular la idea de que S¨¢nchez es un apestado al que evita la Casa Blanca. ?Cuatro llamadas y...! Biden, en realidad, hizo un Normand¨ªa Ampliado: desde 2014, con motivo de la guerra de Donbas, existe el Formato Normand¨ªa entre Rusia, Ucrania, Alemania y Francia, por su reuni¨®n del Castillo de B¨¦nouville en el 70 aniversario del D¨ªa D, aunque el grupo continu¨® telef¨®nicamente y despu¨¦s se extendi¨® a Normand¨ªa Ampliado con Bielorrusia, Reino Unido e Italia. Biden se atuvo a ese gui¨®n. No hab¨ªa raz¨®n para concluir que esa ronda de llamadas desde el Despacho Oval despreciaba a S¨¢nchez. Otra cosa es el papel de Espa?a ante la amenaza rusa. EE UU considera que el Gobierno es un socio de fiabilidad discutible; por la presencia de ministros ¡°comunistas¡± con simpat¨ªas hacia Venezuela y Cuba, o por el antecedente de los barcos rusos en Ceuta, pero tambi¨¦n las alianzas del independentismo catal¨¢n. Todo esto, con Rusia en el centro del tablero, pesa.
D¨ªas atr¨¢s, Anne Applebaum, autora de El ocaso de la democracia: La seducci¨®n del autoritarismo, destacaba en su visita Espa?a que ¡°Rusia tiene un enorme inter¨¦s geopol¨ªtico en que Espa?a caiga en el caos pol¨ªtico y quede debilitada¡±. Y como si conociera bien la indiferencia espa?ola hacia estos asuntos, matizaba: ¡°Cr¨¦anlo los espa?oles o no¡±. Applebaum, con un profundo conocimiento de Europa del Este y con relaciones solventes en la Casa Blanca desde The Washington Post, comentaba que la intervenci¨®n de Rusia en el proceso indepe de Catalu?a o su apoyo a ciertos pol¨ªticos espa?oles ¡°puede sonar tan inexplicable, tan escandalosa, que parezca incre¨ªble¡±; pero precisamente por eso insiste en el prop¨®sito de Rusia de debilitar la democracia europea. Siendo Espa?a un punto clave, el asunto, cuando menos, merecer¨ªa no quedar amortizado a beneficio de inventario.
M¨¢s all¨¢ de lo que incomode a Washington la presencia de ministros comunistas o las simpat¨ªas gubernamentales hacia los neotiranobanderas latinoamericanos ¡ªque dio cancha a Trump para el reconocimiento de la soberan¨ªa marroqu¨ª sobre Sahara¡ª hay un cap¨ªtulo que Espa?a efectivamente parece haber decidido ignorar: el apoyo informal de Rusia al proc¨¦s en Catalu?a. Hay numerosos informes y evidencias, los viajes del jefe de gabinete de Puigdemont o de V¨ªctor Tarradellas; lo de Snowden, Ionov, el movimiento de reconocimiento diplom¨¢tico v¨ªa Osetia del Sur... hasta los miles de bots al servicio de la causa con RT y Sputnik. A Rusia, en efecto, Catalu?a le serv¨ªa para desestabilizar. Todo esto puede resultar hasta cierto estupefaciente, como dice Applebaum, pero es as¨ª. Y precisamente por su relevancia, resulta absurda la insistencia en la caricatura de sal gorda sobre el papel¨®n de S¨¢nchez buscando una foto con Biden como si fuese el Mocito Feliz. El Gobierno es soberano para establecer alianzas o firmar indultos, pero, eso s¨ª, no puede ignorar su impacto en el tablero internacional. ?A qu¨¦ jugamos?
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