Sexo, delito y ¡®trending topic¡¯
La redifusi¨®n viral y sin permiso de grabaciones con contenido sexual es un acto penado por la ley que da mucho dinero a las redes sociales
Los v¨ªdeos sexuales en las redes han dejado de ser excepci¨®n para convertirse en rutina. El problema empieza cuando la difusi¨®n de esas im¨¢genes se viraliza sin consentimiento de la persona o personas grabadas porque constituye una grave vulneraci¨®n del derecho a la intimidad tanto de famosos como de no famosos. Es simplemente un delito. El ¨²ltimo caso ha sido el de un v¨ªdeo sexual del presentador Santi Mill¨¢n filtrado en Twitter sin su permiso. Fue trending topic de la chismograf¨ªa en la Red y es una muestra m¨¢s de la permisividad de la poblaci¨®n con el contenido ¨ªntimo (ajeno) expuesto a la luz p¨²blica. Pero lo peor es que la mayor¨ªa de la poblaci¨®n, dispuesta a echar unas risas y unos comentarios jocosos a costa de la privacidad de otros, ignora o finge ignorar que el acto mismo de retuitear y difundir el v¨ªdeo es un delito de acuerdo con el C¨®digo Penal. En su art¨ªculo 197.7 establece penas de prisi¨®n que van de tres meses a un a?o, o bien una multa de seis a doce meses para todo aquel que sin autorizaci¨®n de la persona grabada ¡°difunda, revele o ceda a terceros im¨¢genes o grabaciones audiovisuales¡± que puedan menoscabar la intimidad personal.
No hay ambig¨¹edad alguna: cada cual puede grabarse practicando el deporte que m¨¢s le guste, incluido el sexo. El delito empieza en difundir la grabaci¨®n sin permiso y contin¨²a en la contribuci¨®n a su redifusi¨®n. La tentaci¨®n de aumentar la pena es l¨®gica, pero es tambi¨¦n ineficaz, adem¨¢s de torpe: la ¨²nica mejora en el futuro de una conducta tan innoble y miserable pasa por la educaci¨®n de la ciudadan¨ªa en el uso de las redes sociales, de la misma manera que el intercambio de grabaciones sexuales entre j¨®venes o adultos se ha convertido en una feliz rutina l¨²dica que puede volverse pesadilla en cuanto acaban en las redes con voluntad de destruir o da?ar al otro. La serie Pam & Tommy se inspir¨® en el caso real de la distribuci¨®n p¨²blica de una cinta privada de la noche de bodas de la actriz Pamela Anderson y el bater¨ªa Tommy Lee Bass. La filtraci¨®n de aquella cinta sexual fue la primera de una nueva era en la historia delictiva: cientos de miles de personas an¨®nimas dedican horas de su vida diaria a compartir material ajeno en redes sociales que amplifican el impacto de esos contenidos con algoritmos que lo recomiendan sin hacerse responsables de su legalidad.
No valen consideraciones moralistas ni moralizantes: las grabaciones de contenido sexual no tienen nada de reprobable; lo ¨²nico reprobable es su difusi¨®n sin permiso del interesado o de los interesados. Ser el primero en la cadena de distribuci¨®n o ganar dinero haci¨¦ndolo son agravantes, pero ser el ¨²ltimo y hacerlo gratis no son atenuantes. Ser famoso no limita el derecho a la intimidad y ser el autor del contenido ¨ªntimo, tampoco. Compartirlo sin haberlo visto no reduce la responsabilidad de su difusi¨®n. La cuesti¨®n central, sin embargo, est¨¢ en otro sitio: qu¨¦ responsabilidad tiene el ecosistema que ha adiestrado a millones de usuarios para que compartan material ajeno de forma masiva y mec¨¢nica, sin responsabilidad ni consecuencias para plataformas digitales y redes sociales que ganan mucho dinero con ello. Seg¨²n la nueva ley de mercados digitales, son los ¡°guardianes¡± de la Red, pero persiste el vac¨ªo legal que beneficia a quienes se lucran, que son los proveedores de servicio e irresponsables del contenido. Los suben los usuarios, pero se amplifican y viralizan gracias a los algoritmos de recomendaci¨®n.
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