Dios es humor
La fetua de Jomeini fue una advertencia a los musulmanes ante la globalizaci¨®n: nada de mezclas y confusiones
En Joseph Anton, su libro memorial¨ªstico, Salman Rushdie se confiesa fascinado ¡°por el impactante relato de Arthur Clarke, titulado Los nueve mil millones de nombres de Dios, acerca de un mundo que toca a su fin pl¨¢cidamente en cuanto se cumpla su finalidad secreta: elaborar la lista de todos los nombres de Dios, llevada a cabo por unos cuantos monjes budistas provistos de un superordenador¡±. ?Cabe alguna duda de que un repertorio de tal tama?o gal¨¢ctico no estar¨¢ lleno de denominaciones blasfemas?
El ayatol¨¢ Jomeini, al igual que su sucesor el ayatola Jamenei, y al contrario que Rushdie (y que su padre, seg¨²n nos cuenta en su autobiograf¨ªa), son personajes estrechamente vinculados al poder de la religi¨®n y escasamente atra¨ªdos por la idea de Dios, sobre todo por la idea de que Dios pueda ser una idea fascinante y no un ¨ªdolo con el que golpear en la cabeza de los seres humanos ind¨®ciles. Es de sobra conocido el sentido de la fetua lanzada hace 33 a?os por el l¨ªder supremo de la revoluci¨®n isl¨¢mica contra Rushdie como autor de Los versos sat¨¢nicos. Fue un gesto pol¨ªtico y una reivindicaci¨®n de su autoridad en la competencia por la hegemon¨ªa entre las distintas ramas del fanatismo isl¨¢mico.
El fundamento era lo de menos. Bastaba una excusa y la proporcionaba la identificaci¨®n por parte del orientalismo brit¨¢nico de unos versos descartados de la versi¨®n definitiva del Cor¨¢n como inspirados por el diablo, una blasfemia insoportable para la fe del carbonero y para quienes la manejan y manipulan. Era, adem¨¢s, una advertencia clerical a los creyentes musulmanes en el momento en que se abr¨ªan las puertas de la globalizaci¨®n, las migraciones y la cultura y la comunicaci¨®n planetarias. Nada de mezclas y confusiones: la irreverencia y la apostas¨ªa se pagar¨¢n con la muerte. Al Qaeda y Estado Isl¨¢mico han demostrado luego su aplicaci¨®n como alumnos sobresalientes de esta sangrienta lecci¨®n jomeinista.
A la vista de lo sucedido, Jomeini se qued¨® corto. Motivos para la condena los hay en todos los libros de Rushdie. La fetua, como si fuera un Premio Nobel, debiera premiar a la obra completa, e indirectamente a todos quienes leemos a Rushdie, le admiramos y le agradecemos su obra y su actitud c¨ªvica. Su acierto, basado en la m¨¢s negra y fan¨¢tica de las ignorancias, no puede ser m¨¢s espectacular. De entrada, no ha conseguido su objetivo: Rushdie est¨¢ vivo y seguir¨¢ escribiendo. Pero sus libros se venden como nunca. Y por si no bastaban sus dotes de narrador, los cl¨¦rigos criminales han contribuido a la posteridad de su obra. Junto a sus enormes cualidades literarias, han hecho de Rushdie un s¨ªmbolo que va m¨¢s all¨¢ de la literatura.
Escribe como Dios, con la libertad y la desenvoltura de los dioses. Eso es lo que es insoportable para los cl¨¦rigos nihilistas. Dios es irreverencia. Dios es libertad. Dios es humor.
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