?Cu¨¢ndo perdimos la batalla?
Las oportunidades perdidas para la integraci¨®n europea hacen pensar que esa realidad nunca llegar¨¢; hay que plantearse si una uni¨®n disfuncional es la mejor de las alternativas a esa ilusi¨®n
Cuando se lucha por una causa y esta no se hace realidad, ?en qu¨¦ momento se reconoce la derrota? Hay causas por las que uno quiere seguir luchando pase lo que pase, como los derechos humanos o el cambio clim¨¢tico. ?Pertenece la integraci¨®n europea a esta categor¨ªa? Para m¨ª, no. Mi mayor punto de desacuerdo con mis compa?eros europeos federalistas no es lo que creemos que es deseable. En lo que discrepamos es en la l¨ªnea divisoria entre la realpolitik y las ilusiones.
Este fin de semana tuvimos un buen ejemplo. El loco cuyo crimen ha sido decir lo que todo el mundo en el SPD piensa es Kay-Achim Sch?nbach, que se vio obligado a dimitir como jefe de la Armada alemana por revelar al mundo que el aliado natural de Alemania es Rusia.
Alemania tambi¨¦n juega un juego no cooperativo en la uni¨®n monetaria europea a trav¨¦s de un modelo econ¨®mico basado en grandes excedentes de ahorro. Ya sea por razones de pol¨ªtica econ¨®mica o de pol¨ªtica exterior, otros Estados miembros se han mostrado reacios a enfrentarse a ella.
La crisis de la deuda soberana de la zona euro me priv¨® de la ¨²ltima de las grandes ilusiones europeas que me quedaba: la idea de que las crisis nos hacen m¨¢s fuertes. Esa crisis en particular nos hizo m¨¢s d¨¦biles. Y lo mismo ha pasado con la pandemia. No veo trayectoria alguna para que Italia genere el grado de aumento de la productividad necesario para hacer sostenible su deuda externa. La ¨²nica manera de evitar el desastre es que el Banco Central Europeo respalde la deuda italiana para siempre. Puede que lo haga, pero en ese caso se aventurar¨ªa por una senda t¨®xica que conduce a una amplia variedad de otros destinos horribles. Claro que, la zona euro probablemente tampoco sobrevivir¨ªa intacta a un impago de la deuda por parte de Italia. Elijan su veneno.
S¨¦ que muchos otros proeuropeos no han llegado a las mismas conclusiones, y quiz¨¢ nunca lo hagan. Algunos son propensos a celebrar falsos amaneceres, como la creaci¨®n del Mecanismo Europeo de Estabilidad, que consideran el preludio de un organismo europeo de la deuda. Otros celebraron el fondo de recuperaci¨®n como el comienzo de la uni¨®n fiscal de la UE, sin mencionar que carece del componente c¨ªclico. Tampoco les gusta admitir que su valor representa solamente el 0,3% del PIB al a?o. Se puede llegar a cifras m¨¢s altas si se suman las subvenciones y los pr¨¦stamos, cosa que nunca se deber¨ªa hacer, y luego se divide el total por el PIB de un a?o. Si uno reduce su ambici¨®n a adornar las estad¨ªsticas y a hacer trucos publicitarios que capten titulares, entonces esta es su opci¨®n.
La medida objetiva del ¨¦xito y el fracaso del fondo de recuperaci¨®n ser¨¢ el grado de aumento de la productividad que genere. Esto se ver¨¢ en los datos brutos de los pr¨®ximos a?os. Aun en el improbable caso de que el fondo se renueve, seguir¨¢ estando por debajo del nivel en el cual constituir¨ªa un factor macroecon¨®mico. Es ¨²til como lo son tantas cosas en la vida, pero no tiene nada que ver con la uni¨®n fiscal o econ¨®mica.
Mi escepticismo no es una cuesti¨®n de impaciencia, sino de oportunidades perdidas para siempre. Tomemos el ejemplo de la adquisici¨®n de activos por parte del BCE. Entre 2008 y 2015 se abri¨® brevemente una ventana a un verdadero eurobono con el inicio del programa de relajaci¨®n cuantitativa de la instituci¨®n. Despu¨¦s, el Banco Central compr¨® deuda soberana nacional por valor de billones y la transform¨® en euros. As¨ª funciona la relajaci¨®n cuantitativa: cambia deuda por dinero. El dinero es un pasivo similar a los bonos, salvo que el vencimiento es m¨¢s corto.
La idea detr¨¢s de un verdadero eurobono no podr¨ªa ser m¨¢s diferente. No se habr¨ªa tratado de monetizar la deuda nacional. Un eurobono propiamente dicho habr¨ªa sido un instrumento de deuda de una uni¨®n fiscal con poderes limitados de recaudaci¨®n. En ese escenario, el BCE habr¨ªa podido seguir comprando deuda, pero solo a escala de la UE. Los vol¨²menes habr¨ªan sido necesariamente de una magnitud mucho menor. La deuda nacional se habr¨ªa convertido en subsoberana y podr¨ªa haber incumplido el plazo de devoluci¨®n sin poner en peligro la estabilidad de la Uni¨®n.
Una Europa federal no tendr¨ªa por qu¨¦ haber sido un gran Estado. Habr¨ªa podido incluir las adquisiciones para la defensa, que representan alrededor del 2% del PIB, y los programas de inversi¨®n en cambio clim¨¢tico y digitalizaci¨®n, por ejemplo. Habr¨ªa facilitado numerosos servicios de reaseguro contra las alteraciones c¨ªclicas y las crisis financieras. Podr¨ªa haber sido uno de los entes soberanos m¨¢s sobrios del mundo, con un presupuesto de alrededor del 5% del PIB. Con eso habr¨ªa bastado para cumplir con sus funciones econ¨®micas b¨¢sicas.
Ojal¨¢. He llegado a la conclusi¨®n de que ese barco ya ha zarpado. Y cuando uno se da cuenta de ello, las consecuencias son de gran alcance. Si una verdadera uni¨®n econ¨®mica constituye la mejor opci¨®n, la consecuencia l¨®gica no es que una uni¨®n econ¨®mica disfuncional sea la segunda mejor. Quiz¨¢ usted crea que la Uni¨®n Europea todav¨ªa es posible. Est¨¢ en su derecho. Pero si no es as¨ª, tiene que plantearse algunas preguntas bastante preocupantes. En este punto me encuentro yo. Una de las preguntas es la siguiente: aunque la soluci¨®n europea sea la ¨®ptima, ?es posible que la alternativa nacional sea mejor que un h¨ªbrido disfuncional?
Hago esta pregunta porque me doy cuenta de que la mayor amenaza a la integraci¨®n europea procede de las ¨¢reas en las que esta funciona mal. El mercado ¨²nico y las aduanas funcionan eficazmente. Lo mismo ocurre con el comercio y la pol¨ªtica de competencia. En cambio, la coordinaci¨®n de la pol¨ªtica macroecon¨®mica ha sido siempre un fracaso. Y la pol¨ªtica exterior y de seguridad van en la misma direcci¨®n.
Quiz¨¢ el mayor fracaso sea la incapacidad y la falta de voluntad de los m¨¢s ardientes defensores de la integraci¨®n europea para decir la verdad al poder y tratar la integraci¨®n como un sistema de creencias. As¨ª es como se pierde la batalla por una Europa unida: cuando terminamos con una uni¨®n econ¨®mica que fomenta la divisi¨®n y un Ej¨¦rcito europeo que nunca lucha.
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