Redes de resistencia
El modelo corporativo de Alemania depend¨ªa para su supervivencia de unas relaciones estrechas con Rusia. ?Y ahora qu¨¦?
Para entender por qu¨¦ Alemania act¨²a como lo hace, escuche el mejor consejo que le han dado a un periodista: siga el dinero. La pol¨ªtica exterior de Alemania responde a su modelo industrial-corporativista. Los pol¨ªticos del SPD que se han hecho amigos de Vlad¨ªmir Putin y Sergu¨¦i Lavrov no lo hicieron para expiar la culpa de guerra de Alemania. Si ese fuera el caso, ?por qu¨¦ han ninguneado a Polonia, las Rep¨²blicas B¨¢lticas y, en particu...
Para entender por qu¨¦ Alemania act¨²a como lo hace, escuche el mejor consejo que le han dado a un periodista: siga el dinero. La pol¨ªtica exterior de Alemania responde a su modelo industrial-corporativista. Los pol¨ªticos del SPD que se han hecho amigos de Vlad¨ªmir Putin y Sergu¨¦i Lavrov no lo hicieron para expiar la culpa de guerra de Alemania. Si ese fuera el caso, ?por qu¨¦ han ninguneado a Polonia, las Rep¨²blicas B¨¢lticas y, en particular, Ucrania? Les interesan el dinero y el poder. As¨ª de sencillo.
El resumen de lo que ha pasado aqu¨ª es que estos pol¨ªticos actuaron como representantes de una arraigada red de contactos industriales alemanes y rusos. En una ocasi¨®n describ¨ª la relaci¨®n entre Alemania y Rusia como la m¨¢s estrat¨¦gica de Europa. Rusia y China son esenciales para el funcionamiento del modelo econ¨®mico alem¨¢n. Rusia es el proveedor de materias primas y energ¨ªa del cual ha llegado a depender la industria alemana. China se ha convertido en su socio comercial favorito y en el destino preferido de las inversiones alemanas.
El modelo industrial de Alemania es tambi¨¦n la principal raz¨®n por la que la UE funciona mal en tantos niveles. Mientras Alemania mantenga una pol¨ªtica exterior neomercantilista, subordinada al inter¨¦s de su sector de fabricaci¨®n, no hay forma de que la UE pueda desarrollar jam¨¢s una pol¨ªtica exterior estrat¨¦gica. El neomercantilismo conlleva grandes y persistentes super¨¢vits comerciales. A los neomercantilistas les gusta un tipo de cambio estable que les permita obtener una ventaja competitiva mediante la reducci¨®n de los costes salariales. Entrar en una uni¨®n monetaria era compatible con la mentalidad neomercantilista. Pero los neomercantilistas se oponen a una uni¨®n econ¨®mica total. Para que una relaci¨®n econ¨®mica especial como la que se mantiene con Rusia funcione, tiene que ser, para qu¨¦ enga?arse, especial y exclusiva.
En el marco de la estrategia neomercantilista, Alemania logr¨® contrarrestar la tendencia mundial a la disminuci¨®n de la participaci¨®n de la industria manufacturera en el PIB. En el Reino Unido y Francia, el sector de la fabricaci¨®n representa solo el 9% del PIB. En Alemania es el doble. El gobierno anterior incluso pretend¨ªa aumentar ese porcentaje. La raz¨®n por la que Alemania logr¨® resistir esta tendencia es la relaci¨®n especial con Rusia y China, y las crisis de la zona euro que aumentaron la competitividad de Alemania gracias a un tipo de cambio infravalorado.
El principal impulsor de esta relaci¨®n no es Gerhard Schr?der ni ning¨²n otro pol¨ªtico, sino la industria alemana. Su principal representante es la Asociaci¨®n Empresarial de Alemania Oriental, uno de los grupos de presi¨®n m¨¢s influyentes de Europa. En Alemania desempe?a un papel igual de importante que la Asociaci¨®n Nacional del Rifle en Estados Unidos. Ha comprado a pol¨ªticos y partidos pol¨ªticos enteros. Es el ¨²nico grupo de presi¨®n que conozco que tenga el poder de decidir la pol¨ªtica exterior de un pa¨ªs occidental avanzado.
El propio Olaf Scholz no era un actor central en la red alemana de Rusia. Adem¨¢s, es m¨¢s cr¨ªtico con China que su predecesor. Pero es un neomercantilista de pleno derecho. Esto suscita la pregunta de c¨®mo es posible que Alemania siga un modelo corporativista sin las relaciones que lo hicieron posible. Me parece que no se lo ha pensado bien.
Martin Bruderm¨¹ller, director de BASF, una empresa situada en el coraz¨®n de la trama rusa, advert¨ªa en una entrevista de que un embargo del gas destruir¨ªa la econom¨ªa alemana. Esto entra en la categor¨ªa de declaraciones que suenan m¨¢s plausibles en alem¨¢n que en ingl¨¦s. La raz¨®n es que el idioma alem¨¢n emplea la misma palabra para referirse a los negocios y a la econom¨ªa: *Wirtschaft*. Aqu¨ª va una versi¨®n m¨¢s precisa de la advertencia de Bruderm¨¹ller: [el embargo del gas] podr¨ªa destruir la industria manufacturera alemana y desencadenar un cambio en la especializaci¨®n dentro de la econom¨ªa que tendr¨ªa que haberse producido hace tiempo. Pero no, no matar¨ªa a la econom¨ªa alemana.
Scholz hace caso a gente como Bruderm¨¹ller. Es una l¨¢stima. Esto nos dice que Alemania no est¨¢ realmente abrazando una nueva era como Scholz ha dado a entender. Lo que ocurre, en cambio, es que Alemania est¨¢ entrando en una zona crepuscular, en la antesala de una nueva era que a¨²n queda lejos.
Si seguimos la pista del dinero m¨¢s all¨¢, descubriremos que los sectores de la fabricaci¨®n alemanes est¨¢n financiadas por los ahorradores alemanes, por medio de las cajas de ahorros y las compa?¨ªas de seguros como intermediarios. As¨ª es como encaja todo. Los legendarios excedentes de ahorro del pa¨ªs sirven para financiar una industria supercompetitiva.
Naturalmente, este modelo es insostenible. Insostenible significa que acabar¨¢ de una forma u otra. Ahora mismo, lo que estamos viendo es un pa¨ªs en estado de negaci¨®n, la primera de las cinco etapas del duelo.