Ultras en el Gobierno
El PP de Feij¨®o ayuda a Vox a blanquear sus pol¨ªticas retr¨®gradas d¨¢ndole entrada en el Ejecutivo de Castilla y Le¨®n
La ultraderecha ya gobierna en una parte de Espa?a por vez primera desde el final de la dictadura, tras la investidura de Alfonso Fern¨¢ndez Ma?ueco como presidente de Castilla y Le¨®n. Y lo ha conseguido gracias a un PP que acaba de renovar su liderazgo con una buscada imagen de moderaci¨®n mientras avala como aliado a un partido que volvi¨® a evidenciar en el debate en las Cortes de Valladolid su discurso populista, reaccionario, antifeminista, negacionista del cambio clim¨¢tico y dispuesto a acabar si puede con el Estado auton¨®mico y derogar el T¨ªtulo VIII de la Constituci¨®n. Desde que Vox comenz¨® su ascenso tras entrar en el Parlamento andaluz a finales de 2018, el PP ha sido incapaz de resolver su relaci¨®n con el proyecto excluyente y retr¨®grado de la ultraderecha, y ha oscilado entre posiciones tan distintas como el ¡°no somos como ustedes¡± de Casado, que qued¨® en nada, y el cogobierno ¡°sin complejos¡± del que hizo gala Ma?ueco este lunes.
Esto no va de Castilla y Le¨®n exclusivamente, en contra de lo que Ma?ueco dijo en la tribuna de oradores. Independientemente de las siguientes citas electorales, el equilibrismo que ha mostrado esta vez el PP ante una ultraderecha que hace gala de mantener ¨ªntegros sus objetivos no parece el camino id¨®neo para limitar los destrozos que puede causar su presencia en un Ejecutivo. Los populares quieren en Castilla y Le¨®n cuadrar el c¨ªrculo de intentar compatibilizar las leyes de ¡°violencia intrafamiliar¡± y ¡°concordia¡± que les exige su socio con las normativas ya existentes sobre violencia de g¨¦nero y memoria hist¨®rica, que Vox desea derogar. No se trata de nuevas leyes que ampl¨ªen derechos sin m¨¢s, sino que vienen a enmendar conceptos b¨¢sicos que vertebran las anteriores. Es dif¨ªcil que convivan iniciativas que responden a proyectos radicalmente distintos sin que se produzca un retroceso en derechos y sin corroer la propia din¨¢mica del sistema. Ma?ueco ha dejado en el aire para qu¨¦ son necesarias nuevas leyes si una busca indisimuladamente diluir la violencia de g¨¦nero y otra intenta sustituir una norma que ya ampara a todas las victimas de la Guerra Civil. Alusiones como las que hizo el mandatario popular en su discurso a ¡°la inmigraci¨®n ordenada¡± o a la educaci¨®n ¡°libre de todo adoctrinamiento ideol¨®gico¡± no dejan de ser el eco de la m¨²sica ultra, ins¨®litas en boca del dirigente de un partido que ha gobernado en Espa?a y casi 35 a?os en Castilla y Le¨®n. Porque la pregunta es: ?se arrepienten de lo que hicieron cuando estuvieron en La Moncloa? ?O de lo que han hecho en todas estas d¨¦cadas en la comunidad que presiden?
El PP ha puesto en bandeja a Vox una de sus prioridades para llegar al Ejecutivo de la naci¨®n: ganar respetabilidad para que se lo vea como un partido que puede gobernar. En ese blanqueamiento le acaba de facilitar un primer paso clave, el de convertir en pol¨ªticas viables algunas medidas que incluso desaf¨ªan la ejecuci¨®n p¨²blica de los populares. Con las elecciones andaluzas pr¨®ximas y a un a?o de las auton¨®micas y municipales, la posici¨®n de Feij¨®o ante las reclamaciones y la gesti¨®n de su aliado en Castilla y Le¨®n ser¨¢ relevante para entender hasta qu¨¦ punto est¨¢ dispuesto a apoyarse para presidir el Gobierno en un populismo que ya ha manifestado que no va a renunciar a objetivos que cuestionan el sistema actual. El PP sigue dejando esa puerta abierta. Feij¨®o ha avanzado su intenci¨®n de asistir el martes a la toma de posesi¨®n de Ma?ueco, donde Santiago Abascal procurar¨¢ obtener la foto que persigue. Ocurrir¨¢ cinco d¨ªas antes de que, en Francia, Marine Le Pen, a quien el presidente de Vox felicit¨® por su resultado en la primera vuelta, aspire a un triunfo que cuestionar¨ªa la misma esencia de Europa. Desde la derecha de Los Republicanos a toda la izquierda, en Francia se pide ya impedirlo. Aqu¨ª, en Espa?a, el PP tiene ante s¨ª una cuesti¨®n crucial: aliarse con los ultras para ganar a la izquierda y recuperar el poder a cualquier precio o resistir y mantener sus valores de centroderecha. En Castilla y Le¨®n ha empezado a responder en l¨ªnea contraria a los pa¨ªses europeos con los que nos medimos.
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