Esto s¨ª es una crisis
Si la justicia deja de ser percibida como un equilibrio serio, la democracia se va al carajo
Que Donald Trump iba en serio lo hemos empezado a comprender m¨¢s tarde. La derogaci¨®n de la ley del aborto nos muestra que ladrillo a ladrillo logr¨® solidificar el Tribunal Supremo menos sensato de su historia. Pero no fue ¨¦l quien coloc¨® al juez Clarence Thomas, cuya esposa alentaba al golpe de Estado contra el Capitolio en aquel infausto D¨ªa de Reyes en que finalmente ser¨ªa desalojado del poder. Exist¨ªa una l¨ªnea trazada desde el ¨¢mbito pol¨ªtico desde d¨¦cadas atr¨¢s. Ya sab¨ªamos que no hay pureza posible ni tan siquiera en los cargos vitalicios del Supremo, pues toda inteligencia tiene su visi¨®n de las cosas, pero el sistema democr¨¢tico es una traslaci¨®n de los deseos de los ciudadanos hacia las instituciones, aunque en este caso una notable proporci¨®n del pueblo est¨¢ en contra de la decisi¨®n tomada. Ser¨¢ bueno que los que han llegado a la conclusi¨®n de que el voto no cambia nada, esa especie de desalentados democr¨¢ticos, un poquito narcisos, un poquito perezosos, recuperen el entusiasmo. Ante la man¨ªa de regir sobre la autonom¨ªa reproductiva de las mujeres, solo cabe que los hombres caigan en la cuenta de que jam¨¢s tolerar¨ªan que algo as¨ª se les impusiera a ellos y luchen solidariamente.
Despu¨¦s de m¨¢s tres a?os de bloqueo de la renovaci¨®n en el Consejo General del Poder Judicial, los espa?oles se preguntan con raz¨®n si sus tribunales superiores no est¨¢n acaso tambi¨¦n expuestos a la dominaci¨®n pol¨ªtica. Porque el bloqueo no ha permitido que las l¨ªneas de conexi¨®n entre el voto popular y las instituciones democr¨¢ticas funcionen del modo en que fueron dise?adas. Es m¨¢s, nuestro sistema est¨¢ mejor escrito que el estadounidense, pero un partido ha decidido que ese Consejo permanezca petrificado durante toda la legislatura. Hasta ahora los avisos de la autoridad europea han sido excesivamente respetuosos. Tan solo acusamos un descenso de posiciones en la valoraci¨®n internacional de nuestra democracia. Un descenso terco y vergonzante que podr¨ªa provocar que los espa?oles se hagan preguntas inc¨®modas, pese a que no son aficionados a ello. Preguntas que tienen que ver con el manejo pol¨ªtico de lo que habr¨ªa de ser un mecanismo de control del poder y no una prolongaci¨®n del poder.
Durante esta legislatura hemos visto demasiado archivo de casos con ribete pol¨ªtico, inacci¨®n frente a corrupci¨®n, guerra sucia parapolicial, y hasta el perjurio de altos responsables citados como testigos. Conviene recordar que el comisario Jos¨¦ Manuel Villarejo fund¨® una asociaci¨®n llamada Transparencia y Justicia para trabajar con jueces y fiscales en su labor oscura de a?os y una tal Asociaci¨®n para la Transparencia y la Calidad Democr¨¢tica presenta demandas constantemente contra Ada Colau para cercenar su carrera pol¨ªtica con alguna imputaci¨®n. Hemos visto largas tentativas de llevar a juicio a Podemos por tramas tan d¨¦biles que ni se lograron articular. Inhabilitar a un diputado por una patada sin huella y a otra destacada l¨ªder condenarla por insultar durante la protesta contra un desahucio como si lo ¨²nico que permite la ley en tal circunstancia es cantar ¡°Del barco de Chanquete no nos mover¨¢n¡±. Y ya no digamos la vista por la imaginaria patada de ??igo Errej¨®n a un se?or o el pase¨ªllo judicial contra humoristas, cantantes o procesionarios de la vagina de pl¨¢stico. Si la justicia deja de ser percibida como un equilibrio serio, la democracia se va al carajo.
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