Cautelas para el ajuste bancario
El sector debe proceder con prudencia y di¨¢logo en una reestructuraci¨®n necesaria
CaixaBank ha presentado un plan de recortes a los sindicatos que supone la reducci¨®n de casi el 20% de la plantilla, unos 8.300 trabajadores, y el 27% de las oficinas de la red. La entidad se une a otros bancos, como el Santander, que est¨¢ en mitad de un ERE que supondr¨¢ la salida de 3.572 personas, as¨ª como el Sabadell, que reducir¨¢ la plantilla en 1.800, o el ERE de Ibercaja, que afectar¨¢ a casi 800 trabajadores. Este doloroso proceso de reestructuraci¨®n del sector tiene m¨²ltiples motivos. En parte, es una consecuencia m¨¢s de la crisis financiera de 2008, cuando se vino abajo una estructura bancaria basada en el crecimiento del cr¨¦dito a tasas anuales que llegaban al 20%, lo que implicaba una expansi¨®n de la red de oficinas y una contrataci¨®n de personal que parec¨ªa no tener fin. Desde 2008 el sector ha cerrado 23.700 sucursales, m¨¢s de las que tiene hoy abiertas. La plantilla del sector ha ca¨ªdo un 35%. A la pesada digesti¨®n del pinchazo de la burbuja del cr¨¦dito privado bancario se a?adi¨® la llegada de los tipos de inter¨¦s negativos establecidos por el BCE como est¨ªmulo econ¨®mico en 2016. Estos factores han alterado la configuraci¨®n de la cuenta de resultados de los bancos, estrechando considerablemente el margen financiero. El golpe econ¨®mico vinculado a la pandemia tampoco ha ayudado.
Ante este escenario, las entidades han intentado, por un lado, elevar los ingresos cobrando por servicios que antes eran gratuitos. Sin embargo, la resistencia de los clientes a pagar comisiones y la mala reputaci¨®n que eso conlleva ha frenado esta v¨ªa, que siempre est¨¢ limitada por la competencia de los bancos por internet, muy agresivos en sus ofertas. Por el otro, se ha buscado una consolidaci¨®n a trav¨¦s de fusiones y reducir los gastos con despidos y cierres de oficinas. Este proceso tiene argumentos s¨®lidos, pero debe realizarse con m¨²ltiples cautelas.
El gran avance en la digitalizaci¨®n de la sociedad por la covid-19 ha facilitado la reducci¨®n de la presencia sobre el terreno, con la esperanza de que gastar menos lleve a elevar la rentabilidad, el mayor problema del sector. Pero no debe olvidarse que el exceso de digitalizaci¨®n conlleva el riesgo de exclusi¨®n de los clientes de m¨¢s edad y que, al haber menos oficinas y empleados, se puede perder el contacto con los peque?os clientes, la base del negocio bancario espa?ol.
Por otro lado, en procesos de recortes tan dolorosos, resulta imprescindible que estos afecten a todos los estamentos de los bancos, incluido, por supuesto, la alta direcci¨®n, como est¨¢n exigiendo los sindicatos y los grandes inversores. Debe reducirse el n¨²mero de directivos y su retribuci¨®n, algo que no ha ocurrido en muchos casos.
Este plan de ERE, el mayor de la banca espa?ola, supone un grave coste social. Adem¨¢s, este ajuste es especialmente delicado ya que la entidad catalana acaba de absorber a Bankia, y por tanto el Estado es parte de la ecuaci¨®n. Es fundamental que el proceso se lleve a cabo con prudencia y di¨¢logo. Parece correcto que el ERE no golpee solo a empleados mayores de 50 a?os y positivo el plan de recolocaci¨®n y acompa?amiento de los afectados. Todas las entidades embarcadas en este amplio proceso de reestructuraci¨®n tendr¨¢n que hacer un esfuerzo para reducir el dolor social a trav¨¦s del di¨¢logo y el apoyo a la recolocaci¨®n. Son requisitos indispensables para la propia rentabilidad futura del negocio.
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