La reforma laboral en el marco social europeo
La pandemia ha propiciado una respuesta que pocos esperaban en Europa, y esta reforma laboral ha sabido aprovechar esa circunstancia. Quienes se oponen tendr¨¢n que explicar su inter¨¦s en el retroceso o la par¨¢lisis
El acuerdo para la reforma laboral alcanzado en diciembre entre el Gobierno y los agentes sociales lleg¨® acompa?ado de intensos debates sobre su alcance e impacto en el mercado de trabajo. Un debate pol¨ªtico sobre los compromisos adquiridos por el Gobierno de coalici¨®n, y un debate t¨¦cnico en torno a los detalles concretos del texto, ambos enmarcados en un contexto europeo particular. Pese a sus limitadas competencias en la materia, la Uni¨®n Europea ha sido siempre un factor determinante de las pol¨ªticas de empleo en nuestro pa¨ªs. Y m¨¢s si cabe ahora, puesto que las l¨ªneas de la reforma quedaron trazadas en el Plan de Recuperaci¨®n espa?ol aprobado por la Comisi¨®n, en su Componente 23: ¡°Nuevas pol¨ªticas p¨²blicas para un mercado de trabajo din¨¢mico, resiliente e inclusivo¡±.
Desde el marco europeo, hay dos aspectos fundamentales de la reforma que resultan especialmente virtuosos. El primero se refiere a la negociaci¨®n colectiva, en la que se recupera la ultraactividad y la prevalencia de los convenios sectoriales en materia salarial, de manera que puedan corregirse los excesos del proceso de deflaci¨®n salarial que sigui¨® a la anterior crisis. En este punto puede hablarse sin problema de la derogaci¨®n de uno de los tres pilares de la reforma de 2012, sustentada en el abaratamiento del despido, el aumento de la flexibilidad interna y el debilitamiento de la negociaci¨®n colectiva. El segundo aspecto est¨¢ relacionado con el intento de reducir la temporalidad mediante la modificaci¨®n de los tipos contractuales, y con cambios en el r¨¦gimen sancionador enfocados a combatir el incumplimiento generalizado de la normativa de contrataci¨®n temporal. Es decir, se aborda un problema que nuestro pa¨ªs arrastra no ya desde 2012, sino desde la reforma de 1984.
?Est¨¢n estas modificaciones en l¨ªnea con la actual pol¨ªtica de empleo europea? No cabe la menor duda. Si repasamos las recomendaciones dirigidas a Espa?a en el marco del Semestre Europeo, observamos repetidas advertencias sobre la precariedad, la dualidad y el paro ¡ªsobre todo juvenil y estructural¡ª que definen nuestro sistema de relaciones laborales. Y si comparamos esta reforma con la del PP, resulta enormemente ilustrativo: frente a la destrucci¨®n de empleo y la devaluaci¨®n salarial promovida entonces, se apuesta ahora por la estabilidad y los sueldos dignos; algo que, adem¨¢s, tiene un importante componente de g¨¦nero, dado que son las mujeres quienes m¨¢s sufren la precariedad y los bajos sueldos.
Otros aspectos de la reforma, como el que se refiere a la subcontrataci¨®n o al Mecanismo RED (que sustituir¨¢ a los ERTE como instrumento de mantenimiento del empleo en coyunturas cr¨ªticas), pueden emparentarse con iniciativas similares dentro de la UE (como el programa SURE que mencionar¨¦ unas l¨ªneas m¨¢s abajo). De hecho, el acuerdo con los agentes sociales ha sido posible, en buena parte, gracias a que la negociaci¨®n de los ERTE ha engrasado un di¨¢logo que estaba deteriorado, dando lugar a una alternativa socialmente m¨¢s justa a los despidos y al Art¨ªculo 41 del Estatuto de los Trabajadores (Modificaciones sustanciales de condiciones de trabajo).
?Quiere esto decir que la UE ha cambiado notablemente su pol¨ªtica de empleo en la ¨²ltima d¨¦cada? Bueno, no estructuralmente. La constitucionalizaci¨®n de criterios neoliberales no ha cambiado, y aunque el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, la camisa de fuerza de la anterior crisis, lleva suspendido desde marzo de 2020, no se ha eliminado definitivamente. Sin embargo, el impacto econ¨®mico de la pandemia, unido al recuerdo amargo de la Gran Recesi¨®n, han abierto una ventana de oportunidad. La aprobaci¨®n del plan Next Generation EU, con la emisi¨®n de deuda conjunta y la creaci¨®n de nuevas fuentes de ingresos (los llamados ¡°recursos propios¡±), marca un giro importante respecto a la gesti¨®n de la anterior crisis. Entonces, cada pa¨ªs acudi¨® por su cuenta y riesgo a los mercados, y el dogma de la austeridad abri¨® heridas que seguimos soportando una d¨¦cada m¨¢s tarde: aumento de la desigualdad, cronificaci¨®n de la precariedad y desmantelamiento de los servicios p¨²blicos. Como se?alaba la vicepresidenta Yolanda D¨ªaz hace unos d¨ªas, en un acto con el economista franc¨¦s Thomas Piketty, no basta con dar respuestas coyunturales m¨¢s sociales en tiempos de crisis, sino que toda la arquitectura comunitaria debe bascular hacia la Europa social.
En el ¨¢mbito laboral, el discurso y las propuestas son hoy muy distintas a las de hace unos a?os. En enero de 2020, la comunicaci¨®n de la Comisi¨®n sobre Una Europa social fuerte para unas transiciones justas ya esbozaba ese cambio de rumbo. Para mostrarlo, basta repasar algunas iniciativas que se est¨¢n negociando en este momento. La propuesta de Directiva sobre salarios m¨ªnimos, que reconoce la centralidad de la negociaci¨®n colectiva como instrumento de convergencia salarial al alza y lucha contra el dumping social, puesto que pretende garantizar unas condiciones m¨ªnimas de vida en cualquier Estado de la UE. La propuesta de Directiva sobre trabajadores de plataformas, que pone coto a los procesos de externalizaci¨®n de costes que promueve la econom¨ªa digital, asumiendo la presunci¨®n de laboralidad y exigiendo transparencia en la gesti¨®n de los algoritmos. O la propuesta de Directiva de transparencia salarial, una herramienta para combatir la brecha de g¨¦nero: en la UE, las mujeres perciben, de media, salarios un 15,7% inferiores a los de los hombres, lo que se traduce en una brecha de pensiones del 37%.
Por otra parte, el programa SURE ha ayudado a los Estados a ¡°mitigar los riesgos de desempleo en caso de emergencia¡±, sufragando costes derivados de la adopci¨®n de medidas dirigidas a evitar despidos, facilitar las reducciones de jornada y limitar la ca¨ªda de ingresos de los trabajadores. Hoy tiene car¨¢cter temporal, pero podr¨ªa servir como embri¨®n de un futuro r¨¦gimen europeo de reaseguro de prestaciones por desempleo. Podr¨ªamos mencionar tambi¨¦n la Declaraci¨®n de Oporto, adoptada por el Consejo Europeo en mayo de 2021, o el Plan de Acci¨®n del Pilar Europeo de Derechos Sociales, que suponen la materializaci¨®n de un cambio de paradigma en la Comisi¨®n.
La pandemia ha propiciado una respuesta que pocos esperaban en Europa, y esta reforma laboral ha sabido aprovechar ese viento de cola. Quienes se oponen a ella tendr¨¢n que explicar su inter¨¦s en el retroceso o la par¨¢lisis. En medio de esta crisis global se est¨¢n llevando a cabo planes de reestructuraci¨®n masivos, y necesitamos mecanismos que garanticen que estos cambios sean responsables. Sabemos que donde los empleados tienen voz, los sindicatos son fuertes y la cobertura de la negociaci¨®n colectiva es amplia, las sociedades funcionan mejor.
Pero es que adem¨¢s tienen un impacto muy positivo en la eficiencia econ¨®mica de las empresas y en la estabilidad en el empleo. Los trabajadores tienen poco que ganar con los beneficios a corto plazo y mucho m¨¢s con la viabilidad a largo plazo de sus empresas. D¨¢ndoles voz, el equilibrio de los incentivos pasa de la remuneraci¨®n inmediata de los ejecutivos a la inversi¨®n y la innovaci¨®n. Por eso hay que implementar cambios reales en el modelo empresarial, tanto en su organizaci¨®n interna como en la cultura laboral, entendiendo que la participaci¨®n de los trabajadores y la mejora de sus condiciones de vida no solo resulta socialmente responsable, sino econ¨®micamente inteligente.
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