El nuevo desorden mundial
Hay una ausencia de debate sobre la actual crisis b¨¦lica en Ucrania. Es preciso un camino entre la culpabilidad de Rusia y la intervenci¨®n irresponsable caracterizada por una guerra econ¨®mica ya casi descontrolada
¡°En lugar de incitar a los ucranios a luchar hasta la muerte por la libertad, debemos trabajar, y creo que el presidente Macron es consciente de ello, para encontrar un acuerdo que sea aceptable para ambas partes¡±. Este es el resumen del art¨ªculo que Edgar Morin public¨® hace dos domingos en este mismo peri¨®dico, y que constituye el m¨¢s l¨²cido an¨¢lisis de cuantos he le¨ªdo sobre...
¡°En lugar de incitar a los ucranios a luchar hasta la muerte por la libertad, debemos trabajar, y creo que el presidente Macron es consciente de ello, para encontrar un acuerdo que sea aceptable para ambas partes¡±. Este es el resumen del art¨ªculo que Edgar Morin public¨® hace dos domingos en este mismo peri¨®dico, y que constituye el m¨¢s l¨²cido an¨¢lisis de cuantos he le¨ªdo sobre la guerra en Ucrania y la amenaza que la internacionalizaci¨®n del conflicto significa para la paz mundial. Morin, que cumplir¨¢ 101 a?os en julio, es el intelectual europeo m¨¢s respetado e influyente en la actualidad. Su teor¨ªa del conocimiento complejo se resume en el hecho de que las amenazas m¨¢s graves que acechan a la humanidad, como el cambio clim¨¢tico o la destrucci¨®n at¨®mica, est¨¢n relacionadas con la falta de control del conocimiento, y de reflexi¨®n sobre los efectos del desarrollo cient¨ªfico. La ¨²nica manera de combatir esta degradaci¨®n de la raz¨®n es un cambio profundo en el sistema educativo y la organizaci¨®n del saber.
Pese a la intensa actividad que Morin ha desarrollado a lo largo de su vida en Am¨¦rica Latina y en nuestro pa¨ªs, es obvio que sus ense?anzas no han fructificado en el ecosistema que nos rodea. De modo que, vivamos o no en una isla energ¨¦tica, la clase pol¨ªtica espa?ola parece instalada cuando menos en un p¨¢ramo intelectual. Resulta irritante la ausencia de debate, el triunfo de la propaganda y el pensamiento ¨²nico, respecto a la actual crisis b¨¦lica, que ya ha sido definida como la mayor amenaza que hemos padecido desde la II Guerra Mundial. Como el Gobierno ha decidido eliminar el pensamiento cr¨ªtico de las escuelas, se dedica a predicar con el ejemplo. No le va a la zaga en ello el principal partido de la oposici¨®n. Sustituidas las ideas por las ideolog¨ªas, vivimos bajo el asalto de esl¨®ganes in¨²tiles. S¨¢nchez reclama unidad ciega con sus postulados, ningunea al Parlamento, no le vayan a llevar la contraria, y huyendo de la sabidur¨ªa se escuda en el relato. N¨²?ez (?por qu¨¦ ese empe?o medi¨¢tico en identificarle por su segundo apellido?) parece haber encontrado en la bajada de impuestos la piedra filosofal que ha de resolver todos nuestros males. Mientras tanto no logro encontrar en los res¨²menes del congreso del PP en Sevilla referencia alguna a las inc¨®gnitas severas sobre el futuro de Europa y el papel que puede desempe?ar nuestro pa¨ªs en la construcci¨®n de un nuevo orden internacional.
Sin embargo, el futuro de la gobernanza en esta nuestra isla energ¨¦tica depende de cu¨¢ndo y c¨®mo se logre un alto el fuego en la frontera rusa, y en qu¨¦ ha de consistir ese nuevo desorden mundial. La criminal agresi¨®n a Ucrania es una guerra de signo imperialista, como lo fue tambi¨¦n la invasi¨®n americana de Irak, con la complicidad en ese caso del Gobierno espa?ol del PP. No hay equidistancia alguna en esta consideraci¨®n, sino la evidencia de que son los intereses y las pasiones, m¨¢s que los derechos y los valores morales, por mucho que se prediquen, los causantes de la destrucci¨®n de vidas humanas y bienes materiales en los conflictos b¨¦licos. El dicho de que en las guerras son perdedores hasta quienes las ganan no es una expresi¨®n buenista o ingenua, sino la constataci¨®n de la complejidad real de la convivencia humana, imposible de comprender si se interpreta a base de adoctrinamiento y propaganda.
Escribo estas l¨ªneas la v¨ªspera de unas elecciones parlamentarias en Hungr¨ªa que auguran una nueva victoria del primer ministro Orb¨¢n, representante ep¨®nimo de la democracia iliberal, o sea, de la democracia no democr¨¢tica, amigo y aliado de Putin. Pese a que Hungr¨ªa condenara la invasi¨®n, y que es miembro de la OTAN, ha impedido el tr¨¢nsito de ayuda militar al Gobierno de Zelenski. Otro importante socio de la Alianza, Turqu¨ªa, cuyo r¨¦gimen es una autocracia apenas disimulada, ha decidido no aplicar las sanciones econ¨®micas a Rusia, pa¨ªs del que es a la vez socio en la Venezuela de Maduro y opositor en la ocupaci¨®n militar de Libia y Siria. Y Serbia, dependiente en su energ¨ªa hasta en un 90% del gas ruso, tampoco ha aplicado las sanciones aprobadas por la Uni¨®n, a la que, no obstante, aspira a pertenecer. Este pa¨ªs habr¨¢ reelegido igualmente ayer, si las encuestas no fallan, a un presidente aut¨®crata disfrazado de liberal. Otras democracias de pacotilla como la polaca, liderada por los amigos de Vox en Espa?a y de Le Pen en Francia, se han convertido en campeones mundiales del apoyo militar y humanitario a Ucrania. De los integrantes del grupo llamado BRICS, que aspira a compartir la autoridad del capitalismo global, India, China y Sud¨¢frica se abstuvieron de condenar la invasi¨®n, y Brasil, que s¨ª lo hizo, no se ha sumado a las sanciones, como tampoco Israel.
La demanda de Morin sobre la necesidad de encontrar un camino entre la culpabilidad de Rusia y la intervenci¨®n irresponsable caracterizada por una guerra econ¨®mica ya casi descontrolada, se ve ensombrecida por los acontecimientos del d¨ªa a d¨ªa. Pero de las condiciones de la paz, cuando esta se alcance, depende no solo el futuro de Europa, sino la nueva ordenaci¨®n del mundo. Desde un principio la OTAN, injustamente convertida en portavoz principal de la posici¨®n europea, decidi¨® plantear la situaci¨®n como una contienda entre democracia y autocracia, lo que es demasiado simplificador. Costar¨ªa describir a la Ucrania preb¨¦lica como una democracia real, y en la famosa clasificaci¨®n del The Economist aparec¨ªa catalogada del mismo modo que Turqu¨ªa entre los reg¨ªmenes h¨ªbridos. La pelea es m¨¢s bien por un nuevo dise?o de las zonas de influencia de los grandes poderes militares y econ¨®micos. Estados Unidos ha optado claramente por la estrategia bipolar, un regreso a la Guerra Fr¨ªa en donde el papel de la Uni¨®n Sovi¨¦tica ser¨ªa desempe?ado por China. La Uni¨®n Europea puede y debe expresar una posici¨®n aut¨®noma al respecto. Por otra parte, se ha puesto de relieve la irrelevancia de las Naciones Unidas en el proceso, toda vez que la potencia agresora tiene derecho de veto en el Consejo de Seguridad. Cuando cese el ruido de las bombas ser¨¢ preciso plantearse la funcionalidad de la instituci¨®n si no se abordan profundas reformas.
De momento, a lo que asistiremos es a un crecimiento extraordinario del gasto militar en todo el mundo, en el que el complejo militar industrial americano que denunciara el presidente Eisenhower tiene las de ganar. Aunque en este, como en otros casos, la imprecisi¨®n de las cifras pone de relieve que las estad¨ªsticas superan a veces a las mentiras, lo m¨¢s probable es que en los pr¨®ximos dos a?os haya pr¨¢cticamente que doblar el presupuesto espa?ol de Defensa.
Mientras no se logren resultados esperanzadores en las tentativas de alto el fuego, la guerra econ¨®mica que ha estallado ya con todas sus consecuencias ha de generar tanta o m¨¢s destrucci¨®n que la militar, aunque de manera menos espectacular. No solo afecta a la producci¨®n y distribuci¨®n de bienes y servicios, sino a la estructura financiera mundial en un mundo globalizado, endeudado y superpoblado. La crisis alimentaria acecha por doquier. Es, en definitiva, todo el orden mundial lo que est¨¢ sobre la mesa: el pol¨ªtico, el econ¨®mico y el demogr¨¢fico. Y el poder muestra ahora su cara m¨¢s siniestra. Pero ya sab¨ªamos que la guerra no es otra cosa que la continuaci¨®n de la pol¨ªtica por los m¨¦todos m¨¢s indeseables.