Sigue silencio¡
Sigue silencio para sellar ya para siempre todo el fango que se esfuma en cuanto amanece el a?o 2022
Sigue silencio el sendero sideral por respeto a los miles de muertos que se han ido en este 21 por negligencia y olvido, por el ominoso oprobio de la violencia constante y sigue silencio para celebrar tu soledad acompa?ada y acompasada en paseo por calles estrechas donde Lavapi¨¦s se vuelve Cu¨¦vano y los habitantes cantan silencios en sus lenguas. Sigue silencio para voltear los horarios y so?ar que sonr¨ªes a una estatua en un prado verd¨ªsimo de Filipinas a la misma hora en que miras en el espejo la felicidad fugaz de un peinado inventado, con el silencio ejemplar de un cepillo de dientes.
Sigue silencio para sellar ya para siempre todo el fango que se esfuma en cuanto amanece el a?o 22, de sal¨®n de novela o aula de memoria cuando habitabas una utop¨ªa entra?able con tus 62 compa?eros de ese sal¨®n 22 que merece imprimirse en este amanecer o sigue silencio y encara por fin la novela de un maestro monumental que ense?¨® a leer y escribir a los ni?os no muchos de dos pueblos chicos en un tiempo en blanco y negro, esa novela que vienes arrastrando desde el instante en que abrazabas a los alumnos ya ancianos de ese maestro adorable que trag¨® el polvo y la p¨®lvora de una guerra incivil para renacer en Veracruz o sigue en silencio y pon en tinta limpia todos los papeles, papelitos y libretas que acumulas desde hace veinte a?os para honrar a los esfumados, a esos que se desaparecen porque la realidad no les basta¡ y sigue silencio al tim¨®n del escritorio donde escriben los escritores que dibujan para escribir los dibujos que acompa?an esta columna semanal.
Sigue los silencios de la m¨²sica que te hipnotiza, esas pausas sinf¨®nicas o vados de sonata que son tambi¨¦n parte de la partitura, sigue los silencios de las novelas que relees porque esas pausas son la respiraci¨®n de cada uno de los autores que cuajaron en silencio sus p¨¢ginas. Hablo de la Virginia Woolf callada en el p¨¢rrafo con el que intentas abrazar a por lo menos otras dos autoras o editoras y ese callado prado de p¨¢gina blanca que pobl¨® ?lvaro Mutis con pluma fuente o George Orwell mientras cuidaba un rosal ya alejado de las trincheras de la misma guerra donde conoci¨® a ese maestro ya mencionado aqu¨ª mismo y sigue silencio ante toda la caravana de Justos con may¨²scula que justifican el orden del Universo, la s¨ªncopa de la estrellas y el baile giratorio de cada uno de los planetas. Hablo del taxista que siente que sobrevivi¨® al ataque de un ciempi¨¦s el¨¦ctrico llamado C¨®vi y del panadero que te regala una hogaza bendita porque se le dio la gana y hablo de la voz de una anciana que ven¨ªa cantando por la calle un villancico madrile?¨ªsimo para hacerse una celebraci¨®n ¨ªntima ya sin nadie¡ Sigue silencio que hay tantas cosas que ya no merecen hablarse y porque la clara conciencia de un nuevo amanecer confirma inapelablemente la verdadera etimolog¨ªa de las palabras, la palpable sustancia de cada emoci¨®n y ese ruido maravilloso que se queda flotando en los labios despu¨¦s de un beso y en el instante renovador de los abrazos.
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