No a la guerra

Lo pensaba incluso el belicoso Winston Churchill, en frase famosa: ¡°Siempre es mejor hablar, hablar, que guerrear, guerrear¡± (jaw-jaw better than war-war). Es la propuesta de los aliados europeos y americanos. La v¨ªa diplom¨¢tica en vez de las armas. Si Joe Biden es el l¨ªder del mundo libre, cosa dudosa, ¡ªpor su endeble liderazgo, no por la causa de la libertad que defiende decentemente frente al autoritarismo de Vladimir Putin¡ª, su propuesta es el eslogan No a la guerra. El presidente ruso, en cambio, ha dado por cerrada la discusi¨®n. Quiere respuestas afirmativas a sus demandas. Y si no las tiene, ense?a sus cartas, a las que denomina militares y t¨¦cnicas: es un ultim¨¢tum; es decir, s¨ª a la guerra.

La guerra con la que amenaza Putin supera la famosa guerra preventiva de George W. Bush. No solo es ilegal, sino que culmina sus anteriores actuaciones ilegales, entre las que se incluye la anexi¨®n de Crimea y la promoci¨®n de la secesi¨®n de dos provincias ucranias. Hace tabula rasa de los acuerdos firmados por Mosc¨² desde que termin¨® la Guerra Fr¨ªa. Prepara la invasi¨®n de un pa¨ªs vecino soberano que en nada amenaza la seguridad de Rusia, una guerra de agresi¨®n. ?O acaso es una amenaza que Ucrania quiera ser democr¨¢tica y soberana? Lo es en efecto si Putin considera estas pretensiones como un arma de destrucci¨®n masiva no para los rusos, sino para su poder autocr¨¢tico y personal.

Si Rusia ataca a Ucrania, la guerra que los ucranios librar¨¢n responder¨¢ a todos los criterios legales y morales de la guerra justa. En defensa propia. Para salvaguardar la independencia nacional, la soberan¨ªa y la integridad de las fronteras que el propio Kremlin hab¨ªa reconocido primero y vulnerado despu¨¦s. Y bajo la bandera de la democracia y la libertad frente a la dictadura y la opresi¨®n que les espera en caso de derrota: basta con observar lo que est¨¢ sucediendo en Bielorrusia y en Rusia con las elecciones, los periodistas, los disidentes, la oposici¨®n e incluso ONG prestigiosas y veteranas como Memorial.

Hay mucho que discutir razonablemente sobre la seguridad europea, el papel de la UE y de la OTAN e incluso el futuro de Crimea. Es el camino de la pol¨ªtica y de la diplomacia. Si la respuesta es la amenaza de una guerra de agresi¨®n, no debe quedar margen para la duda: Kiev merece toda la solidaridad europea. Un nuevo No a la guerra, como en 2003 contra la guerra preventiva de Bush en Irak, ahora contra la amenaza de Putin, al menos por parte de las mismas fuerzas que se manifestaron entonces. Ha hecho bien el Gobierno espa?ol despejando toda incertidumbre y mandando dos fragatas al mar Negro y una escuadrilla a¨¦rea a Bulgaria. Para ayudar en la disuasi¨®n, para evitar la guerra, para devolver el contencioso a las instituciones internacionales y a la diplomacia de donde nunca debi¨® salir.