La soledad de Casado
La suma de errores propios, el ataque de Ayuso y el abandono de los suyos prefiguran el fin del l¨ªder popular
Tres a?os despu¨¦s, resurge en el PP la candidatura que no lleg¨® a ser. Antes de que se celebre el congreso previsto para abril, Alberto N¨²?ez Feij¨®o ha asumido el liderazgo del PP sin adversario alguno, como un redentor llegado del occidente peninsular y analg¨¦sico pol¨ªtico contra los males de altura. Sin haber confirmado si presentar¨¢ su candidatura, Feij¨®o aporta el protagonismo de un bar¨®n crucial, Juan Manuel Moreno Bonilla, y el relanzamiento de uno de sus antiguos hombres de confianza, Esteban Gonz¨¢lez Pons, candidato a secretario general si Feij¨®o hubiese dado el paso que no dio en 2018. El tercer nombre del equipo de transici¨®n lo propuso Pablo Casado y es una mujer, Cuca Gamarra, aceptada por unanimidad como nueva coordinadora hasta el congreso extraordinario.
Los liderazgos en Madrid de Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes, tanto en la presidencia del partido como de la Comunidad, significaron quebraderos de cabeza de consideraci¨®n para Mariano Rajoy. El acceso a ese trono regional de la formaci¨®n es una herramienta clave de influencia, agencia de colocaci¨®n en listas electorales y financiaci¨®n directa e indirecta. Mucho poder. El pacto urgente y trabajoso al que se lleg¨® la madrugada del jueves en la calle de G¨¦nova entre los barones y Casado deja en el aire la victoria parcial o total de la ¨²nica ausente, Isabel D¨ªaz Ayuso, que aspira a convertirse en presidenta regional del PP en Madrid en un congreso que tendr¨¢ que celebrarse ya bien avanzada la primavera. Antes de esa fecha, quiz¨¢s pueda aclararse el caso de la comisi¨®n que su hermano percibi¨® a ra¨ªz de un contrato p¨²blico con el Gobierno que ella preside. En el juicio sumar¨ªsimo a Casado de los barones no figur¨® ninguna inquietud por el resultado de esa investigaci¨®n.
Es pronto para saber si estamos ante un simple relevo de personas y no de estrategias o acci¨®n pol¨ªtica; si estamos o no ante una direcci¨®n con nuevas caras, pero la misma pr¨¢ctica de obstrucci¨®n met¨®dica, negaci¨®n sin matices y peligrosas imputaciones al Gobierno (deso¨ªdas repetidamente en Bruselas) en la gesti¨®n de los fondos europeos. El frentismo al estilo de Vox que ha practicado el PP hasta ahora no le ha reportado beneficio alguno visible, al menos no en Castilla y Le¨®n. La moderaci¨®n y posibles acuerdos de gobierno con Vox se dan de bofetadas, y tampoco se han escuchado a Feij¨®o ni al equipo de transici¨®n declaraciones pol¨ªticas ni de intenci¨®n sobre este punto.
Para la historia del PP queda ya la imagen de la salida del hemiciclo de Pablo Casado en el Congreso el mi¨¦rcoles: concentra en una sola secuencia la soledad del l¨ªder de un partido, la se?al ic¨®nica de una claudicaci¨®n. Casado hab¨ªa confesado a su entorno m¨¢s ¨ªntimo que no hab¨ªa raz¨®n alguna para abandonar ¡ª¡±no he hecho nada¡±¡ª, mientras a la vez el goteo de deserciones lo resum¨ªa otra colaboradora: ¡°Lo han ido abandonando uno a uno¡±. Eran los mismos que aplaud¨ªan a un gran parlamentario en una escena que refleja, como pocas, la crueldad end¨¦mica de la pol¨ªtica: hoy se esconden o simplemente callan.
En apenas dos d¨ªas, a Casado se le echaron encima los errores de un liderazgo err¨¢tico y los fallos de c¨¢lculo en su batalla con Isabel D¨ªaz Ayuso. El mejor momento de su carrera pol¨ªtica ¡ªla ruptura razonada con Vox en la moci¨®n de censura¡ª perdi¨® credibilidad en muy poco tiempo al no resistir la tentaci¨®n de querer parecerse a quien le arrebataba votantes por su derecha y al negar al PP su condici¨®n de partido capaz de llegar a acuerdos con el Gobierno. Su oposici¨®n amartillada en la negaci¨®n sistem¨¢tica ha sido impropia de un partido de Estado, como ha sucedido en el bloqueo de instituciones tan centrales como el Consejo General del Poder Judicial, en una estrategia que solo aliment¨® la rebeld¨ªa primaria y antipol¨ªtica de Vox. Tuvo que llegar el drama en directo vivido por el PP durante estos d¨ªas para que el respeto institucional regresara al Congreso. Pablo Casado tuvo la valent¨ªa de acudir a la sesi¨®n de control del mi¨¦rcoles, y tanto su intervenci¨®n como la respuesta de Pedro S¨¢nchez rehuyeron la munici¨®n de trinchera que demasiadas veces ha inutilizado la funci¨®n misma de la sesi¨®n.
Se dej¨® malaconsejar para provocar el adelanto electoral en Castilla y Le¨®n. Los resultados reales estuvieron muy alejados de las encuestas que solo una semana antes de las elecciones lo acercaban a la mayor¨ªa absoluta. Esa decepci¨®n hizo saltar las bridas de una formaci¨®n amenazada por Vox y obligada a decidir el papel que habr¨¢ de desempe?ar la ultraderecha en el Gobierno aut¨®nomo. El debate de fondo lo abri¨® el propio Casado con el enfriamiento de las expectativas de una coalici¨®n con Vox, y un d¨ªa despu¨¦s le lleg¨® un ¨®rdago desde la Puerta del Sol en forma de acusaci¨®n p¨²blica de espionaje. El contraataque de Casado revelando de forma expl¨ªcita, pero sin pruebas, la sospecha de corrupci¨®n sobre Ayuso desencaden¨® la guerra, en la que no midi¨® bien sus fuerzas. Porque, inquietantemente, el resto de dirigentes del PP que hoy secundan a Feij¨®o no siguieron al presidente Casado en su intento (fugaz) de pedir explicaciones sobre los indicios de tr¨¢fico de influencias o nepotismo. A partir de ese momento, se convirti¨® en reh¨¦n del Gobierno madrile?o y de los damnificados por la gesti¨®n de su secretario general ya dimitido, Teodoro Garc¨ªa Egea, quien se hab¨ªa granjeado enemigos por todo el territorio imponiendo a sus afines.
Desde entonces, solo Casado mantuvo la fe en su propio liderazgo, cuando nada insuflaba el menor optimismo sobre su futuro y mientras todos lo abandonaban. Exhibi¨® una posici¨®n de debilidad que culmin¨® con la dimisi¨®n el mi¨¦rcoles de Garc¨ªa Egea y la asunci¨®n de un congreso extraordinario. La grandeza de una dimisi¨®n es casi siempre fugaz, pero la ferocidad de un acoso a m¨²ltiples bandas ¡ªdesde todos los rincones del partido y sus medios afines¡ª es un castigo que excede incluso los numerosos errores que Casado ha podido cometer. A la crueldad pol¨ªtica de la traici¨®n le ha seguido la claudicaci¨®n de un hombre al que han dejado solo. Seguir¨¢ como presidente hasta abril. Un congreso del partido lo nombr¨® y otro lo despedir¨¢, despu¨¦s de haberse comprometido ante los barones a no ser candidato en ese c¨®nclave de los populares.
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