Piernas
Lo que en los hombres es decoroso y natural, en las mujeres es desverg¨¹enza, desacato, descaro, indecencia, impropio de una ¡®se?orita¡¯
Esta es la versi¨®n web de Americanas, el bolet¨ªn de EL PA?S Am¨¦rica que aborda noticias e ideas con perspectiva de g¨¦nero. Para recibirlo cada domingo puede suscribirse en este enlace.
Los gestos corporales, qu¨¦ grandes mensajes. En las ma?aneras del presidente de M¨¦xico los hombres de su gabinete se sientan, las mujeres van a misa. Ah¨ª est¨¢ la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodr¨ªguez, con las piernas alineadas y las rodillas bien juntas, las manos obedientes en el regazo. Lo mismo hac...
Esta es la versi¨®n web de Americanas, el bolet¨ªn de EL PA?S Am¨¦rica que aborda noticias e ideas con perspectiva de g¨¦nero. Para recibirlo cada domingo puede suscribirse en este enlace.
Los gestos corporales, qu¨¦ grandes mensajes. En las ma?aneras del presidente de M¨¦xico los hombres de su gabinete se sientan, las mujeres van a misa. Ah¨ª est¨¢ la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodr¨ªguez, con las piernas alineadas y las rodillas bien juntas, las manos obedientes en el regazo. Lo mismo hace Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de Ciudad de M¨¦xico, cuando acude al llamado del presidente. No hay un momento de relajaci¨®n en el que se busque la comodidad de una postura sencilla pero acorde con la ceremonia, que no es otra cosa que una simple conferencia de prensa. Son solo dos ejemplos, pero se repite casi cada ma?ana, con muchas mujeres. Diosas vestales firmes ante el altar, inm¨®viles como estatuas, las manos quietas, las piernas apretadas, como buenas y temerosas se?oritas.
A su lado, los compa?eros, incluso los militares, abren sus piernotas sin recato. El secretario de Defensa, Luis Cresencio Sandoval, cruza los tobillos; otros uniformados, con las manos apoyadas en los muslos y el cuerpo echado hacia adelante, parece que van a levantarse de la silla. Campechanos como nadie. El secretario de Gobernaci¨®n, Ad¨¢n Augusto L¨®pez, no conoce el roce de rodillas. Ni el subsecretario Gatell ni su jefe, el licenciado Varela. Asientan sus posaderas c¨®modamente y prenden sus celulares. ?Qui¨¦n les ense?¨® a ellos a cerrar las rodillas ni el temerario peligro de tenerlas abiertas? Eso estaba destinado al sexo atacable: no se provoca, no se sufre. Y as¨ª llegamos al siglo XXI.
Manspreading. Ni s¨¦ ya qui¨¦n le puso nombre a lo que ven¨ªa incomodando desde hace tiempo. Acertadamente traducido al espa?ol como despatarre, la pr¨¢ctica es recurrente en los transportes p¨²blicos, por ejemplo, donde las mujeres ocupan el asiento que les corresponde y ellos se extienden m¨¢s all¨¢, lanzando el mensaje, como el perro deja la meada: esto es espacio p¨²blico, ergo mi territorio. Las redes est¨¢n llenas de fotos. Vale para los congresos, exposiciones, charlas televisivas, para cualquier cita. Lo que en los hombres es decoroso y natural, en las mujeres es desverg¨¹enza, desacato, descaro, indecencia, impropio de una se?orita. Cuando le dieron el premio nobel de Literatura a Doris Lessing se dej¨® fotografiar con las piernas bien abiertas en las escaleras de su casa. Recuerdo las cr¨ªticas machistas escondidas bajo argumentos de buen gusto y no s¨¦ qu¨¦ otras zarandajas.
Se?orita (ya acabo). Se?orita es una de las palabras que m¨¢s se pronuncian en M¨¦xico, lo mismo da que sea una llamada al banco que los buenos d¨ªas en el mercado. Da igual que una tenga 15 a?os que 49 o 72. Porque no es una cuesti¨®n de edad, sino de estado civil. ?Es soltera?: se?orita. Casada: se?ora. El t¨¦rmino no es inocente, desde luego que no. Solo a los ni?os y algunos pipiolos de la clase alta se les dice se?oritos (pura cursiler¨ªa o mecanismo de distinci¨®n del padre y due?o de la manada). Pero las mujeres, de cualquier clase, son se?oritas eternamente, porque infantilizarlas es estrategia. Son siempre j¨®venes e inexpertas, alocadas y sin criterio, emocionales sin raciocinio. El sexo a proteger, el sexo tutelado, el sexo que no toma decisiones, que obedece con las piernas cerradas, como buena se?orita. Dir¨¢n que las mujeres que pasan por la ma?anera son poderosas. Desde luego que s¨ª. Pero los gestos son un mensaje y en este caso no hay nada bueno que aprender de ¨¦l.
Estos son nuestros art¨ªculos recomendados de la semana:
¡°La impunidad es la regla en las muertes por cirug¨ªas est¨¦ticas en Colombia¡±.
No hay paz para Irinea Buend¨ªa, s¨ªmbolo de la lucha contra los feminicidios en M¨¦xico
Jessica Chastain: ¡°Varios compa?eros me han dicho que deje de hablar¡±
Cuando el feminicida entra a casa
Contra la extrema derecha: un feminismo para todo el mundo
Y para despedirnos, unas sugerencias:
Una recomendaci¨®n de Naira Galarraga Gort¨¢zar, corresponsal de EL PA?S en S?o Paulo
Ida B. Wells, el hilo entre los linchamientos y Barbie
Sospecho que una de las ¨²ltimas cosas que esperas toparte en un bolet¨ªn feminista como Americanas es una Barbie, pero aqu¨ª traigo una. Los fabricantes de aquella rubia con aspecto de anor¨¦xica acaban de dedicar una mu?eca a Ida B. Wells, un personaje extraordinario. Nacida esclava en 1862, esta reportera y activista contra el linchamiento de los negros ya ejerc¨ªa a finales del XIX lo que ahora conocemos como periodismo de datos. Incre¨ªble, ?verdad? Document¨® miles de casos en el sur de EE UU, investig¨® las acusaciones contra los linchados ¡ªincluida la t¨ªpica de violar a mujeres blancas¡ª y descubri¨® un patr¨®n: era una t¨¢ctica para instigar el terror en los negros y mantener la supremac¨ªa blanca. De la investigaci¨®n naci¨® el libro A red record.
La osad¨ªa y el coraje que hac¨ªa falta para embarcarse en una tarea de ese calibre contra el orden establecido contrasta con el aspecto de Ida B. Wells en la versi¨®n de juguete. Luce un vestido victoriano, botines de tac¨®n y un mo?o alto, a tono con la ¨¦poca. Una imagen convencional que escond¨ªa una pionera en may¨²sculas. Tambi¨¦n fue directora y copropietaria de un peri¨®dico negro, el Memphis Free Speech, adem¨¢s de sufragista. Record¨¦ a Ida B Wells estos d¨ªas tras el brutal linchamiento de un congol¨¦s en un quiosco playero de R¨ªo de Janeiro.
Y hablando de periodistas, una ¨²ltima recomendaci¨®n:
La polit¨®loga mexicana Denise Dresser dice que las agresiones que recibimos las mujeres en las redes sociales son una extensi¨®n de la violencia que vivimos en las calles. Esos ataques son especialmente graves para algunas, como las periodistas, que ¡ªcomo han demostrado diversos estudios¡ª son v¨ªctimas de trols an¨®nimos y actores pol¨ªticos que las asedian con insultos y amenazas en el mundo digital. Esta semana, la Fundaci¨®n para el Debido Proceso (DPLF) ha presentado el informe Mujeres periodistas en primera l¨ªnea: desaf¨ªos para la Libertad de Prensa en El Salvador, que analiza las formas espec¨ªficas de abusos y ataques que sufren las reporteras salvadore?as. ¡°Existe un patr¨®n de violencia que se caracteriza por el acoso digital y ciberataques; la estigmatizaci¨®n y mensajes de odio en raz¨®n a su g¨¦nero; y amenazas con componentes sexuales¡±, nos cont¨® la coordinadora de comunicaciones de la organizaci¨®n, Karen Arita Ramos, esta semana en un correo. El informe refleja, adem¨¢s, que con frecuencia se les trata de ridiculizar o cuestionar su inteligencia o capacidad.
Seg¨²n el documento, en los ¨²ltimos a?os ha habido un aumento notable de estas agresiones que coloca a las periodistas en niveles de hostilidad que no se ve¨ªan desde la guerra civil en la d¨¦cada de 1980. ¡°Las agresiones y violencias contra mujeres periodistas no ha iniciado con el Gobierno del presidente [Nayib] Bukele, pero s¨ª se ha intensificado, como parte de una pr¨¢ctica estatal. No son hechos aislados¡±, explica Leonor Arteaga, directora de programas de la organizaci¨®n. ¡°Esto tiene un efecto silenciador y de intimidaci¨®n contra las mujeres periodistas espec¨ªficamente, pero tambi¨¦n contra todas las mujeres que quieran alzar su voz¡±. Si quieres escuchar m¨¢s de las amenazas que enfrentan las periodistas salvadore?as de su propia voz, este martes DPLF organiza una conversaci¨®n en Twitter Spaces.
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