Teor¨ªa y pr¨¢ctica del cord¨®n sanitario
Un partido que quiere erosionar o destruir la democracia no es digno de entrar en un Ejecutivo, sea municipal, auton¨®mico o nacional. En Espa?a, no se ha planteado seriamente un debate que los partidos enfocan desde el tacticismo y mediante c¨¢lculos cortoplacistas
Las elecciones de Castilla y Le¨®n han reactivado el debate sobre la estrategia que deben seguir los partidos pol¨ªticos ante el ascenso de Vox. En realidad, esta cuesti¨®n sobrevuela la pol¨ªtica espa?ola desde las elecciones auton¨®micas de Andaluc¨ªa en diciembre de 2018. Aquellas elecciones las gan¨® el PSOE, pero el l¨ªder del PP, Juan Manuel Moreno Bonilla, consigui¨® la investidura gracias al apoyo parlamentario de Ciudadanos y Vox. Fue un primer paso en la ¡°normalizaci¨®n¡± pol¨ªtica y medi¨¢tica de Vox. Un a?o despu¨¦s, ocurri¨® lo mismo en Murcia. Y en 2021 en la Comunidad de Madrid.
En la esfera p¨²blica, la ¡°normalizaci¨®n¡± ha consistido, ante todo, en argumentar que si el PSOE pacta con un partido radical a su izquierda como Unidas Podemos (UP), tambi¨¦n puede hacerlo el PP con un partido radical a su derecha como Vox. Pero, seg¨²n tuve ocasi¨®n de defender en un art¨ªculo anterior, el paralelismo entre UP y Vox es, en mi opini¨®n, falaz (tambi¨¦n lo ha argumentado as¨ª Daniel Innerarity). Si bien ambos partidos se sit¨²an en posiciones extremas en el espacio ideol¨®gico, Vox representa una amenaza para el sistema democr¨¢tico, mientras que UP no. Estas son algunas de las razones por las que se puede afirmar que Vox no es compatible con la democracia (las presento de forma telegr¨¢fica): primero, Vox pretende ilegalizar partidos pol¨ªticos (los nacionalistas) en nombre de la unidad de Espa?a; segundo, Vox est¨¢ a favor de recortar los derechos de los ciudadanos inmigrantes, y, tercero, Vox quiere eliminar la protecci¨®n de minor¨ªas sexuales. Cada uno de estos tres elementos es un torpedo en la l¨ªnea de flotaci¨®n de la democracia liberal. Las medidas que defiende Unidas Podemos podr¨¢n parecer m¨¢s o menos da?inas para la econom¨ªa o para la unidad de Espa?a, pero no atentan contra los valores democr¨¢ticos.
Precisamente porque hay una incompatibilidad entre Vox y la democracia liberal, se plantean dilemas que no surgen en el caso de Unidas Podemos. De ah¨ª que nadie habla de establecer un cord¨®n sanitario en torno a UP, pero s¨ª se ha planteado en numerosas ocasiones hacer algo de este tenor con Vox.
Conviene hacer algunas precisiones sobre lo que significa cord¨®n sanitario: el objetivo consiste en impedir, por medio del juego parlamentario, que el partido cuyas propuestas se consideran ¡°t¨®xicas¡± para la democracia llegue a posiciones de gobierno. Me gustar¨ªa subrayar que esta postura resulta exquisitamente democr¨¢tica y respetuosa con las reglas de juego. No se propone prohibir a Vox o impedir que compita en las elecciones, pues todo partido que no cometa delitos tiene derecho a presentarse a los comicios, sea cual sea su ideolog¨ªa. El principio de tolerancia requiere que los ciudadanos que comparten el ideario de Vox puedan votar a este partido. De este modo, nada impide a Vox obtener representaci¨®n en ayuntamientos, parlamentos auton¨®micos y Parlamento nacional. Ahora bien, en un r¨¦gimen parlamentario, una vez repartidos los esca?os, los diputados son libres para decidir qu¨¦ alianzas buscan en orden a investir a un presidente o aprobar leyes. No se viola norma alguna si los diputados optan por aislar parlamentariamente a un partido. El partido conserva sus derechos intactos, y los diputados del mismo pueden expresarse con total libertad en las instituciones y fuera de ellas.
El cord¨®n sanitario manda una se?al potente a la ciudadan¨ªa de que los partidos que aceptan plenamente el marco democr¨¢tico rechazan por principio llegar a acuerdos pol¨ªticos con un partido que no acepta dicho marco. Los votantes del partido excluido saben de antemano que, salvo que obtenga una mayor¨ªa absoluta, su partido no acceder¨¢ al Gobierno ni tendr¨¢ una influencia indirecta en el mismo por su apoyo parlamentario.
Quienes est¨¢n en desacuerdo con la tesis del cord¨®n sanitario suelen alegar que la marginaci¨®n del partido se?alado puede suponerle una ventaja electoral al poder explotar su condici¨®n de ¡°v¨ªctima¡± ante el resto de partidos. La imagen de partido rompedor y antiestablishment quedar¨ªa as¨ª reforzada. Puede que esto ocurra, pero no lo sabemos a ciencia cierta, ni los investigadores han sido capaces de estimar cu¨¢l es la prima de voto que puede ganar un partido de extrema derecha por ser excluido del Gobierno. Resulta dif¨ªcil creer que el efecto sea tan grande como para granjearle una mayor¨ªa absoluta, por lo que, mientras no la consiga y funcione el cord¨®n sanitario, se mantendr¨¢ en los m¨¢rgenes del sistema pol¨ªtico.
Concedamos que actuamos a tientas y que no sabemos qu¨¦ consecuencias electorales tiene imponer el cord¨®n sanitario o no hacerlo. Ante semejante incertidumbre, a lo ¨²nico que podemos apelar es a nuestros principios democr¨¢ticos. Y estos dictan que un partido que quiere erosionar o destruir la democracia no es digno de entrar en un Ejecutivo (municipal, auton¨®mico o nacional).
Como se ha recordado ampliamente estos d¨ªas, el cord¨®n sanitario se ha practicado en Alemania, Francia y Suecia. En Dinamarca, la extrema derecha ha apoyado al Gobierno conservador, pero no ha entrado en el mismo. En Austria, la extrema derecha, representada por el Partido de la Libertad, ha gobernado con los conservadores (el equivalente a un Gobierno PP-Vox).
En Espa?a, el debate no se ha planteado seriamente. Los partidos enfocan la cuesti¨®n desde el tacticismo y mediante c¨¢lculos cortoplacistas. Por un lado, el Partido Popular nunca ha hecho una condena de Vox ni ha se?alado los peligros que su crecimiento entra?a. Tanto el origen franquista de Alianza Popular como el hecho de que el l¨ªder de Vox sea un antiguo miembro del PP dificultan una toma de posici¨®n clara por parte de los populares. Por otro lado, los partidos de izquierdas parecen sentirse m¨¢s c¨®modos criticando al PP por depender de Vox que combatiendo a Vox desde las instituciones.
Para que en una situaci¨®n como la de Castilla y Le¨®n funcione el cord¨®n sanitario, es preciso que la izquierda se abstenga, de modo que Vox no resulte decisivo. Se pone toda la presi¨®n sobre el PSOE, l¨®gicamente, porque es el principal partido de la izquierda, pero UP y el resto de partidos democr¨¢ticos deber¨ªan arrimar el hombro igualmente. En el caso del PSOE, el recuerdo traum¨¢tico de la abstenci¨®n en 2016 no facilita las cosas. Podr¨ªa parecer que el PSOE mantiene una l¨ªnea de ¡°entreguismo¡± al PP, o que S¨¢nchez es incoherente porque rechaz¨® la abstenci¨®n en 2016 y la propugnar¨ªa ahora en 2022. Sin embargo, hay una continuidad: tanto la negativa a abstenerse en 2016 como la abstenci¨®n ahora son medidas de protecci¨®n de la democracia: frente a la corrupci¨®n en 2016, frente a la extrema derecha ahora.
No tendr¨ªa mucho sentido poner en funcionamiento el cord¨®n sanitario en Castilla y Le¨®n si el PP luego forma Gobierno con Vox en Andaluc¨ªa o en el Gobierno de Espa?a. Por eso, la pol¨ªtica de cord¨®n sanitario, para ser cre¨ªble y eficaz, debe fijarse mediante un acuerdo entre todos los partidos democr¨¢ticos y seguirse no en unas elecciones concretas, sino como principio general. En medio de la descomposici¨®n de la derecha a la que estamos asistiendo, todo parece indicar que un acuerdo de esta naturaleza no ser¨¢ posible. Lo m¨¢s probable, desgraciadamente, es que Espa?a siga el ejemplo austriaco y no el alem¨¢n, el franc¨¦s o el sueco.
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