Sin aborto no hay democracia
La decisi¨®n del Tribunal Supremo de EE UU es la prueba de que los pa¨ªses occidentales est¨¢n en pleno retroceso populista
No es solo un d¨ªa triste para las mujeres o para el feminismo. La decisi¨®n del Tribunal Supremo de derogar el derecho al aborto en Estados Unidos es la prueba de que las autodenominadas democracias occidentales est¨¢n en pleno retroceso populista, empezando por la m¨¢s antigua del mundo y siguiendo por toda Europa. As¨ª, ...
No es solo un d¨ªa triste para las mujeres o para el feminismo. La decisi¨®n del Tribunal Supremo de derogar el derecho al aborto en Estados Unidos es la prueba de que las autodenominadas democracias occidentales est¨¢n en pleno retroceso populista, empezando por la m¨¢s antigua del mundo y siguiendo por toda Europa. As¨ª, el prop¨®sito de esta marcha atr¨¢s no pretende evitar futuros embarazos, ni siquiera atormentar a las mujeres. Su objetivo va mucho m¨¢s all¨¢ por cuanto atenta contra la dignidad humana, a la vez que ofrece la ilusi¨®n populista de que es posible (y deseable) retroceder en el tiempo.
En un contexto donde la democracia no es capaz de garantizar unos m¨ªnimos de justicia e igualdad, donde la mayor¨ªa no tiene horizonte, ahorros ni seguridad, sucede que el populismo se frota las manos y ofrece siempre la misma soluci¨®n, de Madrid a Texas: volver a la situaci¨®n anterior. As¨ª, el precariado ser¨ªa la nueva clase social de las viejas ¡°democracias regresivas¡± y el populismo, su consecuencia directa. De este modo, defender un partido o un Estado capaz de permanecer fiel a ciertos valores estables (en tanto parte de un pasado imaginario) se va a convertir en una de las estrategias pol¨ªticas fundamentales en los pr¨®ximos a?os y uno de los enemigos a batir por cualquier dem¨®crata real. Es decir, por aquella o aquel que luche por la igualdad, la justicia social y el tiempo que los ciudadanos libres empleen en su crecimiento moral, personal y profesional.
Y no, no crean que en Espa?a estamos lejos de lo que ha sucedido en Estados Unidos. Al contrario, aqu¨ª estamos tan cerca de derogar el aborto como lo est¨¢ una joven milenial convencida de que sus padres viv¨ªan mejor que ella de votar a Vox, ese partido populista y regresivo empe?ado en que con Franco viv¨ªamos mejor.
Pero, ?por qu¨¦ el populismo y la regresi¨®n de la democracia atacan siempre al cuerpo de las mujeres? No es porque sea m¨¢s fr¨¢gil, ni siquiera creo que se deba a una cuesti¨®n exclusivamente machista. Lo que pasa es que el cuerpo femenino es el espacio simb¨®lico m¨¢s representativo de lo propiamente humano y de su futuro. Si quieres detener el tiempo, debes empezar por frenar a las mujeres y someter su voluntad. Nos disparan a nosotras porque quieren dejar claro que pueden controlarnos a todos, que los cuerpos pertenecen al poder antes que a sus leg¨ªtimas due?as. Por todo ello, creo que derogar el derecho al aborto no debe confundirse con un retroceso exclusivo de las mujeres o el feminismo; al contrario, es la punta del iceberg de la regresi¨®n de la democracia que avanza desde hace d¨¦cadas. Solo hay una buena noticia y es que, aunque el pasado ya no existe, las mujeres seguimos aqu¨ª. Y, lo mejor de todo, nuestro cuerpo no es d¨®cil, al contrario: es desobediente, sangrante y est¨¢ pre?ado de futuro. Y de abortos. Somos due?as de un cuerpo sabio que sabe decidir sin culpa, sin arrepentimiento y con dignidad. Por eso nuestros abortos forman parte de la resistencia democr¨¢tica.