Martirizado Afganist¨¢n
Todos los indicadores apuntan a una calamitosa situaci¨®n del pa¨ªs, sin ayudas internacionales suficientes y con la sumisi¨®n forzada de sus mujeres
La muerte del l¨ªder de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, abatido por un dron estadounidense, ha subrayado casi un a?o despu¨¦s de la ca¨®tica retirada de EE UU de Afganist¨¢n el car¨¢cter del r¨¦gimen instalado en Kabul, convertido en refugio de yihadistas desde el regreso de los talibanes. El hecho no debiera eclips...
La muerte del l¨ªder de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, abatido por un dron estadounidense, ha subrayado casi un a?o despu¨¦s de la ca¨®tica retirada de EE UU de Afganist¨¢n el car¨¢cter del r¨¦gimen instalado en Kabul, convertido en refugio de yihadistas desde el regreso de los talibanes. El hecho no debiera eclipsar las enormes penalidades que est¨¢ sufriendo la poblaci¨®n afgana bajo la dictadura islamista tras un a?o del abandono occidental, en particular las mujeres a trav¨¦s de un atroz repertorio de coacciones de todo tipo.
En un a?o, Afganist¨¢n ha perdido las pocas cosas buenas que hab¨ªa conseguido en dos d¨¦cadas de guerra y ocupaci¨®n por EE UU, en libertades p¨²blicas, en pluralismo pol¨ªtico e incluso en bienestar, a pesar de la corrupci¨®n rampante de las autoridades. La minor¨ªa chi¨ª hazara ha sido la m¨¢s golpeada por la persistencia del terrorismo, junto a la pac¨ªfica secta suf¨ª, cuya mezquita de Kabul sufri¨® un atentado en el que murieron 10 personas en abril al t¨¦rmino del Ramad¨¢n.
La amenaza de una hambruna pesa sobre unos seis millones de ciudadanos, aunque los efectos de la malnutrici¨®n afectan ya a 19 millones de los 39 con que cuenta Afganist¨¢n. Es continuo el retroceso en los derechos de las mujeres, totalmente desaparecidas e invisibles de la vida p¨²blica, y especialmente en el acceso de las j¨®venes a la educaci¨®n, prohibido definitivamente por los talibanes el pasado marzo. Son cada vez mayores las limitaciones a la libertad de movimientos y al derecho al trabajo, mientras se incrementan los matrimonios forzados y la violencia, con preocupante intensidad en las zonas alejadas de las ciudades. Tambi¨¦n aumentan las restricciones de vestimenta m¨¢s rigoristas a cargo del Ministerio para la Promoci¨®n de la Virtud y la Persecuci¨®n del Vicio, que ha impuesto la ocultaci¨®n total del rostro a las presentadoras de televisi¨®n y recomienda a las mujeres que se abstengan de viajar y de salir de casa si no van acompa?adas por un familiar masculino como vigilante.
Tampoco nada frena el hundimiento de una econom¨ªa sometida a un creciente aislamiento. La renta per capita, en constante aumento desde 2007, ha ca¨ªdo bruscamente m¨¢s de un 30%. Incluso la agricultura ha disminuido en un 5% su producci¨®n, afectada por la sequ¨ªa y la inflaci¨®n. A un pa¨ªs tan desafortunado como Afganist¨¢n solo le faltaba el terremoto que produjo m¨¢s de un millar de v¨ªctimas mortales y destruy¨® 10.000 hogares en una regi¨®n fronteriza con Pakist¨¢n el pasado junio. La ayuda humanitaria que necesita Afganist¨¢n para hacer frente a todas sus desgracias est¨¢ muy lejos de los esfuerzos realizados hasta ahora por las organizaciones internacionales, con la limitaci¨®n adicional que significa el bloqueo de los activos del Estado en cuentas occidentales, a las que no tendr¨¢n acceso los talibanes mientras se mantenga y siga aumentando la represi¨®n sobre las mujeres.
Los errores cometidos por las sucesivas administraciones estadounidenses en Afganist¨¢n, especialmente desde 2001, culminaron con la retirada de agosto pasado. Pero antes est¨¢n los errores de dos d¨¦cadas de guerra y el intento de construcci¨®n de una democracia tutelada. Ser¨ªa bueno que a estos errores no se sumara ahora, sobre todo despu¨¦s de la eliminaci¨®n de Al Zawahiri, el olvido de las necesidades de ayuda y de solidaridad con Afganist¨¢n y, sobre todo, con las afganas, las ni?as y las mujeres que m¨¢s cruelmente sufren el r¨¦gimen represivo.