El mudo y el sordo
Por si alguien lo hab¨ªa olvidado, Vlad¨ªmir Putin exhibe un ej¨¦rcito preparado para regresar al peor pasado de Europa
Nunca se hab¨ªa visto algo as¨ª en la historia de la diplomacia. Una frialdad que estremece. El aire que se corta. Unas declaraciones como fogonazos verbales, secos y certeros. Da en el clavo el avieso y glacial ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, con su met¨¢fora. M¨¢s de lo que ¨¦l mismo pudiera pensar. No es entre sordos este di¨¢logo imposible, sino entre un mudo y un sordo, tal como se?al¨® al t¨¦rmino de su encuentro esta pasada semana con la ministra de Exteriores brit¨¢nica, Liz Truss.
Todos reconocen al mudo. No hay ambig¨¹edad en sus gestos, aunque su silencio pretenda desmentirlos. Sabemos qu¨¦ significa su mano sobre el grifo del gas aunque sus palabras digan que el suministro est¨¢ garantizado. Acompa?a su sonrisa sard¨®nica con los golpecitos de la porra sobre la palma de la mano. Parece que se sienta a negociar, pero con su pistola sobre la mesa. No dice nada pero se le entiende todo.
No hay que andarse con bromas ni esperar mucho de las palabras de quien todo lo fundamenta en la raz¨®n de la fuerza. En Francia a las fuerzas armadas se les llama la Grande Muette (la gran muda). Ahora la Rusia de Putin despliega y exhibe el mutismo de sus argumentos: soldados, blindados, misiles, aviones, fragatas, en las fronteras y en los mares circundantes de Ucrania.
Por si alguien lo hab¨ªa olvidado, exhibe un ej¨¦rcito preparado para regresar al peor pasado de Europa, una invasi¨®n a gran escala, la tercera guerra mundial si hace falta, y por qu¨¦ no el uso del arma at¨®mica. No tuvo rebozo en mentarla, amenazante y sin cortarse, ante Emmanuel Macron, el presidente franc¨¦s y ¨²nico mandatario europeo que tambi¨¦n la tiene, ni en exhibir que a ¨¦l nadie le supera en n¨²mero de cabezas nucleares preparadas para el apocalipsis.
Empez¨® con un ultim¨¢tum, hace ya dos meses. Exig¨ªa regresar a 1997, al statu quo anterior a la ampliaci¨®n de OTAN, y el compromiso escrito de que Ucrania no ingresar¨¢ jam¨¢s en la Alianza ni habr¨¢ nuevas ampliaciones. Desde entonces, ha ido estrechando el dogal militar alrededor de Ucrania. No le valen las respuestas de europeos y estadounidenses sobre desarme, proliferaci¨®n nuclear, transparencia o reducci¨®n de riesgos. Quiere ganar de golpe y por la amenaza de la fuerza todo lo que el Kremlin perdi¨® en los ¨²ltimos 30 a?os por m¨¦ritos propios.
El sordo hace caso omiso. Solo le atender¨¢ cuando el mudo empiece a enfundar sus armas y se disponga a un di¨¢logo sin mudos ni sordos. Conviene que no se acoquine ni vacile, que no discuta ni pelee con sus amigos, que siga sordo ante las amenazas y se haga tambi¨¦n el sordo a los c¨¢nticos de sirena de los derrotistas, los que dan por perdida cualquier batalla antes de librarla, y de los apaciguadores, siempre dispuestos a entregar prendas a los mafiosos, sin advertir que su concesi¨®n ser¨¢ solo la primera.
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