Navidad jubilosa
Los que perdimos el olfato en este contagio miramos con ojos llorosos esos tuits donde la gente enumera con precisi¨®n todo lo que se ha llevado a la boca proyectando nuestras esperanzas en este pr¨®ximo viernes, Nochevieja
Hospitalidad y hostilidad tienen una ra¨ªz com¨²n indoeuropea, ghosti, que significa anfitri¨®n, hu¨¦sped y extra?o (s¨ª, las tres cosas a la vez). Esta complicad¨ªsima relaci¨®n de la que el fil¨®sofo Derrida se sirve para explicar la xenofobia tiene un trasunto m¨¢s de andar por casa: las cenas y comidas de estas fiestas tan entra?ables.
El origen de la propia palabra hospitalidad lleva impl¨ªcito un hipercontrol (la palabra se forma a partir de ghosti-pot, donde pot significa se?or, poderoso) y algo de eso hay en volver a la casa familiar. Pero no hablar¨¦ de esas cenas tradicionales de las que se ha quejado Twitter durante d¨ªas porque ya las analiz¨® este martes mi compa?ero de columna Manuel Viejo. Les recuerdo: seg¨²n la red social nadie quiere ir a cenar a casa de su familia ya que siempre hay un cu?ado, una madre, un t¨ªo o un primo que va a salir con el comentario ofensivo o que va a hacer la pregunta inadecuada.
Lo extra?o es que precisamente este a?o no hac¨ªa falta juntarse. Con los contagios disparados y un mont¨®n de gente aislada, Espa?a ten¨ªa la excusa perfecta. Pocos se atrevieron. Algunos compartieron desaforadamente el meme para librarse de cenar con su cu?ado, ya saben, el de la foto del test de ant¨ªgenos en el que con l¨¢piz rojo alguien se hace pasar por positivo. Pero a¨²n as¨ª, por lo que han contado en redes, quienes no estaban aislados acudieron a su cita anual de discusi¨®n y humillaci¨®n. Qu¨¦ exagerada, pensar¨¢n. Pues eso mismo pienso yo, pero qu¨¦ quieren que les diga, Twitter no me deja otro remedio que pensar en sus cenas de Navidad como en el pat¨ªbulo.
Ojo, que luego est¨¢n los dem¨¢s. Los aislados. Yo misma. Ahora la queja cambia de bando. Mejor pelear con un t¨ªo segundo negacionista que no pelear con nadie. S¨ª, tambi¨¦n hubo quejas de los aislados por no poder juntarse con sus familias, esas reuniones de las que previsiblemente estar¨ªan renegando caso de cenar juntos. La cosa en Navidad es no estar contento jam¨¢s.
Menos mal que est¨¢n los equidistantes. Los que se aislaron, s¨ª, pero en casa de sus padres. Este tuit en el que una usuaria saluda a todos los que est¨¢n pasando la Nochebuena en la habitaci¨®n de su adolescencia ya encierra toda la perversidad con que el mundo se venga de nuestras quejas. ?No quer¨ªas cenar solo? Pues ya puedes hacerlo debajo de aquel p¨®ster de la S¨²per Pop.
Un abrazo a todos los que estamos ahora mismo en una cama individual en nuestra habitaci¨®n de adolescentes.
— Maru (@maruohcrepe) December 25, 2021
Hay un librito sobre la comida y el sentido de la generosidad escrito por Priya Basil que se titula Elogio de la hospitalidad. A pesar de que reconstruye el papel de la comida como el producto seminal de la hospitalidad, no se me olvida un pasaje: ¡°Durante mucho tiempo la comida fue ejercida como una forma de poder, un potente medio para el elogio o la condena, para hacer alarde de extravagancia y generosidad¡±.
Si quejarse de la compa?¨ªa o de su ausencia no fuera suficiente hay una capa m¨¢s de profundidad en la cr¨ªtica a las cenas navide?as: la comida en s¨ª. Como si se tratara de un banquete de un emperador romano o una escena de la pel¨ªcula El cocinero, el ladr¨®n, su mujer y su amante, las comidas y cenas que describen los usuarios en Twitter son citas pantagru¨¦licas en las que se acaba casi vomitando polvorones, turrones, mazapanes o alg¨²n otro derivado de la almendra. Los que perdimos el olfato en este contagio miramos con ojos llorosos esos tuits donde la gente enumera con precisi¨®n todo lo que se ha llevado a la boca proyectando nuestras esperanzas en este pr¨®ximo viernes, Nochevieja. Veremos entonces previsiblemente una repetici¨®n de todo lo anterior y acabar¨¢n casi las fiestas y las vacaciones y volver¨¢n los tuppers ins¨ªpidos, y las comidas en absurdas cafeter¨ªas del extrarradio, y las c¨¢maras de resonancia donde todos piensan igual y no tiene nadie por qu¨¦ querer a quien piensa diferente. Y nos lo mereceremos.
Mi marido (yanqui) alucina cada vez que viene a Espa?a con las redes afectivas que tejemos, con el apoyo familiar, de los amigos y hasta vecinos. Le cuesta creer que se existan relaciones no basadas puramente en el inter¨¦s econ¨®mico. Sigamos as¨ª, please, o mejor. Me da esperanza.
— Azahara Palomeque (@Zahr_Bloom) December 23, 2021
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