Proteger a los m¨¢s vulnerables
Para evitar muertes ante las olas de calor es decisivo desplegar una actuaci¨®n preventiva de los servicios sociales y la atenci¨®n primaria
En la crisis del coronavirus aprendimos que proteger a las personas m¨¢s vulnerables no solo era un imperativo moral sino la forma m¨¢s eficaz de evitar muertes y luchar contra los estragos del virus. Lo que era evidente en una situaci¨®n tan excepcional como la pandemia, no lo es tanto en una situaci¨®n tambi¨¦n excepcional como son las olas de calor, pero el desaf¨ªo es exactamente el mismo.
Temperaturas extremas de m¨¢s de 40 ¡ãC, y de hasta ...
En la crisis del coronavirus aprendimos que proteger a las personas m¨¢s vulnerables no solo era un imperativo moral sino la forma m¨¢s eficaz de evitar muertes y luchar contra los estragos del virus. Lo que era evidente en una situaci¨®n tan excepcional como la pandemia, no lo es tanto en una situaci¨®n tambi¨¦n excepcional como son las olas de calor, pero el desaf¨ªo es exactamente el mismo.
Temperaturas extremas de m¨¢s de 40 ¡ãC, y de hasta 46 ¡ãC en algunos lugares, como se alcanzaron en Espa?a, se han convertido en un grave factor de riesgo para la salud y la vida de las personas. Pero las olas de calor no golpean a toda la poblaci¨®n por igual. Con los actuales precios de la electricidad, la climatizaci¨®n de la vivienda es un lujo que muchos hogares no pueden permitirse. Corresponde a las administraciones identificar la poblaci¨®n de riesgo y tomar medidas para proteger la salud a las personas m¨¢s vulnerables. Muchas ciudades, donde el efecto isla de calor agrava las consecuencias adversas del calentamiento global, han habilitado refugios clim¨¢ticos en equipamientos y espacios p¨²blicos, pero todo indica que son insuficientes.
Entre el 10 y el 19 de julio se produjeron en Espa?a 1.047 muertes atribuibles a las altas temperaturas, seg¨²n la estimaci¨®n del exceso de mortalidad atribuible al calor del Instituto de Salud Carlos III de Madrid. Algunas de estas muertes han sido por golpes de calor, pero la mayor parte corresponde a muertes silenciosas por deshidrataci¨®n o por descompensaci¨®n de patolog¨ªas de base, cuyas v¨ªctimas no han sido en muchos casos ni siquiera conscientes del peligro en el que se encontraban. La poblaci¨®n de mayor riesgo son los ancianos que viven solos y quienes padecen patolog¨ªas cr¨®nicas. Las de mayor riesgo son las enfermedades respiratorias y cardiovasculares, la diabetes y la insuficiencia renal. Un estudio realizado en Catalu?a indica que entre las personas de m¨¢s de 60 a?os el riesgo de mortalidad por temperaturas extremas aumenta un 20%, y entre los mayores de 80 a?os, hasta un 40%. Para evitar muertes es decisivo desplegar una actuaci¨®n preventiva coordinada de los servicios sociales y de la atenci¨®n primaria de salud.
Lo ocurrido en el catastr¨®fico verano de 2003 alerta de la importancia de una intervenci¨®n temprana. La ola de calor que aquel a?o golpe¨® a Europa se cobr¨® m¨¢s de 10.000 vidas en la conurbaci¨®n de Par¨ªs, una ciudad poco preparada para el calor. En Espa?a, estudios posteriores cifraron el n¨²mero de v¨ªctimas en 6.600. En ambos casos, cuando los servicios de emergencia observaron la gravedad del fen¨®meno, ya era demasiado tarde. Seg¨²n datos preliminares, esta ¨²ltima ola de calor ha sido la m¨¢s extrema de las que se han producido en Espa?a desde que hay registros. El nuevo patr¨®n clim¨¢tico en el que ya estamos obliga a revisar tanto los protocolos de protecci¨®n como los dispositivos de emergencia.