Los raros regalos
Al amanecer, bajo el ¨¢rbol de la conciencia aparecen golosinas de sincera gratitud para tanta gente buena junta que de verdad est¨¢n siempre cerca de uno por el milagro de leer
Al amanecer, los mentirosos y traidores hallar¨¢n un espejo que refleje fielmente su vileza y a quienes se confunden con afirmar dichos que no dije sin sustento alguno, le regalo una bocina que repite en decibeles ineludibles lo que digo porque creo en ello para que la ecolalia ayude a su amnesia y asuman fielmente la negaci¨®n de sus afirmaciones. Al amanecer, bajo el ¨¢rbol de la conciencia aparecen golosinas de sincera gratitud para tanta gente buena junta que de verdad est¨¢n siempre cerca de uno por el milagro de leer¡ leer por placer y no la jerigonza doctrinaria de la mentira y corrupci¨®n de siempre que se destila en cada pesadilla ma?anera.
Bajo los ¨¢rboles ra¨ªdos y casi sin ramas se abultan las calladas casta?as y los turrones invisibles con los que intento endulzar la Navidad para quienes no la tienen: los ni?os ¨Cjam¨¢s minor¨ªa¡ª que padecen c¨¢ncer sin remedio ni ayuda, los infantes que lloran p¨¦rdidas desde antes de asumirlas en conciencia y los ancianos que han visto la progresiva caries con la que se derrumba el mundo en que vivieron. Regalo tambi¨¦n silencio absoluto para los antiguos amigos supuestamente incondicionales que se han evaporado por convenirle a sus intereses y a los que solo llaman y hablan cuando uno llama o les habla y a las que dicen que est¨¢n sin estar realmente y en una caja inmensa con mo?os morados quiero regalar aliento y alivio para quienes no necesariamente cenaron la Nochebuena, ni tuvieron que cantar villancico alguno; en esa misma caja morada van versos sueltos y pedazos de pel¨ªculas entra?ables, fotograf¨ªas antiguas y las nuevas selfies enmarcadas donde uno debe procurar aparecer junto a bondades an¨®nimas, lectores devotos y escritores en ciernes; all¨ª van las novelas in¨¦ditas y los cuentos por venir, la m¨²sica que cada quien transpira en el amanecer siempre feliz de otra Navidad.
Al amanecer el alma infantil espera que realmente se haya instalado por hoy el reino del amor y la pausa de todas las guerras, la aclaraci¨®n de todo malentendido y las cosas por su nombre. Al amanecer, todos los ni?os saborean dulces in¨¦ditos y estrenan crucigramas en las faldas de la misma mu?eca de siempre y los desfiles de soldaditos a la vera de un tren que traza un infinito bajo las faldas del ¨¢rbol de luces. En el pesebre, un ni?o sabe que ha de morir sacrificado treinta a?os despu¨¦s de la adoraci¨®n de los sabios y magos y en el establo se arrodillan los bueyes y se calla el asno por una sola vez en el amanecer imposible donde parece que se ha despejado la pandemia de todos los virus y el mundo entero vuelve a los abrazos sin mascarilla y a la lenta resurrecci¨®n de todos nuestros muertos y tanto cansancio de las enfermeras y m¨¦dicos, anestesistas y camilleros, trabajadoras de la asepsia y ministros del consuelo, incombustibles duendes de la vida misma en medio de tanta sombra de muerte¡ Pero vuelve el amanecer luminoso de sonrisa, de que todo esto pasar¨¢ porque algo ha de pasar y amarremos el p¨¢rrafo con el sincero deseo de que reine por un instante el silencio que nos merecemos, cada uno en cada cual¡ Como todos los d¨ªas, ya para siempre.
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