Cambio de era en el BCE
El Banco Central Europeo da fin a una era expansiva y anuncia alzas de tipos que suscitan inc¨®gnitas sobre el crecimiento
El Banco Central Europeo (BCE) ha anunciado que el pr¨®ximo mes de julio activar¨¢ el fin de la estrategia monetaria superexpansiva inaugurada por Mario Draghi para salvar a los europeos y a su moneda de la Gran Recesi¨®n. Es el fin de un decenio de tipos de inter¨¦s cero o negativos y de ingentes compras de bonos p¨²blicos primero, y tambi¨¦n privados, que se intensific¨® a ra¨ªz de la recesi¨®n causada por la pandemia. La estrategia contrasta con los errores anteriores de la entidad con sede en Fr¨¢ncfort y, sobre todo, con las alzas de tipos de inter¨¦s de 2008 y 2011, en v¨ªsperas de los dos picos de la primera gran crisis financiera del siglo XXI.
Los buenos resultados de esa pol¨ªtica se reflejan en la consolidaci¨®n del euro para evitar su ruptura o en la superaci¨®n de la brecha financiera interna de la eurozona, con primas de riesgo o diferencias de tipos reales que agravaban la distancia entre Norte y Sur de la UE y erosionaban el mercado interior. Ha contribuido a un crecimiento econ¨®mico sustancial, tambi¨¦n del empleo, aunque no ha logrado el m¨ªnimo de inflaci¨®n necesaria que est¨¢ en sus objetivos. Y que de repente, por causas externas derivadas de la guerra en Ucrania, ha alcanzado dimensiones desbordantes.
El fin del intenso expansionismo, sin embargo, no implica por fortuna el equivocado retorno a las pol¨ªticas ultrarrestrictivas que preconizan los sectores m¨¢s duros. La etapa que se abre ahora tiene perfiles todav¨ªa por detallar y busca el dif¨ªcil objetivo de un aterrizaje suave de la estrategia flexible, sin que el sesgo m¨¢s restrictivo da?e la capacidad de crecimiento del PIB. La medida estrella es un aumento del tipo de inter¨¦s b¨¢sico en un cuarto de punto en julio, y el anticipo de otro, a¨²n por ¡°calibrar¡±, pero probablemente de medio punto porcentual en septiembre. Tambi¨¦n a partir del 1 de julio se opta por terminar con las cl¨¢sicas compras netas de bonos (aunque a su vencimiento se ir¨¢n reinvirtiendo) durante ¡°un tiempo prolongado¡±, el que ¡°sea necesario¡±. Y se acabar¨¢n las adquisiciones del ¡°programa pand¨¦mico¡±, pero no antes de finales de 2024.
Este ¨²ltimo elemento es lo m¨¢s discutible. Los mercados han juzgado t¨ªmida esa promesa de evitar la fragmentaci¨®n Norte-Sur: al eludirse m¨¢s concreci¨®n o la creaci¨®n de un mecanismo espec¨ªfico para ello, se ha provocado el disparo de la prima de riesgo italiana.
La otra gran inc¨®gnita estriba en hasta qu¨¦ punto la mayor ortodoxia monetaria puede desembocar en un estancamiento econ¨®mico, pues a mayor precio del dinero, m¨¢s caro resulta invertir y m¨¢s obst¨¢culos encuentra la creaci¨®n de empleo. La prudencia de la dosis de rigor prevista por el BCE alivia esa inquietud, pero no la anula completamente.
El banco central deb¨ªa mostrar su preocupaci¨®n por una inflaci¨®n exorbitante, aunque la subida de tipos no relajar¨¢ los precios internacionales del gas, ni los del transporte mar¨ªtimo, ni los de los cereales de Ucrania. Europa est¨¢ en un espacio m¨¢s complejo que la sobrecalentada econom¨ªa estadounidense, cuya autoridad monetaria eleva tipos con menos miramientos.
Todo ha cambiado desde el a?o pasado y es l¨®gico que la pol¨ªtica monetaria se ajuste, siquiera, en dosis homeop¨¢ticas, porque eso figura en el manual de los bancos centrales. Ignorar la realidad destruir¨ªa su credibilidad, pero debe explicarse mejor. La clave ahora es no sobreactuar en la transici¨®n y que, contra los augurios catastrofistas, el BCE mantenga el rumbo sin vaivenes apresurados.
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