Aborto en EE UU: medio siglo hacia atr¨¢s
El Supremo elimina la protecci¨®n legal a la interrupci¨®n del embarazo y env¨ªa un mensaje siniestro a todas las democracias
El Tribunal Supremo de Estados Unidos elimin¨® este viernes, en una sentencia de consecuencias dram¨¢ticas que marcar¨¢ a ese pa¨ªs durante generaciones, la protecci¨®n federal del derecho al aborto establecida hace medio siglo. El 24 de junio de 2022 marca un parteaguas hist¨®rico en una democracia fundada sobre la libertad individual, que da as¨ª un siniestro salto hacia atr¨¢s en los derechos de las mujeres (m¨¢s del 60% quiere aborto legal) impensable al principio de esta d¨¦cada.
El aborto en EE UU estaba protegido por una sentencia de 1973 conocida como Roe contra Wade. Esa doctrina imped¨ªa restringir la libertad de interrumpir el embarazo antes de la semana 23?. En la sentencia del caso Dobbs contra Jackson Women¡¯s Health Organization, que ya tiene su lugar en la historia de la infamia, el Supremo da la raz¨®n al Estado de Misisipi y le permite restringir el aborto hasta 15 semanas. Para hacerlo, elimina por completo el precedente, revierte su doctrina y deja v¨ªa libre a los Estados para regular el aborto. En 26 de ellos, dominados por el Partido Republicano, eso supone imponer restricciones desconocidas desde hace medio siglo. En la mitad de ellos se activar¨¢n inmediatamente leyes que en la pr¨¢ctica convierten el aborto en delito para millones de mujeres.
Donald Trump prometi¨® como candidato que solo nombrar¨ªa magistrados del Supremo que revirtieran la doctrina sobre el aborto. Esa promesa le dio los votos de una derecha religiosa que lo despreciaba, un grupo minoritario pero imprescindible para ganar la presidencia por la m¨ªnima. La sentencia es el sue?o de una ultraderecha religiosa que, tras d¨¦cadas batallando dentro del Partido Republicano, finalmente ha impuesto su fanatismo a trav¨¦s de una instituci¨®n no electa, en una funesta victoria que las urnas jam¨¢s le habr¨ªan dado. Estados Unidos es la democracia con la que se miden las democracias. Hoy, su mensaje es demoledor: a trav¨¦s de la manipulaci¨®n de las instituciones, se pueden imponer pol¨ªticas extremistas a las que ninguna mayor¨ªa democr¨¢tica dar¨ªa legitimidad.
La mayor¨ªa conservadora del Supremo ha ignorado las advertencias de que un cambio de doctrina tan radical destruir¨ªa el prestigio de la instituci¨®n, cuya principal fuente de poder es la percepci¨®n de imparcialidad. Si los derechos y libertades constitucionales cambian a capricho de las mayor¨ªas, no hace falta un int¨¦rprete de la Constituci¨®n. El Supremo rara vez falla contra su propia jurisprudencia, y siempre lo ha hecho para ampliar derechos individuales, no para recortarlos. El magistrado ponente, Samuel Alito, considera que no existe un derecho al aborto porque no figura expresamente en la Constituci¨®n. La nueva doctrina abre la puerta a revertir otros derechos civiles que tampoco exist¨ªan en el siglo XVIII, como el matrimonio gay. La decisi¨®n de ayer supone una regresi¨®n inaudita en la historia constitucional norteamericana.
A corto plazo, hay muy poco que se pueda hacer. Gobernadores y fiscales generales dem¨®cratas pueden en los pr¨®ximos meses dar ejemplo de c¨®mo es la vida en los Estados donde el fanatismo religioso no asalta los cuerpos de las mujeres. Al igual que hizo la derecha religiosa, es hora de que la moderaci¨®n y el sentido com¨²n con los que todav¨ªa se identifican la inmensa mayor¨ªa de los estadounidenses se movilicen tambi¨¦n en las urnas. Este asalto es solo el principio. La lecci¨®n es que todas las libertades, si no se defienden, est¨¢n a una generaci¨®n de desaparecer. En Estados Unidos y en todas partes.
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