Letizia, cumbre
Yo que los mon¨¢rquicos que la despellejan pon¨ªa velas a la salud de ese matrimonio. No hay que ser feminista, sino ciego, para no ver que, aqu¨ª y ahora, el mejor rey es la Reina
Se la ve¨ªa a la vez m¨¢s ajena y m¨¢s due?a de s¨ª misma que nunca. Regia, pluscuamperfecta, derecha cual m¨¢stil de bandera. Con sus trabajad¨ªsimos tr¨ªceps tens¨¢ndose a ojos vista al estrechar la diestra a los mandamases del planeta. Dando su mejor perfil a c¨¢mara, como cuando se despidi¨® de la audiencia del telediario un viernes hasta el lunes y no volvi¨® m¨¢s que para abrir la escaleta. Casi 20 a?os m¨¢s tarde, Letizia Ortiz Rocasolano aprob¨® cum laude la otra noche el examen de Reina de Espa?a ante los m¨¢s poderosos del globo en la cena de la cumbre de la OTAN. No le o¨ªmos ni un suspiro, pero todo en ella proclamaba que, tras muchos forcejeos, le ha cogido la medida al traje y ya ni le aprieta ni le va grande. Sospecho que le repatea su rol de pastora de cong¨¦neres en la sonrojante agenda paralela que manda a las se?oras a hacer turismo y charlar de sus cositas mientras los se?ores se miden las ojivas y rearman el mundo. Pero, puesta en el brete, apuesto que se ha dejado las pesta?as postizas para darle sentido a su papel de consorte.
Atr¨¢s quedan quienes se mofaban de su malet¨ªn de ejecutiva en las visitas oficiales, de sus interrogatorios a los expertos que le pusieran a tiro, de sus ojos en blanco y su rictus de ?qu¨¦ co?azo! en seg¨²n qu¨¦ tesituras. Tambi¨¦n sus peque?as y grandes rebeliones. Aquel verano en Palma poni¨¦ndose todos los d¨ªas lo mismo para que nos aburri¨¦ramos y dej¨¢semos de hablar de su ropa. Aquel feo impidi¨¦ndole a su suegra retratarse con sus nietas a la salida de misa. Su rechinar de molares ante las haza?as de su suegro y los desplantes de sus cu?adas. Solo ella sabe los sapos y culebras que ha tenido que tragarse. A veces, a¨²n se le puede ver alguno atravesado en la tr¨¢quea. El ¨²ltimo, las cr¨ªticas por su ausencia en los fastos de la mayor¨ªa de edad de Ingrid de Noruega: una quedada de la realeza europea a reventar de coronas y caspa a espuertas. La acusan de no querer que su hija Leonor, heredera al trono, apareciera en esa foto, y me lo creo. Dicen que la monarqu¨ªa es pompa y boato. Otras, puede. Esta, tras los ¨²ltimos tumores, precisa extirpar c¨¦lulas muertas. Y ella, que nunca ha dejado de ser periodista, lo sabe. En septiembre cumple 50 a?os. Una edad en la que una mujer, con los hijos calentando alas y los estr¨®genos en ca¨ªda libre, se plantea si su vida merece la pena. Yo que los mon¨¢rquicos que la despellejan pon¨ªa velas a la salud de ese matrimonio. No hay que ser feminista, sino ciego, para no ver que, aqu¨ª y ahora, el mejor rey es la Reina.
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