Maduro, Washington y la guerra de Putin
Cuando el negocio de la familia es vender petr¨®leo, la guerra y las turbulencias que la acompa?an llamar¨¢n tarde o temprano a tu puerta. Y no necesariamente para mal
Hace 80 a?os, por estos d¨ªas y en otra guerra, una manada de cinco submarinos alemanes atac¨® la posesi¨®n neerlandesa de Aruba, frente a la costa venezolana, y torpede¨® ocho tanqueros de diversa bandera, hundiendo a seis de ellos. La gran refiner¨ªa de la Esso Standard, que operaba en la isla y se surt¨ªa de crudo ligero venezolano, fue atacada por los ca?ones de cubierta de los U-boats.
Los ataques formaban parte de la llamada Operaci¨®n Neuland, lanzada por Hitler contra el complejo de campos petrol¨ªferos y grandes refiner¨ªas que Estados Unidos, Inglaterra y Holanda pose¨ªan en el sur del Caribe. La gran cuenca petrol¨ªfera del Lago de Maracaibo carec¨ªa de puertos de aguas profundas y eso hab¨ªa hecho que Aruba, Curazao y Trinidad apareciesen en el mapa petrolero de Occidente en cercan¨ªa operativa con Venezuela.
Uno de los tanqueros tocados por los lobos alemanes fue el Monagas, de bandera venezolana. A pesar de sufrir grav¨ªsimas quemaduras, su capit¨¢n puso a salvo a casi toda su tripulaci¨®n ¡ª11 hombres¡ª antes de perecer, junto con un desafortunado marinero herido. La nave se hundi¨® en el Golfo de Venezuela con ambos a bordo.
Para 1938, Venezuela era el primer exportador de crudo en el mundo y el tercer pa¨ªs productor, detr¨¢s de Estado Unidos y la antigua URSS. Hac¨ªa solo dos meses que, a ra¨ªz del ataque japon¨¦s a Pearl Harbor, su gobierno hab¨ªa roto relaciones diplom¨¢ticas con los pa¨ªses del Eje. La operaci¨®n Neuland no fue la ¨²nica que los submarinos alemanes llevaron a cabo en aguas del Caribe, pero s¨ª el primer encuentro de Venezuela con lo que puede significar ser el peque?¨ªn del patio escolar cuando los grandulones juegan recio.
Un corolario provisional de todo esto podr¨ªa ser que cuando el negocio de la familia es vender petr¨®leo, la guerra y las turbulencias que la acompa?an llamar¨¢n tarde o temprano a tu puerta. Y no necesariamente para mal.
La flota petrolera nacional perdi¨® un tanquero en 1942, pero estar en el bando que al cabo ganar¨ªa la contienda signific¨® que, en 1947, Venezuela siguiese siendo el primer exportador planetario. No lo ser¨ªa por mucho tiempo: la irrupci¨®n del Medio Oriente como gran productor mundial de crudo ligero en los a?os 50 pudo significar un grave rev¨¦s para Venezuela en el largo plazo.
Sin embargo, la crisis de Suez en 1956, en plena descolonizaci¨®n de Asia y ?frica, y el reacomodo de los nacionalismos ¨¢rabes ante la voracidad de las transnacionales petroleras, dieron una hist¨®rica oportunidad a las ideas de un preclaro abogado tributarista venezolano, Juan Pablo P¨¦rez Alfonzo, que hicieron cuerpo en 1960 con la fundaci¨®n de la Organizaci¨®n de Pa¨ªses Exportadores de Petr¨®leo (OPEP).
Sin la OPEP, el embargo de env¨ªos petroleros a Occidente, decretado por ella a ra¨ªz de la guerra entre Israel y una coalici¨®n de pa¨ªses ¨¢rabes liderados por Egipto y Siria, en octubre de 1973, sencillamente no habr¨ªa sido posible. El boom que sigui¨® a aquel corto embargo cuadruplic¨® los ingresos de la Venezuela Saudita. Los ocho a?os de la guerra entre Irak e Ir¨¢n ¨C1980 a 1988¡ª depararon un per¨ªodo de precios altos que amortiguaron el ciclo de devaluaciones que comenz¨® en 1983.
Desde 1998, Hugo Ch¨¢vez fue estrangulando hasta matarlas las libertades de Venezuela mientras financiaba los populismos latinoamericanos durante el m¨¢s prolongado boom de precios de la era petrolera. Gast¨® en 15 a?os miles de millones de d¨®lares en armas rusas, pero contrariando su militarismo neuronal y sus vociferaciones antiimperialistas, nunca fue a la guerra.
A pesar de ser quien desmantel¨® la petrolera estatal venezolana, Ch¨¢vez jam¨¢s dej¨® de vender, mientras pudo, crudo pesado a las refiner¨ªas estadounidenses del Golfo de M¨¦xico. Lo que nos deja con su sucesor, Nicol¨¢s Maduro, y su alianza en absoluto simb¨®lica con Vlad¨ªmir Putin. La guerra de Putin no cumple a¨²n 15 d¨ªas y ya Washington ha enviado a Caracas una delegaci¨®n de alto nivel. Es la guerra llamando a su puerta.
Se le ha ofrecido la ocasi¨®n de un entendimiento directo con Washington, con seguridad pragm¨¢tico y turbio, como todo lo que surge del apremio de las guerras, pero expedito y sin la intermediaci¨®n ¨Cmejor dicho: sin el estorbo¡ª de Juan Guaid¨® y los mandarines de la desva¨ªda mesa de di¨¢logo en M¨¦xico. Y a las puertas de un boom de precios sin precedentes del que Venezuela, sin inversi¨®n extranjera a la vista distinta a la estadounidense, no podr¨¢ jam¨¢s sacar provecho.
No contamos con un registro webcam de todo lo que all¨ª se habl¨® en tan breve tiempo, pero parece cosa segura que Maduro no desertar¨¢ de sus compromisos con Rusia. Y no ser¨¢, por cierto, por miedo a una dosis de Novichok de parte del envenenador de Mosc¨². Sus motivos son otros, son raigales: son los del perfecto idiota latinoamericano descrito para siempre en el manual Montaner-Mendoza-Vargas Llosa Jr.
Y como tal, uncir¨¢ su vag¨®n a la locomotora Juggernaut de Vlad¨ªmir Putin que, teng¨¢moslo por cierto, lo arrastrar¨¢ al abismo.
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