Sachs & Estenssoro
Entre las f¨¢bulas para explicar por qu¨¦ nos va tan mal al sur del R¨ªo Grande hay una que narra c¨®mo un brillante economista capt¨® la atenci¨®n de un pol¨ªtico populista ganoso de un segundo mandato
El desempe?o de la idea liberal en nuestra Am¨¦rica en el ¨²ltimo medio siglo servir¨ªa de tema para un seminario v¨ªa Zoom, de esos en los que el moderador trabaja para un think tank en Ann Arbor, Michigan, y los ponentes, acreditados intelectuales latinoamericanos, algunos de ellos acad¨¦micos de mucha val¨ªa, hablan desde Monterrey, Buenos Aires, S?o Paulo, Medell¨ªn y Santiago de Chile. Tal vez ya hayan hecho el webinario y yo ni me he enterado.
Por ¡°idea liberal¡± entiendo much¨ªsimo m¨¢s de lo que suele enumerar el encomio que hace el Financial Times del candidato favorito de la comunidad empresarial en cualquiera de nuestros pa¨ªses, ese que ostenta un m¨¢ster de la Pompeu Fabra, trabaj¨® seis a?os en el BID y habla idiomatic English de Nueva Inglaterra.
Desde que, a fines del siglo pasado, las reformas impulsadas por el llamado ¡°consenso de Washington¡± infundieron a los mandarines de la regi¨®n nociones de ¨¢lgebra lineal y de hoja Excel encaminadas a abatir la pobreza, hemos visto ya a unos cuantos pol¨ªticos populistas dejarse aconsejar y convertirse a la fe de las privatizaciones y los equilibrios fiscales. Con resultados a menudo tan catastr¨®ficos que han dado muy mala prensa a la palabra ¡°liberal¡±.
Entre las f¨¢bulas que los a?os han ido acumulando en mi cabeza para explicarme por qu¨¦ nos va a todos tan mal al sur del R¨ªo Grande hay una que narra c¨®mo un brillante economista de mi generaci¨®n, desembarazado ya de todos los marxismos y sabedor de los arcanos de la econom¨ªa de mercado y el Estado peque?o, capt¨® la atenci¨®n de un pol¨ªtico populista ganoso de un segundo mandato. Para ello le cont¨® al pol¨ªtico la historia de Jeffrey Sachs y V¨ªctor Paz Estenssoro.
V¨ªctor Paz Estenssoro fue un pol¨ªtico boliviano como ya no los hacen: combati¨® como artillero en la mort¨ªfera Guerra del Chaco, en los a?os 30. Fue condecorado, descoll¨® pol¨ªticamente en la izquierda, fund¨® un gran partido de masas y lider¨® una verdadera revoluci¨®n social en 1952.
En sus 94 a?os de vida alcanz¨® a ser cuatro veces, aunque no consecutivas, presidente constitucional de su pa¨ªs. En el curso de ellas introdujo una reforma agraria¡ª¡±tierras al indio, minas al Estado¡±¡ª cre¨® una poderosa central obrera y nacionaliz¨® la miner¨ªa y el gas. Fue tambi¨¦n implacable con sus adversarios.
Cuando tom¨® turno al bate por cuarta vez, el pa¨ªs estaba ya para el desguace: la inflaci¨®n superaba el 20.000% y los precios mundiales del esta?o, la secular riqueza boliviana, se hab¨ªan desplomado.
Su contendor era un hombre de negocios criado en los Estados Unidos y que hablaba mal el espa?ol: se llamaba Gonzalo y lo apodaron Goni??. Frente al carisma y el prestigio del padre de la revoluci¨®n social, Goni era una hojuela de ma¨ªz Kellogg¡¯s bajo la lluvia. Para colmo, propugnaba un programa de electrocuci¨®n macroecon¨®mica del tipo FMI. Y ten¨ªa como asesor a Jeffrey Sachs, eximio economista, ap¨®stol del desarrollo sostenible.
La leyenda cuenta que Carlos Andr¨¦s P¨¦rez, el hombre que nacionaliz¨® la industria petrolera venezolana en 1976, quiso hacerse elegir por segunda vez en 1988 y que sol¨ªa hacer llamar a deshoras un renombrado joven economista. Llevado a su presencia, el presidente P¨¦rez le dec¨ªa: ¡°Todas las encuestas me dan ganador pero no puedo dormir. Cu¨¦ntame otra vez el cuento de la hiperinflaci¨®n¡±.
¡°En 1919, Austria atravesaba una gran crisis que¡¡±, comenzaba a narrar el a¨²lico. ¡°No, no, eso ya lo s¨¦¡ªatajaba P¨¦rez¡ª; cu¨¦ntame la parte en que Paz Estenssoro gana las elecciones en Bolivia y le roba el programa de ajustes a su adversario. Me gusta como lo cuentas¡±.
En efecto, Paz Estenssoro gan¨® las elecciones en 1985 y de inmediato adopt¨® las medidas que Goni propugnaba, a contrav¨ªa de su plataforma de campa?a, en contra de todo por lo que hab¨ªa luchado durante medio siglo.
Contrat¨® a Sachs como consejero mayor. Luego despidi¨® 23.000 mineros y dej¨® flotar el d¨®lar. ¡°Bolivia se nos muere: esta dureza es necesaria¡±, dijo por televisi¨®n. La inflaci¨®n fue abatida, en efecto, y el modelo econ¨®mico no le estall¨® en las manos. M¨¢s bien fue preservado por los Gobiernos que le siguieron.
Como hip¨®tesis de un trabajo doctoral quiz¨¢ no valga mucho esta bagatela del economista y el antiguo populista, candidato insomne, pero lo cierto es que durante aquella campa?a electoral el futuro planificador no dejaba de contar, en cuanta entrevista conced¨ªa, la historia de Sachs y Estenssoro que P¨¦rez encontraba tan edificante y digna de emular.
¡°Si Paz Estenssoro pudo aplicar un plan de reformas, yo tambi¨¦n puedo¡±, dicen que lleg¨® a decir. Munido de su petrocarisma y la enga?osa promesa t¨¢cita de entregar una nueva Venezuela saudita, P¨¦rez gan¨® las elecciones y emprendi¨® un en¨¦rgico y desma?ado plan de reformas de lo m¨¢s consenso de Washington. El joven economista fue su Sachs. Veintid¨®s d¨ªas m¨¢s tarde, ardi¨® Caracas. P¨¦rez no pudo terminar su segundo mandato.
En una sola vida, P¨¦rez quiso ser petropopulista mayor y prototipo de reformista partidario del mercado. Pero no todo el mundo tiene el ars de un Paz Estenssoro.
¡°Una felicidad es toda la felicidad; pretender dos es como si ninguna existiese¡±, dice el Diablo en La historia del soldado de Igor Stravinski, con palabras del poeta Charles Ramuz.
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