Adi¨®s a la oficina bancaria
La desaparici¨®n de las sucursales en ciudades y pueblos pide medidas compensatorias para garantizar servicios financieros b¨¢sicos
Es una percepci¨®n ciudadana a pie de calle que ha ido acentu¨¢ndose en los ¨²ltimos a?os: las oficinas bancarias desaparecen del paisaje urbano en las grandes ciudades y algunos de sus barrios. La situaci¨®n es mucho m¨¢s angustiosa en zonas poco pobladas de Espa?a, municipios peque?os y zonas rurales donde m¨¢s de la mitad de los pueblos carecen de ese servicio. Esa ha sido una de las consecuencias m¨¢s visibles ...
Es una percepci¨®n ciudadana a pie de calle que ha ido acentu¨¢ndose en los ¨²ltimos a?os: las oficinas bancarias desaparecen del paisaje urbano en las grandes ciudades y algunos de sus barrios. La situaci¨®n es mucho m¨¢s angustiosa en zonas poco pobladas de Espa?a, municipios peque?os y zonas rurales donde m¨¢s de la mitad de los pueblos carecen de ese servicio. Esa ha sido una de las consecuencias m¨¢s visibles de la crisis financiera de 2008 al provocar la fusi¨®n de numerosas entidades bancarias, y con ella el cierre de miles de oficinas por todo el pa¨ªs. Desde 2008 han desaparecido 26.000, un 56% de las que exist¨ªan, y la tendencia sigue aceler¨¢ndose a causa de la creciente digitalizaci¨®n de este tipo de servicios. El riesgo de exclusi¨®n financiera no pertenece al g¨¦nero malo de la ciencia ficci¨®n porque hoy, seg¨²n el Banco de Espa?a, son ya en torno a 1.300.000 personas las que viven en municipios sin sucursal bancaria.
En un momento de tipos de inter¨¦s pr¨®ximos a cero, la captaci¨®n de ahorro ha perdido atractivo para las entidades financieras y con ello el mantenimiento de una extensa red de oficinas. Los n¨²meros no cuadran y el cierre de sucursales se explica por la escasa rentabilidad de sucursales frecuentadas sobre todo por gente mayor, que no pide cr¨¦ditos y apenas gestiona su pensi¨®n o peque?os pagos. El desarrollo de la banca digital permite sustituir la mayor¨ªa de las operaciones que antes se hac¨ªan exclusivamente en las oficinas, convertidas en una reliquia para las j¨®venes generaciones. Pero eso exige a la vez la garant¨ªa de acceso a internet en todo el territorio, otra vieja reclamaci¨®n de esa Espa?a vac¨ªa que se siente abandonada o sin servicios equiparables a los de otras zonas del pa¨ªs. Los avances hacia el euro digital reducir¨¢n a¨²n m¨¢s el uso de efectivo y es ahora cuando resulta urgente impulsar el despliegue de redes con la llegada de fondos europeos.
La pandemia ha animado a mucha gente antes reticente a operar a trav¨¦s de internet, y esa posibilidad est¨¢ ahondando una brecha generacional que demanda la colaboraci¨®n del sector p¨²blico y del privado. La Comunidad Valenciana ha impulsado ya la instalaci¨®n de algo m¨¢s de 130 cajeros autom¨¢ticos en poblaciones que carec¨ªan de los servicios financieros b¨¢sicos. Tanto ayuntamientos como diputaciones tienen en sus manos la posibilidad de facilitar locales para abrir una oficina bancaria multimarca o incluso ceder un espacio para instalar un cajero autom¨¢tico. Tambi¨¦n la empresa p¨²blica Correos ha empezado a desarrollar acuerdos con algunos bancos para permitir que en sus oficinas puedan realizarse operaciones b¨¢sicas y autorizar a los carteros a llevar y recoger efectivo.
La desaparici¨®n de la oficina bancaria va camino de ser una realidad m¨¢s pronto que tarde pero el proceso no puede hacerse a costa de dejar sin acceso al sistema bancario a quienes por una u otra raz¨®n no puedan desplazarse a zonas mejor equipadas en sus propias ciudades o a municipios m¨¢s afortunados.