Sin avances en la frontera sur
Un a?o despu¨¦s de la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, las condiciones se han vuelto todav¨ªa peores para los refugiados atrapados en el lado mexicano de la frontera
¡°Por razones de la covid ya no hay asilo¡±. Desde marzo de 2020, los funcionarios de fronteras de Estados Unidos han pronunciado esas palabras para rechazar a miles de refugiados que trataban de acceder a una protecci¨®n humanitaria en los puntos de entrada al pa¨ªs, forz¨¢ndoles as¨ª a permanecer en las peligrosas ciudades de la frontera mexicana o a ser expulsados en vuelos de vuelta a los pa¨ªses de los que hu¨ªan. Hace casi dos a?os, la Administraci¨®n de Donald Trump utilizaba la covid como pretexto para poner en marcha Title 42, su pol¨ªtica de cierre de fronteras, y hacer realidad su manifiesto objetivo de cerrar el acceso al sistema de asilo estadounidense. Despu¨¦s de haber sido testigo de primera mano de los peores horrores de la pol¨ªtica de fronteras de Trump, resulta surrealista y demoledor contemplar c¨®mo, un a?o despu¨¦s de la llegada de Joe Biden, las condiciones se han vuelto todav¨ªa peores para los refugiados atrapados en el lado mexicano de la frontera.
Durante su campa?a, Biden hizo generosas promesas de construir un sistema de asilo ¡°seguro, ordenado y humano¡± en la frontera sur de Estados Unidos, llam¨® a la Casa Blanca a estimables defensores de la inmigraci¨®n para dar forma a su nueva pol¨ªtica de fronteras y contact¨® con organizaciones sin ¨¢nimo de lucro, como la m¨ªa, para que ayudaran a su Administraci¨®n a rehacer un sistema de asilo diezmado por Trump. Nuestro trabajo tuvo un comienzo prometedor, ya que nos coordinamos con la Administraci¨®n de Biden para comenzar a desactivar el programa Qu¨¦date en M¨¦xico, que obligaba a casi 70.000 refugiados a esperar en precarios campamentos y refugios fronterizos mexicanos a las resoluciones estadounidenses de petici¨®n de asilo. Sin embargo, estas y otras pol¨ªticas proinmigraci¨®n de Biden no tardaron en ser m¨¢s teatrales que sustanciales. Por ejemplo, en sus primeros seis meses, la ¡°desactivaci¨®n¡± del Qu¨¦date en M¨¦xico permiti¨® que unos 13.000 migrantes continuaran con sus casos de asilo en Estados Unidos, pero durante el mismo per¨ªodo de tiempo, Biden devolvi¨® a M¨¦xico a casi un mill¨®n de migrantes utilizando la pol¨ªtica del Title 42 de Trump. Diversos y reputados colegas que colaboraban con la Administraci¨®n con la esperanza de operar un cambio positivo dimitieron como protesta, cuando qued¨® claro que influyentes miembros del Partido Dem¨®crata no estaban queriendo asumir riesgos pol¨ªticos por mantener las promesas de la campa?a electoral de Biden.
Las pol¨ªticas de rechazo a los refugiados como prevenci¨®n de la expansi¨®n de la covid son como una broma cruel dise?ada como castigo a los migrantes, con cierres de frontera relacionados con la covid que, en su gran mayor¨ªa, solamente les afectan a ellos. El feminicidio y la guerra de carteles en M¨¦xico, la agitaci¨®n pol¨ªtica en Hait¨ª, y los desastres provocados por el cambio clim¨¢tico en Centroam¨¦rica han impulsado hacia la frontera a cantidades crecientes de familias vulnerables. Impedidas de poder buscar asilo o reunirse en Estados Unidos con sus familiares, atestan campamentos fronterizos y rebasan la capacidad de los refugios. Al mismo tiempo, alrededor de diez millones de ciudadanos estadounidenses, residentes y poseedores de visado, cruzan la frontera cada mes con un escaso o nulo chequeo por la covid-19. El acceso salvador a protecciones humanitarias ha sido suprimido en nombre de la ¡°salud p¨²blica¡±, aunque los ciudadanos y residentes estadounidenses cruzan libremente a M¨¦xico para asistir a multitudinarios festivales musicales, o de vacaciones, sin requisitos de test o de cuarentenas. Es exasperante ver a los migrantes sufrir y morir por falta de acceso a cuidados de emergencia en un sistema p¨²blico mexicano devastado por la pandemia, mientras, al norte, muchos de mis compatriotas protestan por las medidas de vacunaci¨®n y rechazan los protocolos para mitigar la covid, tanto en Estados Unidos como fuera del pa¨ªs.
Al mantener esas crueles e ineficaces pol¨ªticas, Biden no solo ha conseguido enojar seriamente a los defensores de la inmigraci¨®n, sino que tambi¨¦n ha fracasado en obtener un alto el fuego por parte de los republicanos, los cuales simplemente duplicaron sus esfuerzos por promover la histeria de ¡°las fronteras abiertas¡±; una histeria que no podr¨ªa estar m¨¢s alejada de la verdad, ya que las actuales pol¨ªticas del Title 42 y Qu¨¦date en M¨¦xico est¨¢n siendo utilizadas como burdas herramientas para expulsar a tantos migrantes como sea posible. Al mismo tiempo, quienes, en la izquierda, se indignaron por pol¨ªticas de Trump como la de la separaci¨®n familiar, se muestran mayormente ap¨¢ticos o no conscientes de que las pol¨ªticas de Biden son, en muchos sentidos, m¨¢s restrictivas y abusivas que las de Trump. Defensores de la creaci¨®n y del apoyo a movimientos para abolir el ICE (siglas en ingl¨¦s del Servicio de Inmigraci¨®n y Control de Aduanas de Estados Unidos) se contentan ahora con sumirse en interminables reuniones con dirigentes del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) mientras nuestros representados mueren en la frontera.
Para ser justa con mis colegas de buena fe en el movimiento estadounidense por los derechos de los inmigrantes, la Administraci¨®n de Biden ha tenido ¨¦xito al distraernos, dej¨¢ndonos luchar por retener los vestigios de un moribundo sistema de asilo en la frontera entre Estados Unidos y M¨¦xico, mientras ellos creaban un sistema m¨¢s amplio de apartheid global mucho m¨¢s insidioso. Al igual que Europa y Australia, Estados Unidos tiene subcontratado un control de inmigraci¨®n mediante pa¨ªses de ¡°tr¨¢nsito¡± como M¨¦xico y Libia, cuyos gobiernos en gran medida hacen la vista gorda ante los abusos de los derechos humanos, y que para los migrantes tiene como resultado la violencia, la esclavitud o incluso la muerte. Se produce un clamor p¨²blico cuando agentes a caballo azotan a migrantes haitianos en la frontera de Estados Unidos, pero rara vez se registra cuando el Gobierno de Estados Unidos emplea los d¨®lares de nuestros impuestos pagando a la Guardia Nacional mexicana para que haga lo mismo. La externalizaci¨®n del control de fronteras del primer mundo no nos absuelve a los ciudadanos del mismo de nuestra responsabilidad moral de impedir que nuestros gobiernos hagan da?o a los m¨¢s vulnerables, con independencia de que el abuso tenga lugar o no en nuestras fronteras f¨ªsicas.
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