Argelia o la crisis m¨²ltiple
El r¨¢pido respaldo de la UE a la posici¨®n espa?ola rebaja la tensi¨®n con Argel y fortalece las fronteras exteriores europeas
El desorden multipolar favorece a los pa¨ªses propensos a utilizar la fuerza y las amenazas y sit¨²a en posici¨®n de debilidad a las democracias europeas, sometidas a las reglas de juego, tambi¨¦n en la escena internacional. El detonante de la actual crisis argelina fue el cambio de posici¨®n del Gobierno espa?ol respecto al S¨¢hara Occidental, mal gestionado y explicado justamente por su incidencia potencial en el cambio de orden mundial en marcha con epicentro en Ucrania. Espa?a deb¨ªa recuperar la relaci¨®n con Marruecos, eso est¨¢ fuera de toda duda. Y ten¨ªa que hacerlo en un escenario muy complicado por el hist¨®rico enfrentamiento entre los dos grandes pa¨ªses del Magreb, Argelia y Marruecos, lo que aconsejaba extremar al m¨¢ximo los movimientos diplom¨¢ticos de Exteriores ante cualquier variaci¨®n de las relaciones con uno u otro. Ahora bien, ser¨ªa equivocado limitar las causas de la crisis actual solo a esa torpe actuaci¨®n del Gobierno espa?ol, a las divisiones dentro de la coalici¨®n de izquierdas ¡ªespecialmente sobre el futuro del S¨¢hara Occidental¡ª o a la irresponsabilidad de la derecha espa?ola a la hora de compartir las pol¨ªticas de Estado.
No hace falta buscar la pistola humeante que demuestre la existencia de v¨ªas de comunicaci¨®n Mosc¨²-Argel en la ruptura con Espa?a, anunciada y luego rectificada, para encajar todas las piezas del desorden geopol¨ªtico s¨²bitamente declarado en el norte de ?frica. Si Rabat cuenta con sus excelentes relaciones con Israel, sus servicios secretos y sus empresas de seguridad, como la creadora del sistema de espionaje Pegasus, las relaciones de Argel con Mosc¨², sus militares y sus agentes, son fundacionales y estrat¨¦gicas desde la propia independencia. Ambos han utilizado las armas que caracterizan la ¨¦poca, Rabat la inmigraci¨®n y Argelia la energ¨ªa, y han reactivado el conflicto congelado del S¨¢hara Occidental, de la misma forma que Vlad¨ªmir Putin activa sus conflictos congelados en Donb¨¢s, en Transnistria o en Georgia.
Como escribi¨® Tuc¨ªdides en su Historia de la guerra del Peloponeso, los fuertes hacen lo que quieren, los d¨¦biles lo que deben. Parad¨®jicamente, Espa?a parece encontrarse entre estos ¨²ltimos cuando se trata de relacionarse con dos pa¨ªses autoritarios como Marruecos y Argelia, ambos enredados en sus rivalidades territoriales e incapaces de emprender el camino de la apertura democr¨¢tica, la cooperaci¨®n y la integraci¨®n regional en el Magreb. Pero Espa?a es Europa, y en dos ocasiones en un a?o la UE ha hecho valer el peso del conjunto para defender a uno de los suyos frente a las respuestas disruptivas de los dos gigantes del Magreb. En la primavera de 2021, a prop¨®sito de la entrada masiva de personas por la frontera marroqu¨ª en Ceuta. Ahora, frente a la decisi¨®n argelina de suspender el tratado de cooperaci¨®n con Espa?a vigente desde 2002 y el anuncio de romper las relaciones comerciales.
La r¨¢pida y contundente reacci¨®n de Bruselas y la igualmente r¨¢pida rectificaci¨®n de Argelia indican la efectividad de la presi¨®n de la Uni¨®n Europea, en un juego a muchas bandas en el que la UE ha acabado imponiendo su autoridad. Un ¨¦xito. Ahora le toca actuar al Gobierno de Espa?a porque nuestro pa¨ªs no puede resignarse a la subrogaci¨®n a Bruselas de la dif¨ªcil diplomacia hacia el Magreb, un territorio con el que estamos obligados a entendernos.
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