Socialismo o populismo
El dilema es mantener la vigente l¨ªnea pol¨ªtica al servicio de S¨¢nchez, con un desgaste tal vez irreparable, o buscar un replanteamiento a partir de las funciones de la socialdemocracia en una sociedad amenazada por la crisis
Hace semanas asist¨ª por azar al inicio de un debate en 24 horas, en TVE, sobre la protesta del presidente de Castilla-La Mancha frente a la sumisi¨®n que impone a los socialistas Pedro S¨¢nchez en su partido. No eran m¨¢s que ¡°monaguillos¡±, hab¨ªa dicho al parecer. El inter¨¦s del debate fue precisamente que no ofreci¨® nada de inter¨¦s. Con la habilidad que han aprendido los portavoces del Gobierno en los medios, todo se ...
Hace semanas asist¨ª por azar al inicio de un debate en 24 horas, en TVE, sobre la protesta del presidente de Castilla-La Mancha frente a la sumisi¨®n que impone a los socialistas Pedro S¨¢nchez en su partido. No eran m¨¢s que ¡°monaguillos¡±, hab¨ªa dicho al parecer. El inter¨¦s del debate fue precisamente que no ofreci¨® nada de inter¨¦s. Con la habilidad que han aprendido los portavoces del Gobierno en los medios, todo se centr¨® en por qu¨¦ lo habr¨ªa dicho, en la comparaci¨®n con Fern¨¢ndez Vara y en los efectos que una declaraci¨®n as¨ª pod¨ªa producir. No falt¨® la puntada a Garc¨ªa-Page, aludiendo a su gusto por los chascarrillos.
Nadie quiso pensar, o no deb¨ªa pensar, que sus palabras apuntaban a un problema capital en el PSOE de hoy: la ausencia total de creatividad pol¨ªtica, porque todos los mensajes han de estar controlados por el presidente, convertido en ¨²nico emisor. Lo explic¨® sin reservas de cara al ¨²ltimo congreso Pedro S¨¢nchez: el PSOE deb¨ªa ser ¡°un partido de militantes¡±, cuyo ¨²nico papel consiste en llevar adelante las ¨®rdenes de su direcci¨®n, de ¨¦l. Dicho de otro modo, en un bloque de transmisores. M¨¢s que de monaguillos, se tratar¨ªa de la conversi¨®n de los laboriosos enanitos del cuento de Blancanieves en peones subordinados a cuanto impone la reina. Y si las cosas no marchan bien, o incumplen sus directrices, humillaci¨®n al canto (Defensa, Asuntos Exteriores).
Lo m¨¢s grave es que el l¨ªder dista de ser infalible. M¨¢s a¨²n, por sus recientes intervenciones, le falta la competencia necesaria para abordar la crisis en que nos encontramos, tanto en el plano econ¨®mico como en el pol¨ªtico. Menos mal que est¨¢n ah¨ª Nadia Calvi?o y Yolanda D¨ªaz. Basta con reproducir sus idas y venidas en torno a la reconciliaci¨®n con Marruecos y el tema del S¨¢hara para darse cuenta de que su decisionismo nunca estuvo respaldado por un an¨¢lisis de la situaci¨®n en su complejidad. Aun cuando el punto de partida era razonable: buscar una soluci¨®n al callej¨®n sin salida saharaui, obteniendo las garant¨ªas de una autonom¨ªa efectiva, y de paso lograr un reencuentro con Mohamed VI. S¨¢nchez opt¨® por un cheque en blanco a Marruecos, imagin¨¢ndose adem¨¢s que con ello obten¨ªa seguridad para Ceuta y Melilla, sin cuidarse en nada del deterioro inevitable de las relaciones con Argelia, y pretendiendo adem¨¢s enga?ar a los ciudadanos al asegurar ¡ªah¨ª est¨¢ el texto de su alocuci¨®n¡ª que el viraje sobre el S¨¢hara se adecuaba a las resoluciones vigentes de la ONU. Todo un recital con los resultados conocidos, hoy agravados.
Y todo al servicio de su objetivo de mantener su posici¨®n personal, ejerciendo el mando en la pol¨ªtica espa?ola. Consecuencia: la imagen de Pedro S¨¢nchez se ha desgastado notablemente en los ¨²ltimos meses, con el impacto del relevo de Casado por Feij¨®o al frente del PP. Feij¨®o ha ido forjando la imagen de que resultar¨¢ un bien, y un descanso para los espa?oles, la sustituci¨®n de S¨¢nchez, sobre todo si logra como en Andaluc¨ªa la dif¨ªcil misi¨®n de librarse de Vox y alcanzar la mayor¨ªa absoluta del PP, transformado en partido moderado y eficaz. Las elecciones andaluzas son un excelente indicador de hasta que punto esa tendencia se ha consolidado en la opini¨®n p¨²blica. Y S¨¢nchez responde con la pol¨ªtica del avestruz, ordenando a su c¨ªrculo medi¨¢tico que imponga el olvido forzoso de la consulta andaluza.
En la citada tertulia, una participante dio y repiti¨® la raz¨®n para imponer el deber progresista de cerrarse a la autocr¨ªtica sobre ¡°los monaguillos¡±: ¡°No hay que dar armas al adversario¡±. Era una declaraci¨®n de principios, reflejo de la actual pol¨ªtica del presidente, dispuesto a mantener una imagen de enfrentamiento a muerte con la oposici¨®n, siempre asimilando al PP con Vox. La pat¨¦tica intervenci¨®n de Adriana Lastra tras la derrota de Andaluc¨ªa llev¨® al m¨¢ximo esa orientaci¨®n, descalificando hasta el absurdo ¡ªFeij¨®o es ¡°la involuci¨®n en el PP¡±¡ª, e insisti¨® en ver la pol¨ªtica, como la joven de la tertulia, a modo de una contienda sin armas de fuego.
Estamos ante una obsesi¨®n claramente da?ina para un clima de convivencia democr¨¢tica, con el partido mutado en Bloque Socialista, y dirigida por ello a sofocar cualquier disidencia interna, o simple iniciativa aut¨®noma, en raz¨®n de esa imaginaria guerra pol¨ªtica. En definitiva, lo m¨¢s ¨²til para que se acent¨²e el desprestigio del partido del Gobierno y de su presidente.
El inconveniente de preferir a Feij¨®o a S¨¢nchez es que no se trata de resolver un torneo entre dirigentes, para lo cual ya el primero mostr¨® su debilidad en la intervenci¨®n econ¨®mica en el Senado. La panacea de bajar impuestos tampoco es una alternativa, aun cuando resulte atractiva para las capas superiores de la sociedad. Y, sobre todo, detr¨¢s del juicioso Feij¨®o, y del tambi¨¦n juicioso Juanma Moreno, est¨¢n los antecedentes pol¨ªticos del PP, am¨¦n de proyectos ya consolidados de populismo de derecha profunda, como el encabezado por Isabel D¨ªaz Ayuso en Madrid.
La izquierda democr¨¢tica sigue siendo necesaria, y el balance social y econ¨®mico del Gobierno Pedro S¨¢nchez-Yolanda D¨ªaz se mantiene como una opci¨®n razonable de no ceder a la tentaci¨®n populista. No basta la justicia social; seg¨²n han probado las reformas alcanzadas, el progreso o la respuesta a la crisis han de basarse en no destruir los equilibrios econ¨®micos y mantener el enlace con Bruselas. Claro que si los socialistas han de esperar una recuperaci¨®n, esta solo puede venir de algo tan dif¨ªcil hoy como es el regreso a la vida desde el interior del partido.
La situaci¨®n se encuentra hoy en el dilema entre mantener la vigente l¨ªnea pol¨ªtica al servicio de Pedro S¨¢nchez, asumiendo un desgaste tal vez irreparable para el partido y la democracia, y buscar un replanteamiento a partir de las funciones que corresponde desempe?ar a la socialdemocracia en nuestra sociedad amenazada por la crisis. Siempre ha sido dif¨ªcil ejecutar la marcha atr¨¢s para un partido socialdem¨®crata. El establecimiento del Estado de bienestar respond¨ªa a sus expectativas y a sus t¨¦cnicas de gobierno; tomar decisiones dif¨ªciles de pol¨ªtica econ¨®mica cuando se consolida el descenso del empleo y de los salarios resulta una tarea menos grata. Pero los ejemplos italiano y franc¨¦s prueban que los errores en su ejecuci¨®n pueden desembocar en la pr¨¢ctica desaparici¨®n del socialismo. Con la misma queda borrado un instrumento pol¨ªtico necesario de cara a mantener la capacidad de acci¨®n y defensa de amplios sectores de la sociedad, forzados de otro modo a pagar solos la factura de la crisis.
El ejemplo franc¨¦s muestra adem¨¢s hasta qu¨¦ punto ese vac¨ªo es cubierto por el populismo de izquierda, que bajo la gu¨ªa de un excelente demagogo, Jean-Luc M¨¦lenchon, con grandes palabras y mayores riesgos, fagocit¨® a la izquierda cl¨¢sica. Y tambi¨¦n como aqu¨ª la vocaci¨®n autoritaria de un l¨ªder, Macron, quebr¨® los equilibrios internos del sistema, en su caso empuj¨¢ndolos una y otra vez a la derecha, bajo la sombra de Le Pen. El hundimiento de la izquierda democr¨¢tica revela su coste pol¨ªtico y social. No conviene olvidarlo, sobre todo cuando el avance de la derecha en Francia, y sobre todo en Estados Unidos, con el Tribunal Supremo anunciando a Trump 2, puede llevar a la autodestrucci¨®n de la libertad.
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