Jesucristo armado en Brasil
Resulta una triste iron¨ªa que en un pa¨ªs profundamente cristiano como Brasil, Bolsonaro juegue con la religiosidad buscando votos
El paroxismo de Jair Bolsonaro por las armas lleg¨® a su culmen la v¨ªspera de la pasada festividad del Corpus Christi. Reunido con l¨ªderes evang¨¦licos, el presidente brasile?o tom¨® la palabra en el palacio de Gobierno y dijo: ¡°Jes¨²s no compr¨® una pistola solo porque no exist¨ªan en aquella ¨¦poca¡±. El af¨¢n de Bolsonaro por las armas, y esa idea recurrente de querer ¡°armar al pueblo contra la violencia¡±, lo han llevado hasta la blasfemia.
Lula da Silva, su competidor en las pr¨®ximas elecciones que ya aparece como favorito, no perdi¨® tiempo en responderle. ¡°Es imposible que quien diga semejante idiotez diga creer en Dios. El dios de esa persona no es el m¨ªo. Dios es amor, humanismo, bondad, cari?o y respeto por los seres humanos¡±.
Brasil es el pa¨ªs con la poblaci¨®n cristiana m¨¢s grande del mundo. Por eso, la afirmaci¨®n de Bolsonaro no se puede tomar a la ligera. La provocaci¨®n de Bolsonaro inund¨® enseguida las redes sociales Entre los cientos de miles de comentarios en Twitter, Hermes Fern¨¢ndez escribi¨®: ¡°Jes¨²s carg¨® con una cruz, no con un arma. Por Cristo podemos morir, pero no matar. No podemos tener la cruz en una mano y un arma en la otra¡±.
Mucho se ha discutido, sobre todo en tiempos de la Teolog¨ªa de la Liberaci¨®n, si Jes¨²s fue un pacifista o un guerrillero. Seg¨²n los cuatro evangelios can¨®nicos, lo que Jes¨²s no fue es un cobarde. Es conocida la respuesta que dio a los ap¨®stoles cuando le advirtieron: ¡°Huye, porque el rey Herodes Antipas quiere matarte¡±. Jes¨²s les respondi¨®: ¡°Id y decidle a esa zorra que hoy y ma?ana seguir¨¦ expulsando demonios y curando a los enfermos¡± (Lucas 13, 31) En los escritos rab¨ªnicos zorra significa tambi¨¦n un ¡°don nadie¡±.
Pero si el creador del cristianismo nunca aparece como un cobarde, tambi¨¦n es cierto que la fuerza de su mensaje era el pacifismo en contraposici¨®n al belicismo. As¨ª qued¨® c¨¦lebre su dicho: ¡°El que a hierro mata de hierro muere¡±, al igual que la condena del ¡°ojo por ojo y diente por diente¡±, que recuerda la ley del Tali¨®n del c¨®digo de Hammurabi del siglo XVII a.C.
Que a Jes¨²s no le interesaban las armas y que quer¨ªa a sus disc¨ªpulos desarmados lo revela el episodio de cuando fue preso y llevado a juicio. Cuando a Marco, uno de los servidores del Sumo Sacerdote, le cortaron una oreja con la espada, Jes¨²s lo cur¨® como cuenta Lucas en su evangelio. Jes¨²s lleg¨® al colmo, seg¨²n narra el evangelista Mateo, al afirmar que los cristianos ¡°deben amar a sus propios enemigos y orar por quienes les persiguen¡± y que deben considerarse felices ¡°quienes trabajan por la paz¡± (Mateo 5, 9)
Si hay un texto en los evangelios que refleja el alma del profeta Jes¨²s que abri¨® las puertas del juda¨ªsmo para crear una religi¨®n universal en la que todos deber¨ªan sentirse hermanos, ese es el llamado de las Bienaventuranzas, en el que se afirma: ¡°felices los pacificadores porque ellos ser¨¢n llamados hijos de Dios¡±.
Resulta una triste iron¨ªa que en un pa¨ªs como Brasil profundamente religioso y cristiano, su jefe de Estado, que se dice cat¨®lico y evang¨¦lico a la vez por un c¨¢lculo puramente electoralista, prostituya su propia religi¨®n tentando atraer los votos de los 65 millones de evang¨¦licos a quienes intenta empapar con su obsesi¨®n de las armas, de la violencia, de la guerra y de su sed de venganza.
A los evang¨¦licos reunidos en el palacio presidencial, Bolsonaro intent¨® convencerles de que las armas son el mejor ant¨ªdoto para la propia defensa. Les record¨® que, por ejemplo, nadie se atrever¨ªa a declarar una guerra a los pa¨ªses que hoy poseen la bomba at¨®mica, otro de sus sue?os belicistas.
Ha sido Bolsonaro el presidente de la historia de Brasil qui¨¦n m¨¢s y mejor ha revelado su ¨ªndole violenta y su pasi¨®n por las armas al legislar que hasta los menores de edad pueden ir a entrenarse en los clubes de tiro para familiarizarse con las armas. Y es ¨¦l y sus tres hijos, tambi¨¦n pol¨ªticos, quienes aparecen felices y sonrientes haciendo con las manos el signo de disparar un arma. En su primer viaje oficial a Israel pidi¨®, en una pausa, ir a exhibirse disparando y manifest¨® su orgullo al conseguir acertar al blanco por siete veces seguidas, mientras no esconde que ser¨ªa incapaz de dormir si no tuviera un arma al lado de su almohada.
Las pr¨®ximas elecciones van a revelar si los brasile?os, a pesar de la violencia institucional que los aflige, o quiz¨¢s por ello, prefieren que siga gobernando al pa¨ªs un presidente que incita cada d¨ªa a armarse hasta los dientes y querr¨ªa ver con un revolver al mism¨ªsimo Jesucristo. O si, al rev¨¦s, prefieren a alguien que ponga fin a dicha locura para abrir en la sociedad nuevos espacios de fraternidad y de colaboraci¨®n capaces de crear un clima de paz y armon¨ªa que acabe con los demonios que les trajo el bolsonarismo que ha vuelto a tocar los tambores de la superada y sangrienta dictadura militar.
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