La vida sigue igual
Con la paz augusta en el PP, se sigue empujando la basura debajo de la alfombra, el agua sucia dentro de los floreros y el saqueo se equilibra en los balances contables estatales
La pax romana define el largo periodo de estabilidad que vivi¨® el Imperio romano tras guerras civiles y des¨®rdenes causados por la lucha de la ¨¦lite. Los especialistas la sit¨²an entre el mandato de C¨¦sar Augusto y la muerte de Marco Aurelio. Algo as¨ª parece haber alcanzado el PP tras la revuelta madrile?a. Un enfrentamiento que estall¨® tras el poco eficaz adelanto electoral en Castilla y Le¨®n, que conden¨® al partido a un pacto lacerante. Superada la cruenta batalla interna, en un mismo fin de semana se produjo la coronaci¨®n de D¨ªaz Ayuso como presidenta madrile?a y el relevo en el poder gallego que dej¨® vacante Feij¨®o para liderar el partido. Las elecciones andaluzas se anticipan como la culminaci¨®n de ese sencillo algoritmo que se aplica en la pol¨ªtica espa?ola: a partido pacificado, periodo electoral favorable. Sin embargo, pese a estas evidencias, llevarse bien, no hacerse da?o, no parece regir las relaciones internas en los partidos. Pero ya habr¨¢ tiempo para hacer predicciones a tiro pasado, que es el deporte nacional. Un deporte sin riesgo que da como resultado tantas personas inteligentes que sorprende que no arrasemos habitualmente en los premios Nobel.
La pax popular contiene, sin embargo, dos agujeros negros a¨²n sin explicar de manera convincente. El primero es conocer lo que pas¨® entre aquel viernes en el que Pablo Casado se present¨® en una emisora amiga para asegurar que, m¨¢s all¨¢ de la legalidad, que un familiar hiciera caja con las mascarillas cuando mor¨ªan miles de personas en lo m¨¢s tr¨¢gico de la pandemia era una indignidad, y el d¨ªa siguiente, en el que se dio por archivado el conflicto. Que se achantara de ese modo quien cre¨ªa tener la raz¨®n moral de su parte no zanj¨® la pol¨¦mica, sino que se exigi¨® de inmediato su sacrificio y el de la corte m¨¢s pr¨®xima a su irradiaci¨®n ya por entonces apagada. El segundo agujero consiste en entender por qu¨¦ es tan relevante presidir la agrupaci¨®n madrile?a del partido, asunto que provoc¨® una guerra civil en toda regla. Quiz¨¢ porque ha sido un epicentro de corrupci¨®n tan incontrolado durante los a?os de Esperanza Aguirre, y quien maneja el control de da?os mientras siguen saliendo sentencias, espionajes y relaciones institucionales degradantes para nuestra democracia, maneja en gran medida el estado de ¨¢nimo de los votantes honestos. Es a ellos a los que se dedican los esfuerzos de regeneraci¨®n y los arrebatos de limpieza, como aquel que llev¨® a Casado a prometer la venta de la sede nacional tras probarse que sus obras hab¨ªan sido pagadas con dinero negro.
La presencia de jueces, fiscales y polic¨ªas en las tramas corruptas de un partido tan sist¨¦mico ya no provocan una notable crisis de fe en los ciudadanos, acostumbrados a leer sentencias y escuchar conversaciones grabadas que delatan un modo de actuar ajeno a toda pulcritud democr¨¢tica. Sin embargo, para prevenir riesgos es imprescindible alcanzar estos estados de paz augusta en el partido. Detr¨¢s de ellos vendr¨¢ sin duda la cosecha de votos, que se confunde con un certificado de impunidad del delito y de evidencia de salud institucional. Y con esta manera eficaz pero tosca se sigue empujando la basura debajo de la alfombra, el agua sucia dentro de los floreros y el saqueo se equilibra en los balances contables estatales. Para ayudar, conviene alejarse silbando la hermosa melod¨ªa de La vida sigue igual.
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