?Qu¨¦ esc¨¢ndalo! ?Aqu¨ª se traiciona!

A las dos de la tarde, el diputado Pablo Montesinos estaba a punto de subir a los altares. Los tuiteros son as¨ª. Van de duros ¡ªinsult¨¢ndose y soltando zascas envenenados a cara descubierta o bajo la capucha del anonimato¡ª, pero enseguida se vienen abajo. El gesto compungido de Montesinos al salir del hemiciclo tras Pablo Casado justo despu¨¦s de que esa caterva de Judas que es hoy por hoy el grupo parlamentario del Partido Popular lo dejara tirado ¡ªno es una opini¨®n; es un dato avalado por cientos de tuits y declaraciones¡ª les toc¨® el coraz¨®n. Hac¨ªa falta un h¨¦roe entre tanta inmundicia y el altar de las tendencias en Twitter lo alcanzaba al fin un hombre leal, y no esas arp¨ªas de Ana Pastor y Cuca Gamarra, que, no contentas con traicionar a Casado cuatro d¨ªas despu¨¦s de haberle dorado la p¨ªldora, lo escoltaron a su entrada al sal¨®n de plenos, en una escena que a los m¨¢s viejos del lugar les recordar¨ªa aquella de El Lute entre dos guardias civiles.

El todav¨ªa l¨ªder del PP, el ¨²nico que a¨²n le aguantaba el pulso a Pedro S¨¢nchez despu¨¦s de que Albert Rivera y Pablo Iglesias hicieran mutis por el foro, estaba a punto de pronunciar su ¨²ltimo discurso. Una faena corta, correcta dadas las circunstancias, tras la cual los diputados del PP aplaudieron primero y se pusieron de pie despu¨¦s, tal vez para asegurarse de que hab¨ªan atinado con la estocada. El presidente S¨¢nchez no quiso hacer demasiada sangre ¡ªapenas hab¨ªa ya espacio¡ª, y sus se?or¨ªas de la oposici¨®n asist¨ªan con cierta displicencia, tan extra?ados ante el espect¨¢culo de la traici¨®n como el capit¨¢n Renault en aquella escena de Casablanca: ¡°?Qu¨¦ esc¨¢ndalo! ?He descubierto que aqu¨ª se juega!¡±.

As¨ª que vayamos por partes. Es verdad que el espect¨¢culo ha resultado nauseabundo, de una obscenidad nunca vista, declaraciones como navajazos a la luz del d¨ªa entre compa?eros de partido, en directo, sin filtros, con tanta sa?a y tal velocidad que Twitter, esa m¨¢quina de fabricar inquina, parec¨ªa en comparaci¨®n un lago quieto. Pero la traici¨®n, aunque sea un ingrediente que mejora cualquier cr¨®nica, no es algo nuevo en la pol¨ªtica espa?ola: ni en el PP, que acumula trienios de acreditada experiencia, ni en el PSOE ni tampoco en los nuevos partidos, que la pusieron en pr¨¢ctica con entusiasmo y numerosas v¨ªctimas en cuanto cataron el poder. ¡°La pol¨ªtica¡±, record¨® Rub¨¦n M¨²gica en un tuit, ¡°es el ¨²nico oficio donde los amigos son falsos, y los enemigos verdaderos¡±. De ah¨ª que la traici¨®n sufrida por Pablo Casado, tan espectacular por su puesta en escena, pueda inducir a perder el norte. Y basta darse una vuelta por Twitter para percatarse de que, entre tuits ingeniosos y mensajes cari?osos de quienes hasta ahora lo pon¨ªan verde, la espuma vaya ocultando lo verdaderamente grave, y esto no es otra cosa que Casado ret¨® a Isabel D¨ªaz Ayuso en privado por el feo asunto de su hermano y las mascarillas, que ella se rebel¨® en p¨²blico y aument¨® la apuesta, que ¨¦l se pas¨® de frenada en la entrevista con Carlos Herrera y que, al ver que ella no ced¨ªa, se achant¨®, claudic¨®, pidi¨® clemencia; ya no le importaba tanto la corrupci¨®n como su propia supervivencia. Todo en directo. A pelo. Sin intermediarios. Del fabricante al consumidor. Brutal.

Dicho esto, la verdad es que lo de Casado es una pena. Pero no porque lo hayan destronado ¡ªes parte del juego¡ª ni siquiera por c¨®mo, sino porque durante sus a?os al frente del PP ha tonteado con Vox, dado alas a la querencia populista de D¨ªaz Ayuso y, sobre todo, no ha sido capaz de aportar ideas al debate pol¨ªtico cuando el pa¨ªs ¡ªesa Espa?a que no se le ca¨ªa de la boca¡ª lo necesitaba. Y en esta deriva lo ha acompa?ado todo el grupo parlamentario, los traidores y tambi¨¦n los fieles que se ir¨¢n con ¨¦l al destierro.