Bajo asedio

En una clase ante 40 periodistas pregunt¨¦, a ra¨ªz de la biograf¨ªa que public¨® Carme Riera sobre ella, si sab¨ªan qui¨¦n era Carmen Balcells. Dos dijeron que s¨ª. Por alg¨²n motivo pueden permitirse ignorar qui¨¦n fue la agente literaria que impuls¨® uno de los m¨¢s impactantes movimientos literarios del siglo XX. Los tiempos cambian: yo supe de Balcells siendo muy chica. Me impresion¨® entonces enterarme de que a escritores como Garc¨ªa M¨¢rquez o Vargas Llosa les pagaba el alquiler, las ni?eras y hasta las vacaciones para que no hicieran otra cosa que lo suyo: escribir obras maestras. Yo quer¨ªa ser escritora (cre¨ªa que de ficci¨®n), pero no imaginaba c¨®mo lograr, con eso, sustento econ¨®mico. Cuando supe lo que hab¨ªa hecho Balcells, cre¨ª que ese era el camino: conseguir un mecenas monumental que mantuviera alejadas las preocupaciones dom¨¦sticas mientras yo me amurallaba en la torre blanca de la creaci¨®n. Por supuesto, jam¨¢s lo consegu¨ª, pero ahora s¨¦ que eso me hubiera impedido escribir una sola p¨¢gina. Me gustar¨ªa que fuera de otro modo, pero, si quiero escribir, la vida debe oponerme resistencia. La escritura me funciona bajo asedio: bajo el asedio de las distracciones, de las obligaciones diarias. Necesito cerrar la puerta a muchas cosas, organizar con disciplina los trabajos y los d¨ªas para lograr ese vac¨ªo donde, a veces, algo sucede. Me miro ahora, programando entrevistas, dando clases, editando, haciendo la lista de la compra, leyendo diarios, preparando una conferencia, comprando libros, saliendo a correr, pagando las cuentas. El barullo santo y necesario. Uno escribe para perderse y no para encontrarse, dec¨ªa Le¨®nidas Lamborghini. Si el camino est¨¢ despejado, ?c¨®mo va a perderse uno? Hay un poema de Richard Siken que dice: ¡°Nunca hay accidentes cuando la habitaci¨®n est¨¢ vac¨ªa¡±. Yo no necesito el accidente: necesito saber que existe y defenderme de ¨¦l.