Emprendedor de ¡®fake news¡¯
Personajes como el excomisario Villarejo fracasan en sus planes pero constituyen un peligro para la democracia que es quien pierde en su juego
Las cosas no van bien en tu empresa. Los productos de la competencia se venden m¨¢s y hab¨¦is perdido cuota de mercado. ?Te reunir¨ªas con un comisario de polic¨ªa que te promete urdir una trama de desprestigio de una empresa competidora, a partir de falsedades y que, adem¨¢s, utiliza recursos del Estado, con lo que puedes acabar en la c¨¢rcel acusado de m¨²ltiples delitos? ?Cu¨¢n desesperado deber¨ªas estar? Hasta me cuesta imaginar a Tom Cruise haci¨¦ndolo por la Iglesia de la Cienciolog¨ªa y es que tal comportamiento solo parece tener sentido dentro de una secta. Pero en Espa?a, juzgando por los audios de Villarejo, parece que mucha gente en posici¨®n de poder se encuentra en tal grado de desaz¨®n. Con lo que, o bien algunos partidos pol¨ªticos funcionan como sectas (no es descartable, pero si algo caracteriza al Partido Popular no es la adherencia fervorosa a unos principios pol¨ªticos, sino m¨¢s bien su pragmatismo) o bien la vida dentro los mismos se asemeja a la ley de la selva. Un mundo hobbesiano en el que el pol¨ªtico es un lobo para el pol¨ªtico, y, si no devoras, ser¨¢s devorado.
Los audios publicados por EL PA?S tienen el valor de transmitir la realidad con la fuerza de la ficci¨®n: un relato en primera persona, de viva voz, de uno de los negocios m¨¢s oscuros que existe, o ha existido en nuestro pa¨ªs. No s¨¦ qu¨¦ es m¨¢s sorprendente, si la demanda de los servicios de Villarejo ¡ªindicativa de que, en algunas altas esferas de la pol¨ªtica y de las empresas, se sobreentiende que hay que jugar sucio¡ª o la oferta. ?C¨®mo es posible que, en pleno siglo XXI, en una democracia plena (a menos a juzgar por las evaluaciones internacionales) algunos de los mejores hombres de los cuerpos de seguridad sobrevivan como polic¨ªas de fortuna, y que, si usted tiene un problema, y si logra dar con ellos, quiz¨¢s pueda contratarlos? Adem¨¢s, ni en la serie del Equipo A ni en la de Villarejo parec¨ªa muy dif¨ªcil contactar con ellos. La diferencia es que, mientras al coronel Hannibal Smith los planes siempre le sal¨ªan bien, al comisario Villarejo por lo general le sal¨ªan bastante mal. A quien quer¨ªa desprestigiar acab¨® de vicepresidente del Gobierno y a quienes pretend¨ªa ayudar se hundieron pol¨ªticamente. Sin embargo, sus p¨¦simos resultados no restan un ¨¢pice de gravedad a lo sucedido.
La mayor¨ªa de emprendedores de fake news, como Villarejo, fracasan, pero constituyen un peligro para la democracia. El excomisario pone un precio alto (¡°todo eso vale pasta, ?claro que vale pasta!¡± le dice a Cospedal) por un producto de rentabilidad pol¨ªtica dudosa. Confiar en que las maquinaciones de Villarejo den m¨¢s r¨¦ditos electorales que los trucos de Iv¨¢n Redondo o Miguel ?ngel Rodr¨ªguez es una apuesta muy arriesgada, y propia no de ganadores sino de quienes se sienten derrotados. Pero quien pierde no es quien invierte en ese juego, sino todo el sistema democr¨¢tico espa?ol, cuya legitimidad queda irremediablemente tocada.
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