El cuerpo en una democracia
Buena parte de las disputas pol¨ªticas son ya acerca de los derechos y las obligaciones resultantes de nuestra condici¨®n corporal, una ocasi¨®n de repensar conceptos como la libertad, el poder o la representaci¨®n
En las ¨²ltimas d¨¦cadas ha cambiado nuestra relaci¨®n con el cuerpo, su significado social y pol¨ªtico. Muchas de las cosas que est¨¢n pasando en la sociedad contempor¨¢nea solo se entienden si prestamos atenci¨®n a nuestra dimensi¨®n corporal: el lugar que ocupa el cuerpo en algunas militancias contempor¨¢neas (especialmente la feminista y ecologista), la denuncia de violencias sexuales o el deseo de transformar el propio cuerpo de manera que corresponda a la idea que se tiene de ¨¦l. Todo esto habla de la creciente importancia del cuerpo en el modo como nos relacionamos con nosotros mismos como sujetos y en la vida social. ?Qu¨¦ tipo de libertad nos estamos jugando aqu¨ª?
Tras un largo periodo de olvido, menosprecio o fatalismo, el cuerpo ha ido adquiriendo una significaci¨®n cada vez mayor en nuestra identidad e incluso en nuestra condici¨®n democr¨¢tica. La multiplicaci¨®n de las pantallas en la sociedad digital, aumentada por el confinamiento, parec¨ªa presagiar una irrelevancia de la corporalidad. Y lo que ha ocurrido es que el encierro ha intensificado el deseo de interacciones sensibles. La epidemia ha supuesto una experiencia corporal sincr¨®nica; simult¨¢neamente se produc¨ªa un aislamiento del cuerpo, la prueba de la enfermedad y la desaparici¨®n del v¨ªnculo sensible con los otros. El cuerpo dejaba de ser algo que funcionaba inadvertidamente y se convert¨ªa en una experiencia ins¨®lita de fragilidad y dependencia. Tambi¨¦n el cambio clim¨¢tico ha confirmado nuestra realidad material y las altas temperaturas nos recuerdan esa gravedad corporal de la que no solemos ser conscientes con temperaturas m¨¢s ben¨¦volas.
Se puede analizar este nuevo paisaje desde las tres figuras propuestas por Anne Dujin: el cuerpo comprometido, el cuerpo abusado y el cuerpo elegido. La primera de ellas pone de manifiesto que la promesa de autodeterminaci¨®n caracter¨ªstica de las sociedades democr¨¢ticas pasa ahora por el cuerpo, un cuerpo del que cada cual dispone libremente. Este cuerpo comprometido se traduce en un nuevo tipo de militancia vinculada con el cuerpo y sus expresiones, especialmente en las mujeres: desde la naturalizaci¨®n de la regla, la menopausia y la lactancia, eso que se ha podido llamar ¡°el giro genital del feminismo¡± (Camille Froidevaux-Metterie), hasta el compromiso ecologista o vegano que busca una nueva relaci¨®n con lo viviente y el entorno natural; han proliferado demostraciones en las que el mismo cuerpo se convierte en ¨¢mbito de expresi¨®n, como el movimiento Femen; se reivindica la diversidad de los cuerpos, como en la reciente campa?a veraniega del Ministerio de Igualdad; buena parte de la acci¨®n pol¨ªtica es hoy una actuaci¨®n sobre s¨ª mismo, un cuerpo que se alimenta y viste de manera ¨¦tica, que quiere habitar en entornos saludables, respetando la naturaleza viva.
Es como si la posibilidad de emancipar a los individuos se realizara m¨¢s a trav¨¦s del cuerpo que por las instituciones justas. Los an¨¢lisis menos positivos de esta nueva militancia advierten de que podr¨ªamos estar ante un individualismo que se afirma contra las instituciones, como si Narciso hubiera roto con la polis (Georges Vigarello), pero tambi¨¦n podemos interpretarla como una reapropiaci¨®n de las instituciones a partir de los cuerpos. Adem¨¢s, no se tratar¨ªa propiamente de un retorno a lo individual sino de la configuraci¨®n de colectivos distintos de las viejas clases sociales.
La segunda figura de esta nueva conciencia se ha ido fraguando en torno al cuerpo abusado. Ha subido el umbral de sensibilidad en relaci¨®n con las formas de apropiaci¨®n f¨ªsica y la exigencia de consentimiento. Asistimos a un profundo cambio de sensibilidad sobre estas cuestiones, como si las fronteras de lo inaceptable se hubieran desplazado. Destaca en este sentido la gran significaci¨®n hist¨®rica que ha supuesto el movimiento #MeToo, la visibilizaci¨®n de los episodios de pederastia y abuso, hasta el actual rechazo a los pinchazos a las mujeres en lugares de ocio. Este cambio de mentalidad se expresa en otros fen¨®menos an¨¢logos: en la escuela se proh¨ªbe toda sanci¨®n f¨ªsica; en los hospitales se vigila que no haya ¡°violencia obstr¨¦tica¡± en el nacimiento; se consideran irrespetuosos los chistes acerca de propiedades del cuerpo ridiculizables; lo que antes era considerado un defecto o una minusval¨ªa se toma ahora como una diferencia o peculiaridad; el lenguaje se convierte en un espacio de respeto pero tambi¨¦n de neologismos y eufemismos. Hay adem¨¢s una menor disposici¨®n a sacrificar el cuerpo propio por una instancia supuestamente superior; as¨ª se puede interpretar la supresi¨®n del servicio militar, es decir, de la idea de morir por la patria, del mismo modo que tampoco la exigencia de engendrar por la patria parece movilizar a la procreaci¨®n ni siquiera para hacer frente a la crisis demogr¨¢fica. La misma revuelta contra las vacunas expresa una resistencia frente a la introducci¨®n de algo en nuestro cuerpo, aunque sea en nombre de la salud p¨²blica y en medio de una terrible pandemia. Sin entrar ahora a juzgar la racionalidad de cada uno de estos fen¨®menos, lo que tienen en com¨²n es una resistencia frente a cualquier toma de posesi¨®n f¨ªsica por parte de un tercero.
La tercera figura es la del cuerpo elegido, disponible, modulable, y el correspondiente rechazo al cuerpo como destino. El cuerpo deja de entenderse como un cuerpo recibido y pasa a concebirse como un cuerpo que si no est¨¢ a disposici¨®n de otros es porque est¨¢ a disposici¨®n propia. La reivindicaci¨®n de una fluidez en las identidades sexuales y de g¨¦nero es la manifestaci¨®n m¨¢s visible de esta evoluci¨®n; se rechaza toda asignaci¨®n de un destino particular en raz¨®n de unos rasgos corporales, sea el sexo biol¨®gico (la mujer no est¨¢ obligada a engendrar por el hecho de que tenga un ¨²tero) o una apariencia sexuada (la heterosexualidad no puede darse por sentada); hablamos de las nuevas masculinidades y de diversos feminismos; los debates en torno al comienzo y al final de la vida revelan que tenemos una idea de la vida biol¨®gica como proyecto y no como destino; pensemos en la resistencia a que el nacimiento como hombre o mujer sea inmodificable, pero tambi¨¦n a que pueda ¡°reeducarse¡± a un homosexual; que una mujer est¨¦ embarazada no quiere decir necesariamente que deba engendrar; en virtud de las leyes de eutanasia la muerte ha dejado de ser algo sobre lo que no se puede decidir; las parejas inf¨¦rtiles disponen de tecnolog¨ªas de fecundaci¨®n o pueden optar por la gestaci¨®n subrogada (aunque en este caso la realidad de un vientre de alquiler es una forma cuestionable de disponer del cuerpo de otra mujer); asistimos a una verdadera explosi¨®n de las posibilidades de intervenci¨®n en el propio cuerpo gracias a la cirug¨ªa est¨¦tica, las pr¨®tesis, los cuerpos tuneados y tatuados.
Todo este incremento de libertad en relaci¨®n con el propio cuerpo no deja de plantear paradojas y dimensiones inquietantes. De entrada, constatemos la sorpresa de que se recurra tanto a lo artificial justo en un momento hist¨®rico en el que hay m¨¢s referencias a la naturaleza en nuestras pr¨¢cticas corporales. Reivindicamos el cuerpo que tenemos y nos hacemos vulnerables a la presi¨®n por tener el que otros desean. Se da adem¨¢s la circunstancia de que, si el cuerpo es modulable, cualquier ¡°imperfecci¨®n¡± es ¡°culpable¡±, puede ser vivida como algo que se deb¨ªa haber corregido y que exige una explicaci¨®n de por qu¨¦ no se hizo. Pensemos en el caso de la eugenesia o los trastornos en la percepci¨®n de la imagen corporal propia que tienen consecuencias dram¨¢ticas en la anorexia o la bulimia. Si el cuerpo es disponible ?qu¨¦ significado tiene la peculiaridad que no se ajusta a la ¡°normalidad¡± y desde qu¨¦ instancia se define el cuerpo adecuado? Una cierta aceptaci¨®n de nuestra naturalidad corporal puede ser m¨¢s emancipadora que el sometimiento a una idea de perfecci¨®n f¨ªsica que no se sabe qui¨¦n ha decretado.
El cuerpo en una democracia es un nuevo campo de batalla que nos proporciona la ocasi¨®n de volver a pensar conceptos pol¨ªticos tan importantes como la libertad, el poder o la representaci¨®n. Buena parte de las disputas pol¨ªticas son ya ¡ªy lo ser¨¢n a¨²n m¨¢s en el futuro¡ª acerca de los derechos y las obligaciones resultantes de nuestra condici¨®n corporal.
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