Esto es un safari
Un v¨ªdeo en el que se ve a una manada de ?us en un espacio protegido escapar despavorida de una horda de todoterrenos ha encendido las cr¨ªticas contra el turismo de masas
Hace unos d¨ªas, Xavier Aldekoa, el corresponsal de La Vanguardia en ?frica, comparti¨® un v¨ªdeo en el que se ve a una manada de ?us en un espacio protegido situado en la frontera entre Kenia y Tanzania escapar despavorida de una horda de todoterrenos de por lo menos unos 15 veh¨ªculos. Si no fuera por el mensaje que acompa?aba el tuit ¡ª¡±el turismo ha vuelto a ?frica¡±¡ª, reconozco que hubiera sido incapaz de asociar esa imagen apocal¨ªptica, m¨¢s propia de una pel¨ªcula como Mad Max que de Memorias de ?frica, a la que ten¨ªa, ingenuamente, de un safari. ¡°Nos merecemos una nueva extinci¨®n masiva¡±; ¡°No tenemos perd¨®n¡±; ¡°Somos una pandemia¡±; ¡°Qu¨¦ especie m¨¢s asquerosa es el ser humano¡± son algunos de los m¨¢s de 2.000 comentarios que ha suscitado el v¨ªdeo, compartido por casi 12.000 personas y que ha vuelto a encender las cr¨ªticas contra la industria tur¨ªstica. ¡°Algunos pregunt¨¢is cu¨¢l es la soluci¨®n. Supongo que una combinaci¨®n: regulaci¨®n, l¨ªmite al turismo de masas, respeto¡ Pero, a no ser que se haga por sorteo, la limitaci¨®n implica que solo los ricos tengan acceso. Ya ocurre: los permisos para ver gorilas cuestan ya entre 700 y 1.500 d¨®lares¡±, escribe Aldekoa.
El turismo ha vuelto a ?frica.
— Xavier Aldekoa (@xavieraldekoa) August 15, 2022
El segundo 19 es el horror:
pic.twitter.com/qGpF7Bz4wL
En el tuit original, publicado por Kasale M Mwaana, que se presenta en su perfil como profesor y activista afincado en la zona de conservaci¨®n del Ngorongoro (norte de Tanzania), se puede leer en suajili: ¡°?Esto es turismo o es perturbar a la fauna?¡±. Como me explica el profesor por mensaje privado, los coches alteran la migraci¨®n anual de los ?us durante su paso por el r¨ªo Mara desde el parque nacional Serengeti (Tanzania) hasta el parque nacional Maasai Mara (Kenia). Adem¨¢s del impacto ambiental sobre la biosfera que denuncia tambi¨¦n @Qohelethcaleb ¡ª¡±si todos los coches pasan por ese tramo, destruyen el pasto y los animales ya no tendr¨¢n de que alimentarse¡±¡ª, muchos tuiteros originarios de la regi¨®n lamentan la inacci¨®n pol¨ªtica ¡ª¡±qu¨¦ tristeza... el Gobierno tiene que regular e impedir que los turistas puedan acercarse tan de cerca a los animales durante sus migraciones¡±¡ª y critican el papel de unas autoridades locales que prefieren cerrar los ojos sobre el desastre medioambiental antes que renunciar a esa fuente de ingresos: ¡°Se trata de generar dinero, pero esto va m¨¢s all¨¢ de cualquier l¨ªmite. Que se regulen y controlen estas actividades¡±.
Huu ni utalii au usumbufu wa wanyamapori?? pic.twitter.com/6D7buScNFB
— Sir. Kasale M Mwaana (@KasaleMwaana) August 7, 2022
La indignaci¨®n que ha causado esta versi¨®n 2022 del safari recuerda el estupor que gener¨® en 2019 ver a 200 personas api?adas a casi 9.000 metros de altura en el techo del mundo. La fotograf¨ªa del atasco en el Everest, del alpinista nepal¨¦s Nirmal Purja, retrata como pocas cosas la capacidad del ser humano, en un mundo capitalista, de transformar en una distop¨ªa cualquier actividad o avance social. ¡°El turismo es lo que hace el capitalismo con el ocio. Convertir cualquier bien cultural y paisaj¨ªstico en un producto y exprimirlo hasta arrasarlo y desproveerle de su esencia¡±, estima un tuitero.
Herrera de Ibio, Cantabria.
— Paula Rioz (@PaulaRioz) August 10, 2022
Adaptarse o no ir. pic.twitter.com/UzuE8gFQdW
No es el ¨²nico. Este verano, las quejas de ciudadanos que se sienten despose¨ªdos de sus ciudades transfiguradas por la masificaci¨®n tur¨ªstica han literalmente inundado Twitter. Desde Herrera de Ibio, un pueblo de Cantabria de poco m¨¢s de 200 habitantes cuyos vecinos han colgado un cartel pidiendo respeto a los visitantes, hasta la ultramasificada Barcelona, donde los vecinos han llenado de pintadas contra los turistas el barrio de Gr¨¤cia durante sus concurridas fiestas, ning¨²n lugar parece librarse de un fen¨®meno demasiado lucrativo para imaginar que alg¨²n d¨ªa pueda detenerse, pese a los esfuerzos aqu¨ª y all¨¢ para regularlo y humanizarlo.
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