Canarios en la mina
Si alguien quiere saber con qu¨¦ tipo de r¨¦gimen trata, solo tiene que observar qu¨¦ hace el gobierno con los periodistas
El periodista es el canario en la mina. Si alguien quiere saber con qu¨¦ tipo de r¨¦gimen trata, solo tiene que observar qu¨¦ sucede con los periodistas, como les sucede a los p¨¢jaros destinados a detectar los gases letales en los pozos mineros. Mueren o son encarcelados donde no hay libertad, viven all¨ª donde la hay e incluso sobreviven o malviven all¨ª donde la libertad es todav¨ªa un combate abierto.
La moda lleva a confundirlo todo, dictadura con democracia, incitaci¨®n a la violencia y al odio con libertad de conciencia y de expresi¨®n, Estado de derecho con dictaduras de partido o de mafias alrededor de un caudillo corrupto. Donde los periodistas pierden la libertad y mueren, la palabra democracia es solo un chiste truculento. No hay dictadura en cambio donde critican a los poderosos en sus narices y les llaman incluso dictadores.
Nadie quiere un mundo dividido en dos, entre reg¨ªmenes autoritarios y democracias, democracias liberales y reg¨ªmenes de poder personal o de partido ¨²nico. Desgraciadamente la realidad desmiente los buenos deseos. Bastan tres rotundos testimonios recientes. El primero, el de Jimmy Lai, empresario de medios de comunicaci¨®n de Hong Kong, despose¨ªdo de su peri¨®dico tabloide Apple Daily y condenado a 13 meses de prisi¨®n por alumbrar una vela en memoria de los estudiantes asesinados en Tiananmen por el ej¨¦rcito chino en junio de 1989. Hasta 2020, Lai se hallaba protegido por la legislaci¨®n local de Hong Kong, pero desde entonces el r¨¦gimen de Pek¨ªn ha despose¨ªdo a las instituciones de autogobierno de la ex colonia brit¨¢nica de sus competencias y ha fijado los l¨ªmites a los medios de comunicaci¨®n o los ha cerrado sin contemplaciones.
El fragor de las redes sociales se ha tragado estos d¨ªas las palabras que nos explican la efectiva y brutal divisi¨®n del mundo. Las de la periodista filipina Mar¨ªa Ressa, contra los discursos de odio y de violencia, y las de su colega ruso Dimitri Muratov, frente al asesinato de periodistas por orden de los gobiernos y las mafias, en los discursos de recepci¨®n del Premio Nobel de la Paz (¡°quiero que los periodistas mueran de viejos¡±, dijo). Y las de Jimmy Lai tras su condena: ¡°Si es un crimen conmemorar a quienes murieron por una injusticia, entonces cast¨ªguenme y d¨¦jenme sufrir el castigo, y as¨ª puedo compartir la carga y la gloria de aquellos j¨®venes que vertieron su sangre para proclamar la verdad, la justicia y el bien¡±.
Ir¨¢n, Arabia Saud¨ª, Filipinas, Turqu¨ªa, Cuba, Venezuela, M¨¦xico¡ La lista es cada vez m¨¢s larga. En cabeza, gracias a la dictadura digital, China se acerca a la perfecci¨®n. Rusia luego, con su veterana tradici¨®n autocr¨¢tica, insuperable en la rotundidad de sus zarpazos. No le basta con la c¨¢rcel, sino que usa el veneno y la bala, paso previo, por supuesto, para denunciar el doble rasero de las democracias occidentales, como hacen todas las dictaduras y los pazguatos que suelen acompa?arlas.
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