Las barbas del vecino
Los europeos est¨¢n fatigados de la democracia y tratan de encontrarle los l¨ªmites a la flexibilidad del sistema
Los espa?oles no sabemos qu¨¦ pensar de la campa?a presidencial francesa, que est¨¢ a punto de concluir con su votaci¨®n en segunda vuelta. Esto nos pasa porque el pa¨ªs vecino ha dejado de ser una ventana a la que asomarse. Entre otras cosas, porque hemos renunciado a aprender su idioma. Es cierto que la asignatura de Filosof¨ªa ha sido disminuida en los planes de estudio, pero la lengua que se habla al sur y al norte de nuestra frontera ha dejado inexplicablemente de ser importante, lo cual es una cat¨¢strofe. Para nosotros ahora la observaci¨®n del pa¨ªs vecino es m¨¢s una curiosidad que un espejo al que mirarse. Quiz¨¢, ya lo veremos, lo que suceda el domingo tenga ese poder de profec¨ªa sobre nuestro futuro pol¨ªtico. Las alternativas al presidente Macron se han concentrado en partidos de confrontaci¨®n, tanto en la derecha como en la izquierda. Marine Le Pen, gracias al impulso del divulgador nacionalista Zemmour, que capitaliz¨® el debate durante meses, ha superado al veterano M¨¦lenchon por unos miles de votos y se disputa la segunda vuelta con el presidente Macron. Pero M¨¦lenchon se ha convertido en el vencedor de los perdedores y quiz¨¢ Le Pen se consuele de nuevo con ser la perdedora de los ganadores.
Lo m¨¢s evidente es que en democracia, tarde o temprano, casi todo el mundo alcanza la categor¨ªa de alternativa. Es solo una cuesti¨®n de paciencia. Fracaso tras fracaso se combate con ilusi¨®n tras ilusi¨®n. Pero ni fracaso ni ilusi¨®n son tan contundentes como se pintan. Lo que sucede es que los europeos est¨¢n fatigados de la democracia y tratan de encontrarle los l¨ªmites a la flexibilidad del sistema. Como nadie sabe valorar lo que tiene, lo hacen sin asumir del todo los riesgos, pero convencidos de que pase lo que pase, nada ser¨¢ grave. Esa curiosa tendencia de los ni?os por romper el juguete se ha consolidado en una sociedad algo infantilizada, que ha encontrado en las redes sociales una motivaci¨®n comercial para poder ser tan eg¨®latras y caprichosos como se alcance. Con referentes como Zuckerberg, Musk o Bezos no puede esperarse nada bueno. Lo templado tiene mala fama entre los buscadores de experiencias adrenal¨ªnicas. El otro d¨ªa le escuch¨¦ decir a una veterana lideresa pol¨ªtica madrile?a que moderaci¨®n no era necesariamente una virtud. Por esa regla de tres, tambi¨¦n honestidad ha dejado de ser un tinte positivo para convertirse en un rasgo de ingenuidad. Pues vale.
La debacle de los partidos de alternancia sist¨¦mica, como el socialista y el conservador, encabezados por dos mujeres experimentadas como Anne Hidalgo y Val¨¦rie P¨¦cresse, confirma que bast¨® el personalismo de Macron para descapitalizarlos. Esta es la gran diferencia con el momento actual de la pol¨ªtica espa?ola. Pero podr¨ªa ser una diferencia poco duradera, pues pese a la fortaleza sist¨¦mica de nuestros dos grandes partidos, ambos esconden un punto d¨¦bil bastante evidente. En los conservadores, la corrupci¨®n pertinaz y vocacional, unida a la escisi¨®n de un ala radical con la que ahora pactan sin otro remedio, como ranitas que transportan al escorpi¨®n. En los socialistas, una latente mediocridad que ofrece un flanco para que nazcan apuestas personalistas que devoren la idea de partido s¨®lido. Es una pena que Espa?a ya no tenga como tuvo a Francia en su coraz¨®n, su pantalla, su kiosco, su librer¨ªa y su estante de discos. Las barbas del vecino ense?an mucho.
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