El cultivo del resentimiento
La encarnaci¨®n de la prudencia que Feij¨®o ha hecho suya para conformar su personaje en la escena pol¨ªtica nacional deja v¨ªa libre al sectarismo que Ayuso ha convertido en su forma de estar en el mundo
¡°El Gobierno revisar¨¢ los libros de texto para evitar que haya adoctrinamiento¡±, anuncia la presidenta Ayuso, que parece disputar consigo misma el t¨ªtulo de campeona de la frivolidad. No es capricho ni ignorancia. Es parte de la estrategia del PP, desde la llegada de Alberto N¨²?ez Feij¨®o. El presidente intenta ofrecer una imagen de hombre tranquilo que busca capitalizar el desgaste de Pedro S¨¢nchez ante los sectores moderados (aunque en su estreno en Europa se le ha ido la mano pintando una Espa?a en estado catastr¨®fico), pero Isabel D¨ªaz Ayuso se ocupa de que el ruido no decaiga, mientras los segundos niveles del partido ¡ªen Castilla y Le¨®n y en Andaluc¨ªa¡ª normalizan a la extrema derecha como compa?era de viaje. Son distintos tonos en el uso de la palabra, que, como dec¨ªa el neurobi¨®logo Lamberto Maffei, ¡°es de alg¨²n modo la definici¨®n del ser humano¡±, pero el objetivo es com¨²n.
Hay en catal¨¢n una palabra, enraonar, que convierte en binario el ejercicio de razonar: examinar en conversaci¨®n. Este deber¨ªa ser el sentido de cualquier asamblea democr¨¢tica: compartir la palabra para el razonamiento en com¨²n. En realidad, es todo lo contrario. La verdad no es referente en pol¨ªtica. El criterio es la conquista y conservaci¨®n del poder y para ello hay que satanizar al adversario. Pero la sobreactuaci¨®n lleva a la pol¨ªtica a una funci¨®n peligrosa como m¨¢quina de activaci¨®n del resentimiento. El ruido es una arma de doble efecto: evita tener que dar explicaciones del propio proyecto (que a menudo no es otra cosa que la aceptaci¨®n acr¨ªtica del statu quo) y pretende debilitar al adversario, se?alado como portador de todos los males, para atrapar a los que se sienten descontentos o desesperados. La movilizaci¨®n de los ofendidos como horizonte supremo de la pol¨ªtica.
El caso de la Comunidad de Madrid es la exaltaci¨®n hasta el absurdo de unos modos que hacen da?o a la pol¨ªtica porque la instalan en la esfera de la desconfianza permanente. Lo atestigua el descr¨¦dito creciente de la pol¨ªtica. No s¨¦ qu¨¦ es m¨¢s grotesco: denunciar el credo sanchista o pretender limpiar los libros de texto de adoctrinamiento. Los credos acostumbran a tener unas verdades fundamentales o reveladas que los fundamentan. No tengo imaginaci¨®n suficiente para detectarlas en el sanchismo, que ha fundado sus ¨¦xitos en la habilidad para captar el momento de oportunidad ¡ªla virtud del buen pol¨ªtico, seg¨²n Maquiavelo¡ª manteni¨¦ndose siempre en un espectro amplio no lejano al ¡°de derechas y de izquierdas a la vez¡± que fue plataforma de lanzamiento de Macron. Es decir, una presunta polivalencia permite asumir la revoluci¨®n neoliberal como estado de las cosas y planear sobre ella con el m¨ªnimo reformismo imprescindible para conservar el favor de la ciudadan¨ªa de izquierdas. Y, en realidad, la derecha que le detesta porque la ech¨® del poder deber¨ªa agradecerle haber incorporado al orden establecido a sectores que ven¨ªan de las afueras.
?El adoctrinamiento? Precisamente porque sus dirigentes son conscientes de los l¨ªmites de su poder frente a los poderes econ¨®micos, la izquierda hace de las libertades individuales bandera, como lenitivo a los abusos de los poderes globales. ?Cu¨¢l es el material sectario que irrita a Ayuso? Todo aquello que pone en evidencia la obsesi¨®n de la derecha por controlar modos y conductas en la vida privada de los ciudadanos. ?Qu¨¦ le molesta? Que se hable del suicidio asistido, que se apueste por la recuperaci¨®n de la memoria hist¨®rica, que se legisle para combatir las desigualdades de sexo y de g¨¦nero, en fin cuestiones que est¨¢n en el centro del debate social y que lo doctrinario es negarlas. ?Qu¨¦ es un credo? Lo que no se puede discutir. Y precisamente los temas que provocan la irritaci¨®n de Ayuso se discuten y son parte de los debates propios de una sociedad liberal. Adoctrinar no es abrir espacios, es cerrarlos, como hace la derecha que siempre llega con retraso a la desmitificaci¨®n de las verdades impuestas por las hegemon¨ªas ideol¨®gicas del pasado. Y que vive empe?ada en negar evidencias, como por ejemplo el peso cultural del machismo que sigue frustrando el reconocimiento, los derechos y las oportunidades de las mujeres.
En una sociedad democr¨¢tica s¨®lo debe haber una frontera: aquella que separa a los que defienden el pluralismo y las libertades de los que niegan derechos y libertades a las personas. Y, por lo visto, el adoctrinamiento que Espa?a ha sufrido secularmente por parte del autoritarismo patriarcal no interpela ni preocupa a la se?ora Ayuso, que ha defendido con entusiasmo la alianza con Vox, genuino representante de estas arcaicas posiciones, herencia del franquismo que todav¨ªa contamina a ciertos sectores de la derecha. La encarnaci¨®n de la prudencia que Alberto Nu?ez Feij¨®o ha hecho suya para conformar su personaje en su entrada en la escena pol¨ªtica nacional deja v¨ªa libre al sectarismo que Ayuso ha convertido en su forma de estar en el mundo. Ejemplo de las malas pr¨¢cticas que degradan la pol¨ªtica y nos acercan peligrosamente al autoritarismo posdemocr¨¢tico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.