Yo sufro, alguien tiene que ser cesado
La sensaci¨®n que provoca el Gobierno con la destituci¨®n de la directora del CNI es que vuelve a poner a una instituci¨®n del Estado en la picota haci¨¦ndonos creer que se limpia la mancha quitando a un pe¨®n
Finalmente, el Gobierno destituy¨® a la directora del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), dej¨¢ndonos la inc¨®moda pregunta de si con esto se resuelve la responsabilidad pol¨ªtica producida por el esc¨¢ndalo del programa Pegasus. Recordemos de qu¨¦ estamos hablando: no solo del espionaje a los l¨ªderes independentistas, sino del acto de agresi¨®n a la seguridad nacional que supone que el tel¨¦fono del presidente y de la ministra de Defensa fueran atacados con ese programa, y, por supuesto, de que todo esto haya salido a la luz. Como bien sabemos, la peculiaridad de los servicios secretos no es la de su transparencia. Es precisamente su opacidad lo que justifica su raz¨®n de ser.
Cuando nos enfrentamos a cuestiones que tienen que ver con la reconciliaci¨®n entre la democracia y la opacidad que es propia de este tipo de servicios, surgen siempre una gran cantidad de dificultades. ¡°?Quiere decir esto que al Estado tambi¨¦n se le defiende desde el s¨®tano?¡±, pregunt¨® afiladamente en una ocasi¨®n Juan Jos¨¦ Mill¨¢s a Felipe Gonz¨¢lez en este peri¨®dico. El s¨®tano, dec¨ªa el presidente, es tener un volumen de fondos reservados con una ley que permite hacer uso de los mismos, al tiempo que se violan todas las normas fiscales porque no se puede hacer un control presupuestario de los mismos. ¡°Es legal y al mismo tiempo es ilegal¡±, sentenciaba. Y a?ad¨ªa: ¡°Es una contradicci¨®n irresoluble. No hay ning¨²n solo sistema que la haya resuelto porque no se puede resolver¡±.
En el caso que nos ocupa, el llamado CatalanGate, lo importante es saber si se cont¨® o no con un mecanismo democr¨¢tico como lo es la autorizaci¨®n judicial para espiar, aunque esto no significa que haya un control judicial completo de lo que ocurre. Para la utilizaci¨®n de esos medios se sopesan razones de orden pol¨ªtico, las razones de un Estado democr¨¢tico. Es as¨ª y no tiene arreglo. ¡°Tiene arreglo acabar con los fondos reservados y obviamente quedarte sin ese margen de informaci¨®n¡±, dec¨ªa Felipe Gonz¨¢lez. No es otra cosa que la idea maquiaveliana de que el Estado protege un bien com¨²n, pero lo hace de una manera ajustada, esto es, escogiendo los medios que aun permiti¨¦ndonos conseguir ese fin concreto, no atentan contra aquellos principios que dan sentido a nuestra forma de vida democr¨¢tica.
Seg¨²n esto, hay tres formas que explican el funcionamiento de los servicios secretos. Primero, siguiendo directrices pol¨ªticas: el Gobierno debe saber que se est¨¢ espiando. Segundo, respetando ese ajuste entre medios y fines de acuerdo a razones pol¨ªticas. Y tercero, espiando bien. Por eso, si las pr¨¢cticas salen a la luz, entran todos los protocolos previstos por los sistemas democr¨¢ticos que someten a responsabilidad pol¨ªtica a las instituciones, incluso a los servicios secretos. La pregunta es si, con toda la informaci¨®n de la que disponemos, los ciudadanos podemos darnos por satisfechos con este cese. No somos ingenuos, aunque desde la atalaya de la victimizaci¨®n universal del impecable, un sector del independentismo nos trate como tales. Sabemos que la funci¨®n principal del Estado de derecho es el control del poder, y que el Estado tambi¨¦n debe tener la posibilidad de defenderse cuando se atenta contra ¨¦l. Por eso, la sensaci¨®n que provoca el Gobierno con el cese de la directora del CNI es que vuelve a poner a una instituci¨®n del Estado en la picota haci¨¦ndonos creer que se limpia la mancha quitando a un pe¨®n. Parece que m¨¢s que una rendici¨®n de cuentas propia de una democracia, lo buscado aqu¨ª es el desahogo de una Esquerra que habr¨ªa saldado su ascetismo con la vieja m¨¢xima de Nietzsche: ¡°Yo sufro, alguien tiene que ser culpable de esto¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.