Un pa¨ªs sin proyecto colectivo
En Espa?a la pol¨ªtica siempre funciona a partir del principio del mal menor, no del bien mayor
Una vez m¨¢s, empresarios y trabajadores han ofrecido un ejemplo al llegar a un acuerdo en la reforma laboral, un tanto que se ha apuntado leg¨ªtimamente el Gobierno. A falta de la confirmaci¨®n parlamentaria del real decreto, este se encuentra ahora con que sus socios habituales en las Cortes lo hacen depender de los intereses particulares ¡ªalgunos ideol¨®gicos, otros territoriales¡ª de algunos de ellos. La aprobaci¨®n del Presupuesto ya fue el antecedente de esta misma actitud, una casi obscena escenificaci¨®n del trapicheo de partidas econ¨®micas y concesiones pol¨ªticas entre los diferentes grupos y el mismo Gobierno. Aunque aqu¨ª es m¨¢s f¨¢cil ver la botella medio llena: m¨¢s vale tener un presupuesto hecho de retazos de intereses que volver a convocar elecciones. En Espa?a la pol¨ªtica siempre funciona a partir del principio del mal menor, no del bien mayor.
En el caso de la reforma laboral, y dado que se trata de eso que sol¨ªan llamarse acuerdos neocorporatistas, sujetar la voluntad de las partes protagonistas a otra supuesta negociaci¨®n posterior entre grupos pol¨ªticos es el mejor medio para no llegar a alcanzar nunca el fin. Puede que este sea el objetivo buscado. Si no gana claramente la parte con la que simpatizo ¡ªlos sindicatos en el caso de Bildu y ERC o los empresarios en el del PP¡ª, rompo la baraja. ?Qu¨¦ es eso de que tengamos que ganar todos? ?Hasta ah¨ª pod¨ªamos llegar!
Si antes he dicho que el acuerdo era ejemplificador es, precisamente, porque ambas partes han hecho concesiones, porque han preferido el consenso final al rudo esquema de suma cero en el que unos deben imponerse sobre otros. Lo conseguido en el pacto social permiti¨® acceder a una especie de m¨ªnimo com¨²n denominador que asegura la estabilizaci¨®n de los conflictos en este campo espec¨ªfico. As¨ª funciona eso que llamamos inter¨¦s general. Igual que ¡ªcomo se explica en la primera lecci¨®n de Sociolog¨ªa¡ª la sociedad es algo m¨¢s que la suma de sus individuos, el inter¨¦s general es algo m¨¢s que la suma de los intereses particulares. Son estos ¨²ltimos los que han de ajustarse a aquel. Aqu¨ª operamos a la inversa: si no se atiende a lo que considero que es lo m¨ªo o no satisface mis ansias de poder, ?veto!
Como estrategia pol¨ªtica es leg¨ªtima, pero sus resultados saltan a la vista. Aparte de sus muchas trabas para la gobernabilidad, dejan al pa¨ªs hu¨¦rfano de un proyecto en el que podamos identificarnos todos y que entre todos estemos llamados a realizar. Cada grupo tiene el suyo. Lo general se lee en clave particularista. Que los partidos independentistas no se sientan concernidos va de suyo, lo que ahora ocurre es que esa actitud se empieza a extender tambi¨¦n a otros territorios. Y como trasfondo est¨¢ la incapacidad de las dos grandes fuerzas nacionales de alcanzar el m¨¢s m¨ªnimo acuerdo en campo alguno. Si en esas est¨¢bamos, el 2022 asoma ya con hechura electoral: Castilla y Le¨®n y enseguida Andaluc¨ªa. La din¨¢mica es bien conocida, los partidos se arman para la guerra. El incentivo reside en la diferenciaci¨®n y en la disensi¨®n abierta cuando no en la descalificaci¨®n moral mutua, como observamos en la campa?a de Madrid. En el horizonte, adem¨¢s, con unas elecciones generales a cara de perro. Bajo estas condiciones, hago m¨ªa la m¨¢xima de mi maestro Francisco Murillo: ¡°Solo soy optimista respecto al futuro del pesimismo¡±.
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