Clausewitz ha regresado
Es raro que un nuevo orden internacional surja pac¨ªficamente. La historia nos demuestra que antes van a medirse las fuerzas, en competencia hasta alcanzar un nuevo equilibrio
La guerra cl¨¢sica est¨¢ de vuelta. Llega inesperadamente de la mano de nuestra extra?a ¨¦poca, superada la globalizaci¨®n feliz, cuando regresan tambi¨¦n la geograf¨ªa, la geopol¨ªtica, el desorden mundial y las grandes ambiciones estrat¨¦gicas. Tiene toda la l¨®gica. Es raro que un nuevo orden internacional surja pac¨ªficamente. La historia nos demuestra que antes van a medirse las fuerzas, en competencia hasta alcanzar un nuevo equilibrio.
Parec¨ªa que todo iba a resolverse a trav¨¦s de guerras atenuadas: sanciones geoecon¨®micas, terrorismo, confrontaciones h¨ªbridas, fuerzas interpuestas, subcontrataciones de milicias privadas, batallas psicol¨®gicas y ciberguerras. No entraba en la imaginaci¨®n de los europeos la idea de una confrontaci¨®n abierta, violenta y desatada, sin otro l¨ªmite que el sometimiento del adversario a la voluntad de quien la declara. Quien se ha encargado de evocarla, con los negros tintes del apocalipsis, ha sido Vlad¨ªmir Putin, y lo ha hecho como si siguiera la plantilla b¨¦lica estudiada por Carl von Clausewitz, el gran fil¨®sofo de la guerra.
Es un desaf¨ªo y un duelo. Entre Rusia y Estados Unidos. El resto no cuenta. Ucrania es el pretexto. El objetivo, recuperar la ambici¨®n de Stalin sobre el entero continente europeo. Primero, el glacis que rode¨® a la Uni¨®n Sovi¨¦tica desde la conferencia de Yalta en 1945 hasta el ingreso de Hungr¨ªa, Polonia y Chequia en la OTAN en 1999. Luego ir¨¢ llegando el resto: Europa siempre ha vacilado entre la hegemon¨ªa mar¨ªtima del Reino Unido y su sucesora americana ¡ªesto es la OTAN¡ª y la terrestre, hasta la pasada Guerra Mundial disputada entre Francia, Alemania y Rusia, y ahora vacante a falta de vocaci¨®n estrat¨¦gica europea.
La mirada larga de Washington se dirige hacia China. No se sabe hacia d¨®nde mira Europa. Putin, en cambio, sabe muy bien lo que quiere. Puede que pertenezca a la modernidad de la guerra psicol¨®gica, pero desde el Kremlin se exhiben viejos conceptos que en Europa se cre¨ªan obsoletos: el poder duro; la pol¨ªtica de potencia, amenazante y desestabilizadora; las esferas de influencia; y, sobre todo, el m¨¢s viejo y siniestro concepto de la guerra total, representado por las im¨¢genes del mayor despliegue militar de los ¨²ltimos 80 a?os, con el que se construye la visi¨®n de una invasi¨®n terrestre a gran escala y al final del uso de la bomba nuclear.
Una profunda iron¨ªa de la historia acompa?a a tanta brutalidad, todav¨ªa escasamente percibida, especialmente por los pac¨ªficos europeos occidentales. Seg¨²n el pensador ultraconservador Oswald Spengler, siempre hay un pelot¨®n de soldados dispuestos a salvar la civilizaci¨®n occidental. Parece que quien quiere salvarla ahora y recibe el aplauso de las derechas m¨¢s reaccionarias del mundo es el polic¨ªa sovi¨¦tico que ha llegado m¨¢s alto en su carrera pol¨ªtica. Tiene el prop¨®sito de restaurar la civilizaci¨®n rusa y cristiana, matriz hegem¨®nica de un reaccionario imperio euroasi¨¢tico, a pesar de que en sus or¨ªgenes los suyos, los chequistas, estaban al servicio de Lenin y de la revoluci¨®n mundial.
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