En busca de un lugar para la Uni¨®n Europea en el mundo
Hay que elegir entre un mundo bipolar, de democracias contra autocracias, o multipolar, apostando por una voz propia. Quiz¨¢ lo m¨¢s l¨®gico es cerrar filas con las democracias y frenar, desde dentro, los instintos m¨¢s extremos
Conviene, de entrada, no autoenga?arse. Es este un mundo crecientemente inc¨®modo para la Uni¨®n Europea. Para un grupo de pa¨ªses que cree en un orden internacional basado en derecho e instituciones y ve zarandeado y pisoteado por la ley global de la fuerza lo poco de eso que hab¨ªa. Para una potencia comercial que sufre la disrupci¨®n de las cadenas de suministro internacionales. Para una potencia normativa que asiste a una segmentaci¨®n del mundo. Para unas sociedades en gran medida aversas a la dimensi¨®n militar, y en declive demogr¨¢fico, que observan un escenario global cada vez m¨¢s propenso a la confrontaci¨®n. Para un territorio energ¨¦ticamente muy dependiente, y con los suministradores en las ant¨ªpodas pol¨ªticas. Esto es lo que hay. Y es ah¨ª donde hay que situarse.
Nada de eso nos aboca necesariamente a una ¨¦poca decadente, pero todo ello nos obliga a tomar decisiones duras, y con rapidez. En resumen, se trata de decidir en qu¨¦ punto exacto del tablero mundial colocarse. No hay duda de que tendr¨¢ que ser cerca de otras democracias, con las cuales, con todos los errores y decepciones, compartimos inalienables valores. ?Pero hasta qu¨¦ punto? ?Hasta d¨®nde alinearse con Estados Unidos? ?A partir de d¨®nde construir una voz propia, diferente?
Las cumbres del G-7 y la OTAN celebradas en los d¨ªas pasados han exhibido un alto grado de cohesi¨®n. Pero es evidente que, detr¨¢s del necesario mensaje unitario ante la brutal agresi¨®n rusa, hay miradas diferentes. No todas las democracias, por ejemplo, se sit¨²an en la misma longitud de onda con respecto a qu¨¦ posici¨®n tomar ante China. En un extremo, la dureza de EE UU, para el que China es el gran competidor estrat¨¦gico; en el otro, pa¨ªses europeos ¡ªcomo Alemania¡ª m¨¢s propensos a la interacci¨®n.
La UE ha aspirado hist¨®ricamente a un orden multilateral, con un amplio pluralismo de sujetos representados en la mesa de instituciones internacionales que afrontan las cuestiones a trav¨¦s del di¨¢logo y el derecho. Pero eso no va a poder ser. M¨¢s bien hay que elegir entre uno bipolar ¡ªgrandes democracias versus grandes autocracias¡ª; u otro multipolar ¡ªcon EE UU por un lado; la UE, cerca, pero en un lugar propio; China por otro; Rusia, cerca de Pek¨ªn, pero no en simbiosis¡ª. Cuanto m¨¢s cohesionado el club de las democracias, m¨¢s cohesionado ser¨¢, probablemente, el de las autocracias. Y viceversa.
?Qu¨¦ es m¨¢s acorde a nuestros intereses? ?Y a nuestros valores? Toda respuesta es leg¨ªtima, pero algunas premisas tienen poco debate posible. Uno: negarse a suministrar armas a Ucrania para que se defienda se parece mucho a abandonar a su suerte a una mujer agredida por un mat¨®n que no tiene ninguna intenci¨®n de negociar y parar. Dos: pertenecer a la OTAN es un seguro de vida, y algunos sustancialmente no han pagado la cuota y han chupado del bote. Que haya quienes piensen que, por su situaci¨®n territorial, no necesitan el seguro es tan miope como olvidar que pertenecemos a una comunidad de valores por la que un golpe en un lugar es un golpe a todos y, adem¨¢s, que de ciertos polvos vienen grandes lodos. Si no hubiese la OTAN, ?alguien se atreve a descartar un ataque de Putin a los b¨¢lticos? ?Hubiese la UE defendido a los b¨¢lticos? Tres: confiar en las buenas intenciones de pa¨ªses como Rusia o China es una ingenuidad.
Hay que decidir d¨®nde situarse. Probablemente, el lugar m¨¢s l¨®gico es en el bando democr¨¢tico de forma inequ¨ªvoca, prepar¨¢ndose para lo peor, demostrando uni¨®n entre democracias hacia fuera, y moderando desde dentro de ese bando los impulsos reactivos m¨¢s extremos.
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