Memoria para la esperanza: 25 a?os de los Acuerdos de Paz de Guatemala
La ejecuci¨®n del pacto supone la desaparici¨®n del recurso a la violencia como instrumento pol¨ªtico, pero no conlleva la transformaci¨®n del modelo socioecon¨®mico y la superaci¨®n de su violencia estructural
Nos dec¨ªa Mar¨ªa Zambrano que no existe el presente, sino el presente del pasado, o la memoria, y el presente del futuro, o la esperanza. Se ha cumplido el pasado 29 de diciembre el XXV Aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz de Guatemala, y nos plantea este el reto de transformar su memoria en esperanza. Dif¨ªcilmente pudiera concebirse para Guatemala pel¨ªcula m¨¢s hermosa que la escrita en el guion de los Acuerdos de Paz. Sumerge al quetzal en la perplejidad la distancia entre el papel y la realidad, la paradoja de que la perfecci¨®n del contenido de los acuerdos ¨Csu encarnaci¨®n de la paz positiva y contemplaci¨®n de las ra¨ªces del conflicto, de la problem¨¢tica de la construcci¨®n de la paz en Guatemala en su sentido ¨²ltimo¨C constituya al mismo tiempo raz¨®n de la debilidad de su ejecuci¨®n. Y nos dispara este sus preguntas.
Podemos, para intentar responderlas ¨Ccomo hago en mi libro La perplejidad del quetzal. La construcci¨®n de la paz en Guatemala¨C, aproximarnos a la problem¨¢tica de la construcci¨®n del Estado en Centroam¨¦rica, de la pacificaci¨®n regional en Esquipulas II, del proceso guatemalteco y sus lecciones o del proceso de incorporaci¨®n de la URNG (Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca), y acometer a su luz la reflexi¨®n sobre el qu¨¦, por qu¨¦, para qu¨¦ y c¨®mo de la construcci¨®n de la paz, la democracia y el desarrollo y sobre el hacer de la Historia en Guatemala.
Considerar que, as¨ª como el proceso de paz en Guatemala supo hacer de la necesidad virtud tanto en el contenido y concepci¨®n positiva de la paz que reflejan los Acuerdos, como en la inclusi¨®n de los actores relevantes ausentes de la mesa de negociaci¨®n a trav¨¦s de la Asamblea de los Sectores Civiles y la composici¨®n de las 17 comisiones creadas por los Acuerdos para la traslaci¨®n en propuestas legislativas y de pol¨ªticas p¨²blicas de los principios definidos por estos, sin olvidar la coadyuvar¨ªa del Grupo de Amigos de las Naciones Unidas ¨Cdel que Espa?a, en la estela de su constante compromiso con los procesos de paz en Centroam¨¦rica, form¨® parte destacada¨C en la labor de estas para su negociaci¨®n y posterior ejecuci¨®n; la traslaci¨®n del papel a la realidad se vio condicionada por el resultado negativo del refer¨¦ndum del 17 de mayo de 1999 sobre las reformas destinadas a incorporar a la Constituci¨®n el contenido de los Acuerdos de Paz, determinante de su sostenibilidad jur¨ªdica, y por la no realizaci¨®n de la reforma fiscal ¨Cque ambicionaba pasar del 7 al 12% la presi¨®n tributaria¨C, determinante de su sostenibilidad econ¨®mica. Pierde en definitiva tras el refer¨¦ndum el proceso guatemalteco, su disfraz o vestimenta de proceso de paz, entendido como un conjunto de compromisos a ejecutar de la entrega de las armas y la incorporaci¨®n de la legalidad de la URNG, efectivamente producida en un proceso referencial para otras incorporaciones; mas nada impide que el contenido de los Acuerdos y los informes de las comisiones que los desarrollan constituyan referente o meta a alcanzar en el caminar colectivo de Guatemala en la Historia y el proceso, los procesos, en que est¨¢ inmersa. Pues la paz, la democracia, el desarrollo y la cultura de aceptaci¨®n del otro y la conformaci¨®n con ¨¦l de un nosotros com¨²n son un proceso, y est¨¢n siempre en construcci¨®n.
Nos dice Johan Galtung que la construcci¨®n de la paz es la evitaci¨®n del recurso a la violencia para la gesti¨®n del conflicto connatural a toda vida en sociedad. Y que la violencia puede ser directa, estructural y cultural. Supone la negociaci¨®n y ejecuci¨®n de los Acuerdos de Paz, la desaparici¨®n del recurso a la violencia directa como instrumento de acci¨®n colectiva con fines pol¨ªticos, as¨ª como la consolidaci¨®n de un r¨¦gimen democr¨¢tico superador de la violencia estructural en el ¨¢mbito pol¨ªtico. Mas no conllevan, en lo sustancial, la transformaci¨®n del modelo socioecon¨®mico, y no suponen por ello la superaci¨®n de la violencia estructural que pueda resultar a este inherente. Y poco pod¨ªan, m¨¢s all¨¢ de la declaraci¨®n de intenciones, hacer para la superaci¨®n de la violencia cultural. Suponen ¨C y ello implica un salto cualitativo respecto a la situaci¨®n anterior ¨C la posibilidad de hacer objeto de la pol¨ªtica la transformaci¨®n socioecon¨®mica y cultural, el dise?o e implementaci¨®n de pol¨ªticas p¨²blicas que lleven a la superaci¨®n gradual de ambas.
En clave de esperanza, mirando hacia el pasado para construir el futuro, podemos concebir los Acuerdos de Paz no solo como el guion de una pel¨ªcula, y preguntarnos qu¨¦ pas¨® con los actores, la direcci¨®n, la filmaci¨®n o la financiaci¨®n de los decorados; sino tambi¨¦n contemplarlos como el cuadro, el esbozo de la escena final de la Guatemala hacia la que queremos dirigir nuestro caminar en la Historia, orientar nuestro navegar, sacar al quetzal de su perplejidad.
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