Esto va de poder, como casi siempre
El PP hab¨ªa dado por fin con un l¨ªder que lo aproximara al conservadurismo liberal de corte europeo. As¨ª las cosas, va Ma?ueco y pacta con Vox
La ultraderecha es el grupo pol¨ªtico europeo que se va a ver m¨¢s afectado por la desmesura de Putin. No ya solo porque hasta ahora le ven¨ªan bailando sus gracias, o porque les proporcionara ayudas econ¨®micas; tambi¨¦n porque sus objetivos doctrinales, los propios del nacionalpopulismo, se acaban de derrumbar como un castillo de naipes. Frente al repliegue estatalista, ahora toca acentuar el europe¨ªsmo; frente al retorno a los valores nacionales y al patriotismo de campanario, los que ahora nos gu¨ªan son los cosmopolitas arraigados en el universalismo ilustrado; frente a los hombres fuertes de regusto autoritario ansiosos por eliminar los mecanismos de control del poder, lo que ahora apunta al alza es la defensa de la dimensi¨®n liberal de la democracia; frente al confusionismo civilizatorio y las divisiones causadas por las pol¨ªticas culturales, en este momento tr¨¢gico volvemos a abrazar, unidos, ese n¨²cleo de principios que nos cohesionaban como miembros de la comunidad occidental. El movimiento de la historia acaba de dar una patada en la boca a los particularismos identitarios, los nacionales o de otro signo. Estando as¨ª las cosas, va Ma?ueco y pacta con Vox.
El PP parec¨ªa haber salido de su ensimismamiento. Por fin hab¨ªa dado con un l¨ªder que lo recondujera hacia el centro, que lo aproximara al conservadurismo liberal de corte europeo y le permitiera recobrar la confianza. Ante la posibilidad de ganar las pr¨®ximas elecciones generales, era cuesti¨®n de tiempo que aquellos a los que consideraba sus votantes descarriados retornaran al partido madre. Estando as¨ª las cosas, va Ma?ueco y pacta con Vox. El mensaje es claro: no pasa nada porque sig¨¢is apostando por ese partido, recurriremos a ¨¦l cada vez que sea necesario para gobernar. O sea, todo este giro para al final seguir como antes. Ahora Feij¨®o se las ve y se las desea para salir de esta contradicci¨®n.
Como se ve, la gran pregunta es por qu¨¦ se ha ca¨ªdo en esta trampa. Y la respuesta es obvia: ?es el poder! No vamos a perder una comunidad aut¨®noma por sostener determinados principios. Unas nuevas elecciones habr¨ªan colocado al PP ante una situaci¨®n muy parecida. La alternativa, pedirle al PSOE que se abstuviera, hubiera convertido la gobernanza en una pesadilla. Y este ¨²ltimo partido tampoco querr¨ªa, claro. Esta nueva situaci¨®n le viene de perlas para sus propias ambiciones de poder. ?Hay algo que m¨¢s movilice a la izquierda que eso de ¡°que viene Vox¡±? Cuando al PSOE le toc¨® hacer sus propios c¨¢lculos para acceder al poder tampoco hizo feos a quienquiera que fuera necesario para conseguirlo o mantenerse en ¨¦l. Y hasta el mismo Aznar manifest¨® en una ocasi¨®n que hablaba catal¨¢n en la intimidad cuando tuvo que depender de Pujol.
Algo parecido ocurre en los pa¨ªses que practican el cord¨®n sanitario. Si se fijan, este solo es eficaz en aquellos que en realidad no necesitan los votos de la ultraderecha. En Francia, porque el sistema electoral a dos vueltas la dejan con una representaci¨®n parlamentaria irrisoria, y en Alemania, aunque por su misma historia se presenta como una cuesti¨®n de principio, porque todos est¨¢n siempre dispuestos a pactar con todos. Conclusi¨®n: la solidez de los principios se mide por las exigencias del poder. Hablamos mucho de amor, pero en realidad queremos decir sexo. Nos queda la esperanza de que este momento tan dram¨¢tico nos obligue a cambiar las prioridades y tomemos conciencia plena de cu¨¢les son los principios que importan y nos agrupemos en torno a ellos. O, por parafrasear el conocido verso de Borges, que aunque no nos una el amor, al menos nos una el espanto.
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