El choque por la Guardia Nacional
El Presidente aprovechar¨¢ su informe a la naci¨®n para insistir en que no hay m¨¢s ruta que la completa militarizaci¨®n de la Guardia Nacional, el cuerpo de seguridad que ha crecido de la mano de la milicia, pero que la ley prev¨¦ que regrese al curso civil en marzo de 2024
En menos de tres semanas el presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador rendir¨¢ su cuarto informe de gobierno. En esa ocasi¨®n presumir¨¢ sus programas sociales, un aeropuerto, una refiner¨ªa y un tren, y su victoria en contra de grupos que ¨¦l asegura que pretenden obstaculizar su revoluci¨®n. De manera muy significativa, entre esos colectivos el mandatario no incluir¨¢ al crimen organizado, actor que en la semana que concluye dio sonoras demostraciones de su inmenso poder¨ªo.
En ese 1 de septiembre, el tabasque?o dir¨¢ que ya est¨¢ dando frutos la estrategia social-militar que su gobierno ha lanzado para combatir la violencia. La sociedad mexicana sabe que a L¨®pez Obrador la actualidad no le conmueve. Que a pesar de casi 90 asesinatos diarios ¨¦l proclamar¨¢ el ¨¦xito de sus esfuerzos pacificadores; que narcobloqueos como los de esta semana en Zapopan, Celaya, Ju¨¢rez y Tijuana ¡ªmedio pa¨ªs, pr¨¢cticamente¡ª los ve como sucesos a los que ¨¦l no ha de dar fuerza medi¨¢tica. Si yo no me acuerdo, no pas¨®.
En el mejor de los casos, Andr¨¦s Manuel aprovechar¨¢ su informe a la naci¨®n para insistir en que no hay m¨¢s ruta que la completa militarizaci¨®n de la Guardia Nacional, el cuerpo de seguridad que naci¨® militarizado, que ha crecido de la mano de la milicia, pero que la ley prev¨¦ que regrese al curso civil en marzo de 2024.
El presidente dir¨¢ que al no aceptar la reforma que entrega de jure la Guardia Nacional a la Defensa, la oposici¨®n bloquea la posibilidad de dar m¨¢s seguridad a los mexicanos. Opositores y activistas alertan, por su parte, sobre los enormes peligros que implica esa decisi¨®n, y la sociedad escucha ambos argumentos con una sola interrogante: ?cu¨¢l es el camino posible hacia una pronta seguridad, militarizar m¨¢s o comenzar de nuevo desde cero?
Desde la presidencia de Ernesto Zedillo (1994-2000) el gobierno mexicano ha tratado de crear un cuerpo policiaco de envergadura para enfrentar la inseguridad. En ese sexenio se pens¨® en la Polic¨ªa Federal Preventiva, tambi¨¦n surgida de germen militar. Ese cuerpo derivar¨ªa en una Polic¨ªa Federal que dos administraciones panistas no pudieron consolidar. Y en el pe?ato nos quedamos con un h¨ªbrido: desapareci¨® la Secretar¨ªa de Seguridad, Gobernaci¨®n asumi¨® esas tareas y se intent¨®, sin ¨¦xito otra vez, una Gendarmer¨ªa, que no era militar ni policiaca ni todo lo contrario.
Al llegar L¨®pez Obrador al poder tom¨® dos decisiones: convertir a la polic¨ªa federal en un s¨ªmbolo de la corrupci¨®n panista, con lo cual justific¨® su disoluci¨®n, y cumplir lo que hab¨ªa publicado desde 2017 en su ¨²ltimo libro antes de ganar la presidencia. La Marina y la Sedena, dijo AMLO en ¡°2018: La Salida¡±, constituyen una enorme fuerza ociosa, y ¨¦sta ser¨¢ usada en labores de seguridad. Una de las formas m¨¢s evidentes de esa utilizaci¨®n se llama Guardia Nacional.
En los albores del sexenio, y pr¨¢cticamente por unanimidad, en febrero de 2019 el Congreso aprob¨® la creaci¨®n de la Guardia Nacional. A pesar de ese apoyo de la oposici¨®n, la legislaci¨®n fue cuestionada por colectivos que desde el inicio mismo del sexenio de Felipe Calder¨®n vienen denunciando los riesgos de la militarizaci¨®n del combate a los criminales. Los candados que se le pusieron al nuevo cuerpo de seguridad para obligarlo a rendir cuentas a los civiles han probado que fueron insuficientes, como ha sido evidente que la Federaci¨®n nunca estuvo dispuesto a honrarlos.
Tres a?os y medio despu¨¦s del nacimiento de la Guardia Nacional, el gobierno de la Rep¨²blica ha anunciado que ante la resistencia del Congreso, donde AMLO ya no tiene mayor¨ªa constitucional del trienio inicial, promover¨¢ un decreto para militarizar completamente lo que se supon¨ªa que era una situaci¨®n transitoria.
Ese anuncio ha reactivado a acad¨¦micos y ONG, que de nuevo alzan la voz para denunciar lo errado y riesgoso de tal camino, al tiempo que la sociedad atestigua in¨¦ditas expresiones de violencia (Tijuana no hab¨ªa padecido narcobloqueos como los del viernes), o el resurgimiento del miedo generalizado en lugares como Ciudad Ju¨¢rez, cuya poblaci¨®n ten¨ªa una d¨¦cada sin ser obligada a atrincherarse ante la toma de sus calles por parte de los criminales. Estos son quiz¨¢ los argumentos m¨¢s contundentes en contra de militarizar la Guardia Nacional: ?¨¦sta sirve de algo?
Dicho de otra manera: Qu¨¦ ganar¨¢ la sociedad si se militariza la Guardia Nacional, pues ¨¦sta no ha tenido obst¨¢culo alguno para operar durante tres a?os y medio y, sin embargo, Jalisco y Michoac¨¢n son territorios de alt¨ªsima volatilidad; qu¨¦ diferencia hace la GN si caminos y poblaciones de Guerrero y del Estado de M¨¦xico siguen dominados por los cobradores de piso, si Chihuahua y Sonora, Sinaloa y Baja California, tienen due?o y ¨¦ste no es el gobernador o la gobernadora, entre ellos los reci¨¦n llegados a esas entidades que en su mayor¨ªa son de Morena.
Porque si M¨¦xico se va a embarcar en la discusi¨®n de si militarizar o no a la Guardia Nacional lo primero que tendr¨ªa que poner en la mesa el gobierno es alguna prueba de que ese cuerpo sirve de algo. As¨ª, literalmente, de algo. La duda no es gratuita, ingrata y menos ret¨®rica. El escepticismo est¨¢ alimentado por la ausencia de casos de ¨¦xito, por la falta de evidencia contrastable del buen desempe?o de ese cuerpo, y por lo que precisamente implica la decisi¨®n de AMLO: cerrar la pinza de la militarizaci¨®n de esa polic¨ªa la har¨¢ m¨¢s refractaria a la rendici¨®n de cuentas.
?Qu¨¦ diferencia ha hecho en la vida de las comunidades apartadas o en las grandes ciudades el tener patrullando a la Guardia Nacional? A ¨¦sta le dieron las carreteras y ¨¦stas no son notablemente m¨¢s seguras. ?Por qu¨¦? ?D¨®nde est¨¢ el o la gobernadora que diga sin tapujos: ?qu¨¦ gran diferencia hizo en mi estado la llegada de cientos de efectivos de la Guardia Nacional? ?D¨®nde estaban los de la GN cuando los criminales tomaron el mi¨¦rcoles Zapopan, el jueves Ju¨¢rez y el viernes Tijuana?
Concedamos que uno de los problemas de la Guardia Nacional es que todo mundo sabe que est¨¢ inscrita en la Secretar¨ªa de Seguridad Ciudadana pero que en realidad reporta a la Sedena. Es decir, que el primer problema es que fue el propio gobierno el que contribuy¨® a generarle un reto de identidad a este cuerpo pues su cadena de mando siempre fue una simulaci¨®n. Pero el integrarla de lleno a la Secretar¨ªa de la Defensa Nacional en qu¨¦ cambiar¨ªa la percepci¨®n de que en los estados se limitan a hacer rondines m¨¢s bien irrelevantes, que no se coordinan con gobiernos estatales, municipales y sus instancias civiles, y que no inciden en la prevenci¨®n, y menos en la persecuci¨®n, de los delitos.
Esa es la segunda, y quiz¨¢ m¨¢s importante, cuesti¨®n. Como bien expone en la revista Nexos de este mes Fernando Escalante, en una m¨¢s de sus reflexiones sobre la violencia en M¨¦xico en estos sexenios, adem¨¢s de lanzar apoyos sociales y la creaci¨®n de la Guardia Nacional, la duda central es sobre la estrategia anticrimen del actual gobierno: cu¨¢l es, qu¨¦ metas tiene, c¨®mo se mide, qui¨¦n la ha visto.
Esta semana el presidente L¨®pez Obrador invit¨® a parte de la prensa a atestiguar una reuni¨®n de seguridad de las que su gobierno tanto presume. Las notas al respecto cronican que se trat¨® de una sesi¨®n en la que el mandatario es informado por parte de su gabinete de n¨²meros y sucesos violentos. Es obvio que frente a la prensa ese d¨ªa no se iba a dar un intercambio sustancial, uno que pusiera en riesgo operaciones en curso, el problema es que los reportes de los periodistas que tuvieron acceso en esta ocasi¨®n coinciden con testimonios de que al presidente se le informa, pero se desconoce qu¨¦ hace con esos reportes o c¨®mo los procesa. Cuando el mandatario va a los estados el ritual es igual, y la incertidumbre de para qu¨¦ sirven esas reuniones informativas la misma.
AMLO ha padecido todo el sexenio de un problema de escala. Crey¨®, y por desgracia parece que sigue en ese tenor, que lo que hizo en el Distrito Federal cuando fue jefe de gobierno sirve a la hora de lidiar con todo el pa¨ªs. De esa forma crey¨® que podr¨ªa instalar a nivel nacional la pir¨¢mide que tuvo en la capital para informarse de los hechos delictivos. Si en la ciudad ten¨ªa medio centenar de coordinaciones, entonces quiso dividir a M¨¦xico en cientos de ellas, y desde estas coordinaciones le ser¨ªan reportadas las contingencias o los pormenores de la seguridad. En paralelo desplegar¨ªa una polic¨ªa en todo el territorio, enorme en n¨²mero y de probada honestidad por su origen castrense.
El pa¨ªs, por supuesto, es m¨¢s complejo, no solo m¨¢s grande, que la capital. Y sus problemas demandan un tiempo que el mandatario no parece estar dispuesto a dedicarle, ni a activar los mecanismos que de tiempo atr¨¢s las leyes contemplan para lidiar con la inseguridad.
Porque dos defectos evidentes del plan de seguridad (es un decir) es que el presidente obvi¨® la condici¨®n federalista de la realidad mexicana, es decir desde?¨® la colaboraci¨®n interinstitucional, y el que la seguridad se ha de procurar tambi¨¦n ¡ªo quiz¨¢ sobre todo¡ª con el reforzamiento de fiscal¨ªas, y ya no digamos con polic¨ªas estatales y municipales.
Y es que el argumento de L¨®pez Obrador de que ha instruido a reuniones regulares en los estados, entre las diferentes autoridades federales de justicia y sus pares a nivel estatal, no se sostiene porque algunos testimonios hablan de que en tales sesiones reina la desconfianza. Y que en no pocas ocasiones los uniformados act¨²an en el entendido de que su ¨²nica obligaci¨®n es con los mandos militares; y en el mejor de los casos esa colaboraci¨®n depende de una situaci¨®n no estructural ¡ªque el gobernante y el respectivo mando militar logren una buena qu¨ªmica.
De forma que la discusi¨®n sobre la idoneidad de trasladar la Guardia Nacional a la milicia tropieza de inmediato con la falta de argumentos del gobierno sobre las ganancias que sociedad y otras instancias del Estado mexicano tendr¨ªan de darse ese trascendental paso. M¨¢s poder a los que no parecen haber hecho diferencia, y encima un poder que se sabr¨¢ ajeno a otros gobiernos e instituciones y a la sociedad.
Un tercer elemento que enrarece el debate es que ser¨ªa un paso m¨¢s, y uno nada menor, hacia la militarizaci¨®n no solo de la seguridad, sino de la vida nacional en demasiados aspectos. Las decenas de tareas que L¨®pez Obrador ha dado a las fuerzas armadas, desde el manejo de aduanas hasta la construcci¨®n y manejo de obras de infraestructura y comunicaciones, hace palidecer la pol¨¦mica y contraproducente decisi¨®n de Felipe Calder¨®n de meter de lleno a los militares a las labores de seguridad, en 2006.
Esta misma semana el peri¨®dico Reforma publicaba que varios mandos del Ej¨¦rcito involucrados en el aeropuerto Felipe ?ngeles quedar¨ªan a salvo de la obligaci¨®n de todo funcionario p¨²blico de revelar su situaci¨®n patrimonial. La Suprema Corte, ni m¨¢s ni menos, aval¨® esa regresiva situaci¨®n. No estamos hablando de datos de mandos de la Sedena dedicados a la inteligencia militar, o de integrantes de cuerpos de ¨¦lite abocados a operaciones en contra de terroristas o criminales de alto perfil. Cuando se abusa, como en este caso, del argumento de la seguridad nacional, las y los mexicanos ven probados sus peores temores: se est¨¢ creando una nueva casta de funcionarios, con uniforme, que gozan de privilegios que nunca fueron discutidos en el Congreso o avalados en elecciones.
Con eso en mente hay que escuchar a gente como Catalina P¨¦rez Correa, acad¨¦mica del CIDE, que en estos d¨ªas en su cuenta de Twitter y en cuanto espacio medi¨¢tico puede, recuerda a M¨¦xico que la ley que dio origen a la Guardia Nacional incluye la aprobaci¨®n para que este cuerpo realice operaciones ¡°encubiertas y de usuarios simulados¡±, requerir a ¡°autoridades y a personas f¨ªsicas o morales informes y documentos para fines de investigaci¨®n¡±, ¡°realizar acciones de vigilancia, identificaci¨®n, monitoreo y rastreo en la red p¨²blica de internet¡± y espionaje: ¡°recabar informaci¨®n en lugares p¨²blicos para evitar el fen¨®meno delictivo, mediante la utilizaci¨®n de medios e instrumentos que resulten necesarios para la generaci¨®n de inteligencia preventiva¡±. Todo ese poder ahora ser¨ªa para un cuerpo militar.
M¨¦xico tiene hoy una Guardia Nacional desplegada en todo su territorio. Se trata ¡ªen el papel¡ª de un nuevo intento sexenal por dotar al pa¨ªs de una polic¨ªa funcional. Los errores e insuficiencias que hasta hoy tiene o tuviera ese cuerpo policiaco deber¨ªan ser el punto de partida para que el Congreso retome su papel y le haga mejoras y correciones. Porque no es con un decreto como se modifica la Constituci¨®n, ni es con una decisi¨®n unipersonal, as¨ª sea la del presidente, como se ha de dar con la clave para devolver la seguridad a los mexicanos.
Si algo aprendi¨® la afligida Ciudad Ju¨¢rez hace tres lustros es que la militarizaci¨®n de la seguridad no es garant¨ªa y es incluso contraproducente ¡ªconlleva nuevos y graves abusos¡ª. Y Ju¨¢rez tambi¨¦n nos dio la lecci¨®n de que las soluciones que excluyen a la sociedad no son soluciones sino peligrosos palos al avispero.
La Guardia Nacional es nuestro nudo gordiano. El presidente L¨®pez Obrador tiene una oportunidad de legar al pa¨ªs el embri¨®n de un grupo policial que en el tiempo haga una diferencia y contribuya a la pacificaci¨®n de M¨¦xico. La v¨ªa para eso es convocar a un nuevo esfuerzo interinstitucional en donde las fuerzas armadas sean solo un actor m¨¢s del combate anticrimen. Y que sean un actor, como todos los dem¨¢s, sujeto a reales controles democr¨¢ticos.
Si por el contrario Andr¨¦s Manuel insiste en aislar a las fuerzas armadas de su obligaci¨®n de rendir cuentas a los ciudadanos y a los representantes de estos, si aplica un decretazo para pervertir lo que fue una decisi¨®n soberana de la Uni¨®n, entonces estar¨ªa poniendo al pa¨ªs en un peligroso limbo, donde las fuerzas armadas actuar¨¢n sin atribuciones constitucionales, lo que parad¨®jicamente las pondr¨¢ en una situaci¨®n de futura vulnerabilidad, o se abstendr¨¢n de actuar por lo mismo, para no enfrentar las consecuencias de haber emprendido tareas fuera de la Constituci¨®n.
Si las fuerzas armadas eran en efecto talento ocioso en un pa¨ªs con urgente necesidad de cuadros capacitados y comprometidos, la ¨²nica manera virtuosa de sumarlas a las tareas de gobierno es sin convertirlas en un poder aparte, en instituciones ajenas a los otros cuerpos de gobierno, con sus inherentes derechos, pero tambi¨¦n con las obligaciones del caso.
No hay tiempo qu¨¦ perder. El pa¨ªs est¨¢ en llamas. A veces desde la enormidad de M¨¦xico solo vemos algo del humo que deja la violencia en alguna ciudad o pueblo, esta semana sin embargo vimos en demasiadas partes el fuego. Nos tienen rodeados. Lo sab¨ªamos, mas ahora no podemos voltear a otro lado.
Por desgracia, la Guardia Nacional no es hoy la jaculatoria que los mexicanos invocan cuando ocurre el ataque de los narcos, de los extorsionadores, de los ladrones y los violadores. Para que as¨ª sea, para que M¨¦xico deje de ser el pa¨ªs donde todo mundo sabe que hay jefes de plaza, se?ores de los cielos y se?oras del Pac¨ªfico, due?os y due?as del terriotorio a cuya explosiva voluntad estamos sujetos, para que se invoque a la polic¨ªa en vez de a los criminales, se requiere de tener una estrategia clara, interinstitucional, sujeta a controles ciudadanos extragobierno, y en ello no habr¨ªa que desperdiciar el esfuerzo hasta hoy realizado por el gobierno para tener una Guardia Nacional. Inscribir a ¨¦sta en una din¨¢mica de controles civiles es el primer paso para capitalizar lo invertido. Lo contrario es alimentar un monstruo que luego ser¨ªa un problema agregado a la pesadilla mexicana.
De alguna manera, el sexenio de L¨®pez Obrador comenz¨® con la toma de Culiac¨¢n, con la derrota del gobierno federal en esa ciudad frente a un cartel en octubre de 2019. Casi tres a?os despu¨¦s los criminales de nueva cuenta han logrado imponer condiciones a la Federaci¨®n y a los estados. Si el gobierno de Andr¨¦s Manuel no entiende que debe sumar a todos para relanzar una estrategia anticrimen, que debe incorporar al Congreso y negociar con la oposici¨®n la mejor manera de fortalecer a la Guardia Nacional, si se abraza solo a las fuerzas armadas mientras margina a la sociedad, entonces las im¨¢genes de los narcobloqueos, veremos en un futuro cercano, habr¨¢n marcado el ocaso del lopezobradorismo, devorado por el poder¨ªo de quienes disponen de vidas y bienes, de criminales a quienes decir Guardia Nacional cuando mucho hoy les provoca un ¡°uy qu¨¦ miedo¡±.
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